"Catalina nunca
imaginó que la prosperidad y la felicidad de las niñas de su generación estaban
condicionados por la talla de su brasiere”.
He estado leyendo
todas las obras que tienen que ver con la violencia colombiana y que,
normalmente, muestran realidades de mujeres cercanas a mí, pero muy diferentes
a la mía. Sin tetas no hay paraíso era una lectura obligatoria dentro de este
apartado, y ha sido una cruda y buena elección.
Catalina tiene 14
años y una talla de sostén muy pequeña. Quiere una vida de lujos, que espera
lograr siendo una prostituta para la mafia colombiana. Sin embargo, cuando es
rechazada por un narco gracias a sus “tetas pequeñas”, sabe que necesita unos
implantes. Ella hará lo que sea por conseguir el dinero para ello, sin embargo,
no sabe que al concretar su operación y lograr todo el dinero que tiene, se
sumergirá en una ambición desmedida que termina por acabar con ella, donde
Bolívar expone el materialismo contemporánea y cómo en el mundo actual nos
ocultamos tras la apariencia física, donde trata el juzgamiento machista de la
mujer por medio de su escote.
Bolívar nos habla de
una realidad ignorada, la de muchas jovencitas colombianas que ven en el mundo
de los narcos la salida a su pobreza, venden su dignidad por algo como el
dinero, teniendo en la operación el pase directo a ser el objeto de deseo de
los delincuentes sin almas, que las mantienen por un momento de placer. Pero
Catalina quiere ser la novia de un traquetero, no una simple chica de un rato,
siendo ignorada por su familia al vender su virginidad para operarse, donde se
presencia una escena denigrante, ya que el tipo en cuestión la rechaza porque
sin tetas se ve muy niña y le recuerda a su hija, por lo que termina
entregándose a uno de los señores de la droga que no le paga, aunque logra
convertirse en una de las chicas prepago favoritas de los narcos.
Esta es una historia llena de rufianes y sinvergüenzas de la peor calaña, dispuestos a aprovecharse de unas niñas pobres, desesperadas y tontas, que hacen los “favores” que sean necesarios para conseguir sus operaciones, hasta conseguirse con Marcial Barrera, un narco viejo, a punto de retirarse y que está dispuesto a hacerla su sexta mujer y llevarla al paraíso deseado, solo que es en ese momento cuando descubre que sus implantes están mal, que son usados y que tienen que retirarle sus adoradas tetas, en las que ve su prosperidad, viviendo feliz e ignorante en un mundo lleno de traiciones y corrupción, terminando con quien menos se lo espera y de la manera más sorprendida posible, leyendo un pasaje sobre el paraíso y sus maravillas, garabateando con rabia "Pura mierda... ¡Sin tetas no hay paraíso!"
En definitiva,
una novela que muestra a una chica que fue en busca de su paraíso y sólo
encontró corrupción, mentiras, engaño y soledad, dejando de lado su dignifica porque
sin tetas, no hay paraíso, que abarca temas como el narcotráfico en las
generaciones actuales, la explotación de menores, la prostitución infantil y la
falta de valores que muestran un panorama gris en el continente
latinoamericano, donde los personajes están “justificados”, por su entorno,
donde es la falta de educación lo que los lleva a todos a los enredos que
viven, con un estilo sencillo, que presenta a Catalina con todo su entusiasmo y
esfuerzo por emerger de su pobreza, haciendo un diagnóstico social, ofreciendo
un drama urbano de forma simple, con contenidos que no lo son.
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