Vivan esos libros que rescatamos del
abandono.
Hace unos dos, tal vez tres años, me encontré
éste libro en el piso de la biblioteca de mi colegio, sosteniendo la puerta.
Después de molestarme bastante, decidí recogerlo y nunca me esperé encontrarme
con una maravilla como esta.
Lo cierto es que, como de costumbre, me
encantó (ahora que lo pienso son poquísimos los libros que no me han gustado) y
quedé fascinada con la cantidad de símbolos que hay dentro de él y que no pude
captar hasta después de una segunda lectura. El Coronel no tiene quien le
escriba era para Gabo su mejor obra, en más de una oportunidad declaró que para
él éste era el libro que realmente merecía un Nobel y no 100 años de soledad,
aunque también dijo que, aunque no era necesario leer uno para comprender el
otro, sí debía existir 100 años de soldad para que El coronel no tiene quien le
escriba fuera publicado.
Hay quien dice que no es más que el vivo
reflejo de su abuelo, el General Márquez y su esposa y abuela, que le contaba
las historias fantásticas, que son las raíces del Realismo Mágico y que en esta
novela, el conocido escritor toma dichos rasgos autobiográficos y nos habla de
cómo se siente vivir en la miseria después de la violencia, pues la historia se
centra en un Coronel retirado, que luchó en la Guerra de los mil días y que
está en la espera de su pensión, malviviendo en una casa en la villa de la
Costa Atlántica Colombiana, yendo cada viernes al puerto a ver si por fin,
después de tantos años, llega el cheque que tanto esperaba para salir de la
pobreza en la que está sumido después de la guerra, en compañía de su esposa
enferma y sus pertenencias, como el gallo que pertenecía a su hijo, que le recuerdan
y reiteran su condición de vida.
Para el periódico El mundo, éste libro tiene
uno de los finales más impactantes e icónicos de la literatura latinoamericana,
pues recordemos que el Coronel estaba criando al gallo para que peleara en
enero, y cuando Don Sebas le propone comprárselo y el rechaza la oferta, su
esposa le reprocha la carencia de dinero y su idealismo, cerrando con la
célebre conversación que reza: Y si el gallo pierde. Dime, ¿qué comemos?, a lo
que él le responde: Mierda. Y por más raro que suene, es genial, porque dentro
de esa pequeña frase, se construye todo el sentido de la obra.
García Márquez intenta demostrar no sólo lo
que sucedió (las noticias de Europa, las cartas clandestinas, la espera por la
pensión, el gallo, etc) sino cómo es el vivir dentro de una sociedad mientras y
después de ello. Él recrea la historia a través de la memoria de los vivos, y
no de los muertos, como suele hacerse, puesto que la violencia no aparece
directamente, sino que se siente de una manera sutil, pues en el escenario, los
actos fuertes ya pasaron y dejaron sus
huellas, mientras que el protagonista, que ha sobrevivido a ellas,
recrea una situación histórica a través de su vida.
El autor libera al Coronel del fatalismo y le da ideales para que viva constantemente en contra del determinismo social y ubica la lucha del personaje en el implacable avance del tiempo, para integrarla a la dinámica de la vida cotidiana, creando así una relación entre el tiempo y el idealismo, que le dan una tensión constante, que constituye el vivir del Coronel, dentro de un lapso de tres meses en los que la tensión de su vida llega al tope, y el tiempo en la novela avanza siempre en la encrucijada dentro del tiempo, entre la coexistencia del tiempo objetivo y el psicológico, mostrando el peso de los sucesos pasados y las expectativas hacia el futuro dentro del presente novelístico, en el que el Coronel no tiene nada más que hacer que esperar, divididos de tal forma:
Pasado:
·
56 años desde que terminó la Guerra de los 1000 días.
·
Muchos años (no especifican cuántos) de la última muerte natural (la
mayoría eran asesinados).
·
9 meses de la muerte de su hijo (casualmente, los mismos meses que
tiene un embarazo).
·
70 años del tratado de Neerlandia.
·
Medio siglo que el coronel necesitó para “darse cuenta de que no había
tenido un minuto de sosiego después de la rendición”.
·
75 años (su edad) para decir “mierda”.
Futuro:
·
2 años para que se cumpla la hipoteca de la casa.
