Cien Años de Soledad, Gabriel García Márquez.

 
Nota: Esta es una reseña que se me hace difícil escribir por la complejidad del libro, aun así, no me quiero limitar, ni quedarme sin hacerla. Este no es un análisis exhaustivo de la obra, tampoco pretendo hacerlo, simplemente quiero hablarles un poco de este libro, que marcó un antes y un después en mi. Dicho esto, ¡comencemos! 

Cien Años de Soledad se divide en tres etapas diferentes que, a modo de resumen, hablan de la familia Buendía en el estrafalario pueblo de Macondo y las seis generaciones dotadas de este apellido, comenzando por la de José y su mujer Úrsula y terminando con Aureliano Babilonia.


La primera etapa nos introduce en la familia Buendía y la formación de Mancondo. Por su parte, la segunda etapa nos cuenta el desarrollo político, cultura y social del pueblo, en conjunto a las peripecias de la particular familia y el nacimiento de nuevos miembros. Por último, la tercera etapa es sin duda la más especial y por ello los invito a que la descubran por ustedes mismos. 

Para mí, esta es un cuento infinito, pues las acciones que suceden en Cien años de soledad se repiten una y otra vez, además de que van tomando una dimensión simbólica que, en mi caso, se apoderó de mi y me acompaña día a día. Márquez nos presenta poco de cada uno de sus personajes, pero basta con lo suficiente para que nos hagamos una idea de lo que son y de lo que representan, lo que nos permite crear un collage de personalidades, que encajan para crear una novela tan magnífica como esta. Y tan maravillosa es, que cada una de las escenas y caracteres reaparecen eternamente, mejoradas e influidas por el tiempo y las circunstancias, lo que da un efecto de deja-vú que, entre numerosas cosas, concluye que estamos encadenados a la herencia genética y a la confusión genealógica.


La familia Buendía, como su título lo indica, están condenados a una vida en soledad, bajo un destino sellado por la sombra del incesto, que los lleva a repetir una y otra vez los mismos errores, que son el precio de una vida a contra corriente, llena de castigos. Por ende, Cien años de soledad es un círculo que no acaba de cerrarse, donde todos quedan atrapados en una fatalidad que se cumple por encima de la voluntad, dando como resultado un porvenir que puede más que ellos, enlazado a esa temeridad que caracteriza a los Buendía y que los conduce a hacer lo que quieren, sabiendo que el futuro los hará pagar por ello.  

En consecuencia, Macondo es un micromundo, una orbe en pequeño, donde todo se inventa, se descubre y se prueba, constituyendo así un catálogo de lo que somos como seres humanos. En este pueblo, todo ocurre por primera vez y todo es absolutamente asombroso. Sin embargo, se ve opacado por ese círculo vicioso que les mencionaba, aplastado por una cronología eterna, que vive en un tiempo que no cesa y que sólo terminará cuando Macondo desaparezca de la literatura y Cien años de soledad deje de leerse. 




Y es que la gracia de esta novela recae en esa fabulosa recreación en pequeñito del mundo, donde están guardados todos los secretos del universo, todas las explicaciones humanas y todas las acciones posibles, dotadas de un toque de realismo mágico que es la guinda del pastel.  

Tanto así, que los personajes encajan, a modo de piezas de un rompecabezas, y constituyen un cuadro manejado por una instancia mayor, que concluye que la humanidad, así como los Buendía en Macondo, está destinada a repetirse, pues el destino nos impide ejercer esa ficción que es la libertad, que no es más que un refugio que hemos encontrado para engañarnos una y otra vez. 



La novela está tan bien construida que da la impresión de que García Márquez se alza sobre el orden de Macondo y se permite alterar la realidad con destellos de fantasía, concluyendo que estamos sometidos a la lógica de la pertenencia, nos guste o no. A modo de embarazo, surge Cien años de soledad como una gestación de sucesos que, en los primeros meses se origina con José y Úrsula, quienes dan pie a la formación del pueblo y del gran linaje, marcado por el temor del incesto y los hijos con cola de cerdo que, a medida que avanza la novela, da pie a dos etapas más, donde las páginas terminan de gestarse, en un ir y venir de acciones y personajes duplicados,  que condensan la formación de un mundo cargado por el peso de la herencia y la traición, dando origen a problemas como la guerra, el egoísmo, el amor no correspondido y un largo etcétera, que se pagan, como en la biblia, con plagas, soledad, muerte y la fantasía de un mundo infinito e inmoral. 

