Ninguna eternidad como la mía, Ángeles Mastretta, #LEOAUTORASOCT.


Mastretta demuestra que las pasiones cortas y efímeras son aquellas que dejan la huella más profunda en el alma, a través de Isabel que, al bailar, descubre el motor de su existencia y el motivo para desbordar la pasión que lleva en el alma, entregándose al abismo del poeta Javier. Así como la danza y el amor, esta historia se pasea por las calles de la Ciudad de México durante la segunda mitad del siglo XX, construyendo una novela que liga estos tres elementos y que baila sin parar. La autora reitera su talento en Ninguna eternidad como la mía, pues en una historia tan pequeña y sencilla, logra crear un contraste lleno de belleza, donde sus personajes describen preciosas maneras de enamorarse.

En apenas 65 páginas de pura belleza, la escritora reflexiona sobre que nada es para siempre, ni el dolor, ni la felicidad, y eso es un alivio, pues aborda las desgracias que acompañan a los amores que nos quedan para siempre, aunque deban irse, como una cometa que ilumina todo a su paso.

Ninguna eternidad como la mía es una historia deliciosa, de esas que pocas hay y de las que dejan en el lector una huella imborrable con sus fragmentos y frases, pues es la historia que cualquiera de nosotras podría experimentar; el relato de una mujer que experimenta el amor, simple, cualquiera, sin nada sobresaliente, de esas que podrías cruzarte en la vida y que termina, demostrando que no todo dura para siempre.

Ángeles Mastretta siempre tiene la capacidad de construir personajes fuertes, decididos, apasionados, con los que logro identificarme a menudo. En definitiva, una novela con la que descubrí cosas de mí que no conocía y que sacó a la luz cosas que subyacen muy dentro de mí.

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