La mujer loca, Juan José Millás.



Los alter egos, los alter egos.
Me gusta mucho la gramática y este libro está plagado de ella. Es una historia  muy diferente y rara, que sale de lo que normalmente nos encontramos en la literatura. Es original y me dejó pensando en ciertas cuestiones muy interesantes. A pesar de que no pueda decir que me encantó, me gustó lo suficiente como para dedicarle una reseña, pues me ha impactado y me ha hecho reír a carcajadas.
Julia trabaja en una pescadería de día y estudia gramática de noche, porque está enamorada de su Jefe que también es filólogo. En sus ratos libres, ayuda a cuidar a Emérita, una enferma terminal, donde coincide con Millás, el propio escritor, que se encuentra haciendo un reportaje sobre la eutanasia y, tras sus visitas, decide novelar la vida de Julia, sin contar con que Emérita le revelará un secreto impactante que terminará involucrándolo como personaje de la novela.

Julia es un personaje ligado al lenguaje. “Escucharla era como asistir a un discurrir de conciencia, a una sucesión de monólogos encadenados”, nos cuenta el narrador, siendo esta una peculiaridad que la marca y la define, pues siempre sale de lo establecido y su rara asimetría física refleja su estado mental. Millás presenta a través del personaje ciertas patologías humanas, metiéndose entre los límites de lo que aparentemente es lo real y lo irreal, traspasando los límites entre ambos términos, que vienen dados por el lenguaje, siendo este el elemento que hace florecer el sentido del absurdo.

Partiendo de este elemento, el autor logra cohesionar y sustentar las diversas historias que se unen en La mujer loca, donde, además, combina diversos modos narrativos como la autoficción y lo metanarrativo, ligándolo con el diario y el reportaje, basándose siempre en una dualidad, un desdoblamiento entre opuestos, que conforman una historia llena de juegos de azar y viajes entre el pasado y el presente.
Entre personajes que se desdoblan y secretos encubiertos, existe más de un Millás dentro de la historia, en el acá y el de allá que se enredan y confunden, en conjunto con el que aparece como narrador, que nos cuenta la historia de Julia y Emérita, así como lo que dicen y sienten. Además, existe el Millás que acude a terapia psicoanalítica y el que redacta las páginas de su Diario de la vejez. Así, se nos hace difícil averiguar cuál es la parte real, pues todo parece más “falso que lo imaginado”. El escritor construye una “falsa novela” y un “reportaje verdadero”, reflejando ese “copia y pega” permanente que existe en el mundo que nos atañe, dejando abierta la pregunta “¿La ficción, siendo la metadona de la realidad, acaba resultando mejor que la heroína?”.

Lo cierto es que en La mujer loca no existe otro protagonista que el autor, siendo él quien junta la historia periodística de Emérita y la graciosa historia novelística de Julia, donde se desdobla para documentarse y escribir las dos historias a la vez, alimentando nuestra curiosidad y diversión. Millás describe su “esquizofrenia creativa”, ligando el psicoanálisis, la filología, el periodismo, la muerte y la vida en una novela que concluye que la “realidad”, así como la identidad humana, está repleta de claves ocultas y es la ficción aquello que nos ayuda a encontrarle un sentido.

Millás hace un homenaje a “las Julias que le hicieron sospechar del lenguaje, del lenguaje, que parecía su salvación, aunque la paz ansiosa hallada en la escritura, ahora lo comprendía, había sido una forma de conflagración no declarada”, en una novela que es una completa locura. En definitiva, un libro diferente, interesante, que me ha gustado muchísimo y que les recomiendo encarecidamente.

1 comentario:

  1. Hola :)
    Me ha encantado la reseña y me has dejado con muchas ganas de leerlo. De vez en cuando busco cosas diferentes para leer y siento que esta novela tiene muchas cosas diferentes; al menos eso es lo que me genera al leer lo que comentas.

    Muchas gracias por la reseña, saludos.

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