A través de una narración simultánea, Suniaga construye un
amplio conjunto de acciones y personajes que giran en torno a una interrogante
policial, que desencadena la intriga y sorpresa de esta novela. A la par, nos
presenta a la Isla de Margarita, vista desde la riqueza de su vida cotidiana,
su autenticidad y su pasado marcado por la degradación y la expoliación de la
que ha sido víctima. Así, nos condiciona a verla con la nostalgia de un algo
perdido, que hace de La otra isla una novela increíble.
Es un genial retrato de la Isla de Margarita desde el punto
de vista de un extranjero, que se
inmiscuye en lo que es más allá de la época vacacional, la avenida 4 de
Mayo y la Virgen del Valle. La presenta en el día a día de sus habitantes, que
no tienen una exactitud de tiempo y cuya vida surge a su ritmo, sin apuros,
descrita con párrafos amenos y casi poéticos que reafirman porqué es lo más
bonito que tiene Venezuela.
Tras el turismo, hay una Isla marcada por la violencia y los
submundos que se asemejan a las peleas de gallos, que Suniaga logra mostrarnos con la elocuencia
propia de un narrador de su clase. Es, precisamente, lo que dice su título: La
otra isla, la que sólo sus margariteños conocen, a través de una trama policial
que le sirve como telón de fondo para mostrar el alma de sus personajes,
sobretodo de Benítez y Wolfgang, a quienes contrapone entre el fracaso y el
altruismo, logrando develar a un país
atestado por una barbarie capaz de corromper cualquier signo de civilización.
Es, sin duda, una novela trabajada con maestría que se pasea
por temas interesantes y que aparece como una de las mejores obras de la
narrativa venezolana en los últimos años. La otra isla es un libro excelso, que
parte de la búsqueda para establecer una reflexión sobre las armas que tiene el
hombre (venezolano) para enfrentarse al mundo y acabar con él. En definitiva,
increíble.
«La otra isla, la que
comparte el sol, la brisa y el mar azules, la isla invisible pero espesa donde
todo se posterga, la isla sin tiempo del mañana, mañana, la de todas las
miserias, la isla donde anida la tristeza, escondida tras una sonrisa, la que
obliga a vivir sin hipótesis y a morir de la misma manera».
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