Márquez puntúa seguidamente elementos que vuelven una y otra vez y que, para algunos, constituye una alegoría de la muerte que, como el destino, siempre vuelve y siempre está presente. Como el Coronel Buendía, moriremos luego de una larga agonía denominada "vida" y, así como Macondo, pese a los numerosos inventos que puedan llegar, nada podrá impedir nuestra desaparición prevista y anticipada, que nos mantiene en el recuerdo de quienes nos duplican en vida.  



Aunado a esto, el estilo del ganador del Nóbel es increíble, pues dotado de un gran realismo mágico y de una prosa que fluye con facilidad, Gabo nos permite adentrarnos en las páginas de Cien años de soledad sin esfuerzo y disfrutar de los andares de los Buendía con grandes elementos, que dan la sensación de ser ciertos. 

Con esa prosa tan única y particular, García Márquez deja fluir su yo más interno y, como confesó en más de una oportunidad, parte de la historia de su país y de los cuentos de sus abuelos para estructurar lo que se narra en esta entrega, dotada de un sentido de crítica único, cuya base recae en la conciencia de su país y en las ansias de subrayar lo político, social y cultural de su Colombia natal.


Así como Úrsula hizo de la memoria un principio y José Arcadio escribió para trascender el olvido de nuestra realidad, Gabo se alza para narrar con un estilo donde cada palabra cuenta, pues constituye un universo de mitos, leyendas y tradiciones, donde lo fantástico forma parte de la realidad y donde el tiempo es cíclico y da la vuelta una y otra vez.

Como ningún otro, Gabo universalizó su pensamiento y es por ello que esta novela es tan trascendental en mi vida, pues si Aracataca, su pueblo natal, es Macondo, Latinoamérica también lo es, pues corresponde a un estado de ánimo, dotado de una atmósfera llena de vida propia, llena de espejos y espejismos.


Además, se valió de todos los elementos que nos definen como latinoamericanos e hizo de ellos un instrumento lleno de humor e ironía, que da pie a una novela como Cien años de soledad, donde historia, invención, realidad, fantasía, mito, leyenda y poesía se entremezclan, en un estilo dotado de realismo mágico que condensa ese modo de ser y de vivir que nos caracteriza como caribeños.

Es así como con un estilo que va y viene entre el periodismo y la ficción, Márquez construye una novela épica, de historia, amor y tragedia, donde muestra la soledad que reúne a una humanidad que transita por un pueblo que los marca y a quien dicen adiós tras aceptar su cruel destino. Macondo es, en total, la muestra de la perplejidad del mundo y un reflejo de hacia dónde vamos, condenados a terminar viejos y solos.


Así, no me queda más que decir. Márquez en sus obras se convirtió en memoria de nuestra literatura para el mundo y de nuestra realidad para nosotros y, mientras Macondo siga ahí, mostrándonos lo que somos a través de las páginas de un libro, Gabo seguirá vivo y nosotros seguiremos leyéndolo, como quien disfruta de los manuscritos de Melquíades.

Sin duda, la importancia de una novela como esta recae en su tratado filosófico, lleno de sabiduría, sobre lo que somos y hacia donde vamos. Márquez se fue, pero dejó para la posteridad un “rosario de sentencias antológicas”, que se basa en una alegoría del relato de la creación bíblica, a la par que toma elementos del descubrimiento de América y de la historia del siglo XX en Latinoamérica que, en definitiva, constituyen una obra como ninguna, donde la trasgresión es el punto de inicio y que deben leer cuanto antes.


 Nota: Las ilustraciones que acompañan esta reseña son de la maravillosa Luisa Rivera.
 

