Este es el libro más hermoso que Montero ha
hecho.
Rosa Montero se ha ganado mi corazón poquito
a poquito, despacito como el amor de
verdad. En cada una de sus obras, ha ido construyendo un inmenso amor en mi
hacia su narrativa, en cada entrega me enamora y me fascina más, es increíble
la cantidad de talento que tiene, que vuelve a demostrar en La ridícula idea de
no volver a verte, su libro, para mí, más hermoso, que habla sobre la vida, dejando
de lado la muerte.
Y es así como Rosa Montero parte de la excusa
de desbrozar el Diario íntimo de Marie Curie (escrito en 1906 después de la
muerte de su esposo) para explorar su magnitud profesional en una época en la
que a las mujeres no se les permitía hacer casi nada, hablando desde el dolor
de esa mujer tratando de entender el suyo y vaciarse en esos relatos
inolvidables que tanto la caracterizan, en una compleja construcción emocional
que llena de significado a sus obras, que constatan que vivir consiste en ir
sumando preguntas sin respuestas.
Porque “La ridícula idea de no volver a verte”
es una obra llena de vida, que habla de muerte y de duelo, que dice que "La
literatura es un arma poderosa contra el mal y el dolor", con la que
expresa el dolor que le causó la muerte de su esposo Pablo Lizcano en el 2009,
en el que también desentraña el papel de la mujer en la sociedad y reflexiona
sobre una serie de palabras que le hacen “ecos” en su cabeza, demostrando que
el escritor busca “es atrapar un pellizco de esa cosa vibrátil y huidiza que es
la vida", y que este libro le ha hecho sentir como si la vida le “estallara
entre las manos, casi como si fuera un bombón de licor, que te lo metes en la
boca y te la llena de sabor".
Rosa Montero escribe con “ganas de
contar su historia a (su) mi manera. Ganas de usar su vida, como vara de medir
para entender la mía”, donde la muerte es el punto de conexión entre ambas. La
escritora mira su propio dolor desde la revisión de los relatos del diario de
Marie Curie, describiendo con gran riqueza las vivencias por las que pasan los
que pierden a un ser querido, donde el lector encuentra profundas reflexiones
sobre las formas en las que nos enfrentamos a la muerte, partiendo de la
inmensidad del dolor, que hace que su tiempo se detenga en el momento en el que
parte la persona a la que ama y narra la manera en la que se impregna en su
memoria los detalles de ese momento; que llevan a lo ridículo que sería “no
volver a verte”, con la ausencia de la palabra para expresar el desgarro del
alma que se produce cuando alguien que ocupaba un espacio tan grande para ti ya
no está, así como de la imposibilidad de asumir palabras absolutas (“siempre, nunca, palabras absolutas que no podemos comprender siendo como
somos pequeñas criaturas atrapadas en nuestro pequeño tiempo”).
Y así como Curie comienza a escribir
su diario luego de la muerte de su marido, Montero lo hace con La ridícula idea
de no volver a verte, como forma de ponerle nombre a cada uno de sus
sentimientos, para mantener el lazo con su esposo muerto y para mantener vivos
todos los momentos compartidos con él, como forma de no olvidarle, pues “acarremos a nuestros muertos subidos a nuestra espalda… Los llevamos
dentro, somos su memoria”, que la escritora utiliza para poner de frente al
suyo, donde la palabra ocupa un lugar central, que denominada cada emoción y
narra su historia y la de sí misma. “Para vivir tenemos que narrarnos… Nuestra memoria en realidad es un
invento, un cuento que vamos reescribiendo día a día”, dice la española, para
darle sentido, construyendo puentes sobre las fisuras, escribiendo finales para
decir lo que no se dijo y despedirse después de que no se tuvo la oportunidad,
llenando ese espacio vacío, porque “los humanos nos defendemos del dolor sin
sentido adornándolo con la sensatez de la belleza Aplastamos carbones con las
manos desnudas y a veces conseguimos que aparezcan diamantes”..
Ve a la muerte como el juego de las escondidas, ya que nos pasamos la
vida en un millón de actividades sin pensar que tenemos un fin, y cuando llega
y nos damos cuenta de que somos mortales, se ha agotado nuestro tiempo. Este
zarpazo de la Parca se hace patente en la vida de esta escritora, que concluye
que la muerte marca la memoria, llevándonos a revivir los últimos momentos de
la vida de Pablo, lamentándose por no haber aprovechado el tiempo, por no haber
hecho las cosas de una forma distinta, a lo que dice que no le damos espacio a
la vivencia del duelo, que tratamos como una enfermedad de la que hay que
curarse, como si existiera un protocolo que cumplir, dándole valor en las
vivencias de estas dos mujeres, que usan el dolor sin intentar dar
instrucciones, ni mucho menos seguirlas, solo entregar un testimonio de eso que
las une, porque nunca podrán recuperarse de ese dolor, poniendo a la muerte
como parte de la vida, recogiendo la vida de ambas, con una prosa descriptiva y
cargada de imágenes, que le quitan el tono trágico a la novela y que le ponen
belleza y naturalidad a ese dolor.
En definitiva, “La
ridícula idea de no volver a verte” es un exorcismo literario, una despedida y
una oda a la muerte como parte de la vida, que se ha convertido en un libro
indispensable y que les recomiendo desde el fondo de mi corazón, porque una vez
más Montero nos adentra en sus obsesiones, asombros y descubrimientos, en los
que parecemos escucharla contando una historia conmovedora, que recupera con la
escritura de la vida ajena, parte de su propia vida, con un estilo intenso y
emocional, donde habla de la pasión amorosa de la muerte, y construye un libro
arriesgado que encierra en el corazón las ganas de hablarnos de eso que llaman
vida.
Fue el primer libro que leí de Rosa. Esperaba otra cosa, y con esto quiero decir que me sorprendió; no es que esperara algo mejor o peor, pero si otro ambiente. Sin embargo para ser un libro bibliográfico-documental, Rosa consigue captar muy bien la esencia de la vida, supo combinar su experiencia de vida con la de Marie Curie.
ResponderEliminarEste es de esos libros que terminan siendo subrayados y releídos más de una vez.
Gracias por la reseña! Un saludo.