La ciudad y los perros, Mario Vargas Llosa.

 

Ay, el Nobel.

La ciudad y los perros es considerada una de las mejores novelas en español del siglo XX. Vargas Llosa la publicó en el año 1963, cuando contaba con tan solo 26 años y afirmó que comenzó a escribirla a los 23, partiendo de vivencias autobiográficas.

La repercusión de esta obra fue increíble. El escritor comenzó a coleccionar grandes admiradores, entre los que destacan varios hombres de grandes letras, y mucha polémica, pues al partir de sus vivencias, salieron muchas opiniones a desmentir o afirmar lo que en el libro, y posterior película, se planteaba. Tildaron a Vargas Llosa de comunista (de manera despectiva) e inclusive se llegaron a efectuar varias quemas de ejemplares de éste libro. Y si algo me dice la experiencia, es que todo esto no puede dar otro resultado que un libro magnífico.

Efectivamente lo es. La ciudad y los perros se compone de un grupo de jóvenes que se educan en una disciplina militar implacable y violenta, que aprende a sobrevivir en un ambiente lleno de discriminación y violencia, donde todos se muestran de una manera distinta y donde la transgresión de las normas establecidas parece ser la única salida.

Nos presenta una vida y cultura castrense, donde se potencia la agresividad, hombría y sexualidad como superioridad moral, que mutilan el desarrollo personal de los distintos muchachos que construyen diversas historias, que se van entretejiendo hasta el desenlace final, que viene dado por el robo de las preguntas del examen, que es delatado por El Esclavo, que muere a manos de El Jaguar, a quien el El Poeta intenta denunciar, además de Teresa, siendo el colegio una institución de paso para formarlos ¿o deformarlos?.



La figura del perro se define como alguien inferior, maltratado y subyugado, lleno de bajeza y miseria, dentro de una realidad llena de sufrimiento y una lucha constante, que evoca la esencia del pueblo latinoamericano, marcado y seccionado por concepciones sociales y raciales, que llevan a los personajes a la eterna pugna por su identidad, dentro de un contexto que se presenta adverso. El Jaguar y El Poeta deben enfrentar una discriminación que los condiciona a una automarginación que los conduce a una búsqueda del quién soy en la que sólo encuentran resignación y derrota, que recuerdan a la condición del ser latinoamericano.

Todos los cadetes son eventualmente perros desde la perspectiva de quienes los superan en antigüedad. El ser “más sabido” implica conocer las formas en el que el sujeto se juega la supervivencia y todos los perros son aquellos que deben aprender de ellos para no ser esclavos, y asumirse como tal implica debilidad, obedecer a ciegas y soportar lo que venga. Además, recordemos de que en la sociedad que concibe la idea de que un ser humano es lo opuesto a un perro y por ello, al hacerlos actuar y nombrarse como tal, se intenta expulsar del individuo cualquier síntoma de humanidad.

Un perro es, entonces, aquel que obedece y al hacerlo se degrada, digno de desprecio y quien no se impone, contiene dicha esencia, que parte de la relación dominador vs dominado, es decir, fuerza versus sumisión, dentro de las que se debaten los personajes, teniendo como consecuencia de la violencia al miedo, reprimido y oculto, porque no corresponde a lo que se entiende como un hombre, dejando claro que el miedo es natural, pero en la cultura ha sido culpabilizado, calificando a quien lo sufre como débil.



El miedo se articula a la violencia y en la dualidad del perro y la sumisión y dominación, que ejercen sobre aquel que no encaja en sus parámetros. Las connotaciones negativas se refugian en la violencia, que regula la perspectiva novelística, es decir, el punto de vista sobre el mundo y dentro del término perro se traduce una metáfora de las condiciones generales del mundo representado.

Como en la mayoría de las obras latinoamericanas de la época, la violencia es el eje fundamental para entender la visión del mundo dentro de este continente, pues es una constante en la formación social y tiene un papel normativo y organizado, ligado al ejercicio del poder. Este punto es una temática obligada en la narrativa del continente, cuyo referente extratextual se halla en los orígenes de la colonia, la dictadura,  el autoritarismo, la miseria, la injusticia, el despojo, el machismo y la discriminación, en el caso de la novela, la presencia y consecuencia de estas lacras sociales se evidencia en la visión del mundo.

Vargas Llosa nos habla de la violencia generalizada en América Latina y mediante la obra, permite tomar conciencia de sus miserias y limitaciones mediante los inadaptados personajes, posibilitando la opción de exorcizar a la realidad. Al mostrar las sociedades descompuestas, propone esos daños como tentativas al reparo de dichos hechos, pues mediante las reacciones sumisas y violentas, ejemplifica y simboliza las torturas de una comunidad en el que el orden es también una forma animal de violencia. Es decir, hace un microcosmos de la sociedad latinoamericana y la novela opera como una metáfora de esa realidad.

El autor, además, nos presenta a la figura femenina, que funciona como la culpable de que los hombres se desvíen de ser verdaderos machos. Abarca no solo a los sistemas de educación militar, sino a todo un sustrato político y cultural, que parte de las bases familiares agresivas, donde la violencia, la venganza y la ignorancia conviven con la dignidad humana.



Dicho todo esto, podemos concluir que el título de la novela incorpora a la ciudad como un ámbito privilegiado en cuanto a la temática, que liga a la violencia con la ciudad, siendo esta  un escenario que funciona como un palco para que se desplieguen peleas y actos agresivos. Evoca y remite a la violencia con la que responden los individuos ante una agresión más fuerte que ellos. La sociedad nos estratifica y nos vuelve sujetos irreconciliables, que para realizarse como personas, tienen que imponerse a otro, antes de que este se lo impida, diciendo así que la sociedad está llena de humanos que se comportan como perros a través del uso de la fuerza, la agresión y la brutalidad.

En definitiva, una novela que presenta a personajes que, tal y como ocurre en la sociedad, se comportan como los perros que rechazan. Vargas Llosa parte de su estancia en un colegio militar para construir una obra digna de admiración, donde critica a la sociedad de la época y presenta la sociedad latinoamericana de la época. Una obra que no pueden dejar de leer, que es referente necesario dentro de la cultura de nuestro continente y que aún continúa vigente, pues todos conocemos o nos comportamos como alguno de los personajes del libro, rechazando lo que en el fondo somos.

 

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