12 comentarios:

  1. Sé que este libro es un clasico pero aun pecando de cateta o inculta confieso no haberlo leido y tenerlo pendiente para cuando tenga mi cabeza mas centrada ya que casi me parece imperdonable por mi parte. Besos

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  2. ¡Hola! No conocía tu blog y me has dejado totalmente alucinada con tus reseñas, yo no soy capaz, por mucho que lo intento, de hacerlas tan largas y de expresarme tan bien como tú.
    Igual que Belwan todavía no lo he leído aunque como bien has dicho en el primer párrafo ¿Quién no ha oído hablar sobre él? Es verdad, que aunque lo conocía, los clásicos no son lo mio aunque reconozco el mérito de los autores.
    Puede que, después de leer tu reseña, lo lea.
    ¡Un beso!

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  3. Lo conozco, es un clásico.
    Y fíjate no me lo he leído, a pesar de conocerlo.
    Ya habrá tiempo para animarse más adela te.

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  4. Lo leí hace años, más por la fama que tenía que por lo que despertaba su título en mi interés..., pero reconozco que me sorprendió y me gustó muchísimo. La manera de escribir de Gabriel García Márquez con tanto detalle me hace meterme dentro de cada estancia, de cada lugar...y su forma de escribir tan coloquial, hace que cualquier lector comprenda su lectura. Es un libro bonito, muy bonito, lleno de buenas historias, totalmente recomendable.

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  5. Menuda reseña!! Confieso que no lo he leído, aún cuando sé perfectamente que es un clásico y he oído hablar de él no una sino muchas veces. No soy quien para dar oportunidades a los libros, más bien al revés, no creo que sea mi próxima lectura pero, acaba de subir cien peldaños.

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  6. Menuda reseña!! Confieso que no lo he leído, aún cuando sé perfectamente que es un clásico y he oído hablar de él no una sino muchas veces. No soy quien para dar oportunidades a los libros, más bien al revés, no creo que sea mi próxima lectura pero, acaba de subir cien peldaños.

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  7. No he tenido ocasión de leerlo, aunque este tipo de novelas no es lo mio pero no lo descarto ya que por tu reseña me ha parecido interesante. Un saludo y felicidades por tu blog.

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  8. Lo leí hace un par de años y la verdad si me gusto,aunque he de reconocer que los he leído mejores, tal vez por la fama que tenía creí que sería algo más especial pero bueno está bastante bien,saludos

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  9. No lo he leido, pero cada una de las imágenes que has colgado de frases si las conocía, por lo que sin duda no puedo perderme el leerlo.
    Me ha encantado tu entrada y como te expresas.

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  10. ¡Hola Mariana! A esta obra la tengo super pero super pendiente. Siempre me la recomendian como una de las mejores del autor y tampoco he leido ningun libro de él aun. Aunque me esperan dos en mi estanteria. Me encanta el contexto en el que se desarrolla. Lo unico que temo es que se me vuelva tediosa. Creo que va a ser cuestion de intentar y ver que tal me parece. Me alegro de que te haya gustado. Espero tener las mismas sensaciones.
    Gracias por la reseña. Saludos!

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  11. Quizá por esa sensación permanente de deja-vu que genera la lectura del libro es por lo que no se molesta en adentrarse en definir mas a cada personaje de cada generación, porque al final son iguales que sus predecesores pero con pequeñas variantes, así cuando te hablan del siguiente te están defiendo el anterior ¿no?
    He oído hablar de la novela y por supuesto del escritor porque son verdaderos clásicos pero realmente no recuerdo haberla leído en el colegio. Así como me acuerdo de todos los libros de Miguel Delives que me toco leer, no recuerdo los de este autor aunque sea internacional.
    Supongo que en cada país leen en el colegio a los de su zona. Aunque tengo claro que una verdadera joya de la literatura...
    Te entiendo cuando dices que te da miedo hacer una reseña en particular de este libro...

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  12. Tengo muchas ganas de leer 100 años de soledad ya que me lo han recomendado muchísimo. Me ha encantado la reseña ^^

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