Hace un par de
años leí a Santiago Posteguillo con La sangre de los libros, donde mencionaba a
Mujeres de ojos grandes, escrito por Ángeles Mastretta, que he tenido la dicha
de leer este año y que se va directo a mis favoritos.
Mujeres de ojos
grandes es un conjunto de 37 cuentos cortos, contados en tercera persona por la
misma narradora, que conoce muy bien a las protagonistas y que se adentra en
sus más recónditos pensamientos, intenciones y acciones, dando como resultado
una colección de 37 tías, que exponen un delicado contrapunto entre las expectativas
de género, o sea, lo que es aceptable en la sociedad y esperado del
comportamiento entre hombres y mujeres, con todo lo que son capaces se sentir,
creer pensar, imaginar y vivir.
Mastretta
introduce un estilo sutil y creativo que nos lleva a ver en cada una de las
historias una protagonista única y especial con ojos grandes. Tales tías
reciben la instrucción y la compañía de madres, hermanas, abuelas, primas y
sobrinas, para aprender a cumplir sus papeles, en quienes encuentran
complicidad y fuerza para atreverse a ser mujeres.
Se introduce en temas
como el cuerpo, la aceptación, la sexualidad, la libertad, la religión, la
soltería, la infidelidad y múltiples esquemas en diversas relaciones, así como
las que hay entre el padre – hijo – esposo, las prohibidas, el tabú del
incesto, entre otros, que aborda con una sutil normalidad, llena de ingenuidad
e ironía, que resquebraja las certezas, las leyes naturales y las verdades
establecidas, hechas por una sociedad patriarcal y sus instituciones: el
derecho, la familia y la religión.
La primera que
introduce es latía Leonor, que “a los 17 años, se casó con la cabeza y con un
hombre que era justo lo que una cabeza elige para cursar la vida”, que nunca le
falló en nada de lo que una mujer debía y podía desear, sin embargo, tuvo
tiempo y oportunidad de encontrar la complicidad en su abuela, que la lleva a
liberarse de lo que en otros momentos le advertía, concluyendo que “hay más
vida que tiempo”.
Por su parte, la
tía Fernanda es la segunda, que tuvo la habilidad de hacer que en su rutina le
cupieran las obligaciones de ser madre de nueve hijos, esposa abnegada y
cristiana entregada. Lo único que la desajustaba era la “cadencia” a causa de
su extravío, pues hasta en su cuerpo se le notaba la generosidad del caos en el
que vivía, por lo que discutía con Dios, a lo que le decía que no le parecía
justo, pues con tanta prima soltera, ella tenía un desbarajuste en todo su
cuerpo, y al desaparecer el dueño de esta cadencia, pasó “doce horas seguidas
entre mocos y lágrimas”, con té de azar y valeriana, hasta que la “Divina
providencia” le tuvo piedad.
Así se le van sumando
tías y tías, como Leonor, Elena, Cristina, Rosa, entre muchas otras, hasta
llegar a la 37, que nos invitan a pensar y a sonreír con sus inocentes y
audaces andanzas, en las que se atreven a cuestionar el orden de las cosas,
colocando en cuestionamiento las normas socialmente establecidas por otros para
que ellas las cumplan, haciendo de Mujeres de ojos grandes un recuento de
cuentos inteligentes, divertidos y críticos, pues es posible encontrar en sus
historias algunas sombras de nuestras amigas, vecinas, familias, enemigas y,
sobretodo, de nosotras mismas, siendo una historia que busca divulgar entre
mujeres y hombres un orden diferente de lo que ya quedó dicho.
Los cuentos que
componen Mujeres de ojos grandes forman una antología de retratos femeninos que
giran en torno a las tías de la narradora, que se organizan como si estuviera
hojeando un viejo álbum familiar, juntado añicos de personajes y escenarios,
haciendo un collage de los distintos
tipos de mujeres, que imprime al texto un sabor de oralidad, que se vuelve el espejo
de historias oídas fuera y dentro de casa, a través de una palabra sencilla que
revela lo cotidiano y exhibe las subjetividades ignoradas, en un mundo en el
que la disonancia entre los géneros viene dada por el malestar de las mujeres,
diferenciadas como objetos del género masculino.
Es así como
Mastretta presenta a sus tías y las caracteriza de forma única, ofreciendo al
lector el diagnóstico instantáneo que se contradice en el plano de la tradición
social y mediante esas mujeres se desvela su personalidad, con acontecimientos
que sacan de las tías su inexpresivo yo, que desmorona los estereotipos que se
les han designado, dejando de lado los clichés normalmente trabajados.
En definitiva, una
obra distinta, que presenta un buen número de relatos que se pueden ir leyendo
con calma y que pone sobre la mesa a un montón de personalidades femeninas muy
distintas e iguales entre sí, que prefiero que descubran por sí mismos, porque
les aseguro que no se van a arrepentir.
hola mariana! llegamos despues de muchisimo tiempo, y muy maravilladas con esta magnifica obra y magnifica entrada, es fantastica de verdad, nos gusta todo lo que escribe esta autora asi que nos sumamos a tu recomendacion!te pegamos en el muro y prometemos volver, saludosbuhos.
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