·
Tiempo indeterminado para recibir la carta.
·
44 días para la pelea de gallos.
El coronel, por estar rodeado de objetos que
le recuerdan su ubicación entre el pasado y el futuro, tiene que vivir bajo la
tensión del tiempo, simbolizada en el reloj al que da cuerda a diario y que le
recuerda el avance del tiempo; además, nunca pudo venderlo, quedando claro que
nunca pudo escaparse de la angustia del presente.
No presenta un carácter heroico, pero él es
el “héroe” que sigue la línea del Quijote, en la medida en la que trata de
imponer sus ideales a la sociedad dominada por otro criterio de vida; dando a
entender que dicho personaje es una “reliquia”, llena de valores no vigentes en
la actualidad y por trata de imponer su criterio antiguo ante la realidad
histórica materialista (Don Sebas) llevándolo al hambre y la miseria.
El personaje sufre un choque entre su mundo
interior, aferrando a su idealismo optimista y el mundo exterior que exige su
rendición y su conformidad con el resto del mundo, que está simbolizado en la
telaraña de su sueño, que no lo deja descansar y que lo enfrenta a su grado de
miseria, al igual que el maíz y el café, que al acabarse le recuerdan dónde
está sumido. Asimismo, sus botines y reloj agudizan la tensión entre la
necesidad material y la ilusión, que viene representada por el gallo, cuya
venta sería la traición a sus creencias y la conformidad con el resto de la
sociedad, sin embargo, cuando le proponen el dinero, el coronel no puede dejar
de “sentir una fuerte torcedura en las tripas (…) que no es a causa del tiempo”,
intensificando la lucha interior entre la necesidad material de lo que “se come”
y sus ideales que “no se comen” pero alimentan.
Luego de presentar ambas corrientes, es
evidente que al momento en el que el Coronel emite la palabra mierda se unen la
tensión del tiempo y la del choque idealista y material que coexisten a lo
largo de la novela y son sus pertenencias las que lo ponen en medio de estas
dos tensiones, siendo así más que objetos, símbolos que “son instancias de
vida, datos de la conciencia, reproches y testigos implacables”, recreando la sensación
de vivir en un ambiente que ha salido de un proceso fuerte de guerra,
constituyendo un símbolo global que recrea el sentimiento que tenía el autor y
su pueblo de vivir en la violencia.
El gallo funciona como un indicador de su
situación ambivalente y de la indecisión propia, mostrando además la visión de
otredad, pues para su esposa es un “pájaro de mal agüero”, para él contiene la
esperanza de todo un pueblo, al igual que el espejo, que ejerce como un reflejo
de su psique, pues a pesar de tener un espejo en frente sigue afeitándose al
tacto, y sus botines, que simbolizan el ánimo del coronel, ya que al rechazar
unos zapatos nuevos, nos lleva a su deseo de no aceptar la vida moderna y
seguir viviendo en el pasado.
Los objetos mantienen el equilibrio entre el
exterior e interior, construyen los instantes de la vida del coronel en el
mundo ficticio que aparecen como símbolos que nos remiten a la sensación de
vivir en una realidad histórica específica y las pertenencias no son únicamente
materiales, es decir, facilitan la interpretación de la vida ficticia del
Coronel con relación a la realidad Colombiana del momento, y por ende,
latinoamericana.
Sus cosas le aseguran que no está solo para
que siga confiando en lo que cree, haciendo alusiones a la vida optimista, al
igual que a la realidad colombiana marcada por la violencia mediante un
personaje que sigue viviendo en la realidad actual sin abandonar sus ideales.
En definitiva, una novela asombrosa, llena de
símbolos que pueden pasar por debajo de la mesa si no se le presta la atención
necesaria. Una obra que mantiene una vigencia increíble, pues parece que a
pesar de los años, seguimos esperando una carta que nos sacará de la miseria.
Gabriel García Márquez con El Coronel no tiene quien le escriba construye una
obra magnífica, llena de símbolos y figuras arquetípicas que recomiendo
muchísimo leer y que no me arrepiento de haber rescatado.
Trancando una puerta! qué pecado.... una gran reseña mi estimada. Te tengo un lote de libros espero coincidamos pronto para dartelos.
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