Tremendo libro.
Los platos del diablo es una novela
complicada. De esas que necesitan ser reposadas para poder asimilarlas. Y aún
así, la gente dice que en Venezuela no se escribe bien. Es el primer libro que
leo del escritor y concluyo que es una novela asombrosa, dentro del relato
negro, donde la literatura se escribe a sí misma, en una especie de crónica
policíaca, llena de humor satírico.
En un relato fuera de lo común en nuestras
letras, Liendo propone un enigma que gira alrededor de un manuscrito que cayó
en las manos equivocadas. Así, construye una trama que aborda el universo de la
creación literaria, en una novela con dos caras: la narración intelectual sobre
la literatura y la ficción policial, equilibradas para construir un final
memorable.
Nos presenta a tres personajes sumamente
complicados. Primero, tenemos a Ricardo Azolar que se esfuerza por escribir y
que trabaja en una editorial. Desde pequeño determinó que sería escritor y que
escribiría una obra que lo catapultara al Olimpo literario, que fuera recordada
por todos. Sin embargo, no logra encontrar esa perfección dentro de la
escritura que buscaba, pues ninguna le parecía suficiente para perpetuarse en
el tiempo. Por su parte, Daniel Valencia es de esos escritores que escribe sin
esperar el éxito rotundo. Hace el ejercicio de la escritura, dejando de lado la
aprobación del lector.
Ambos encarnan dos figuras de “escritor”
completamente distintas. Azolar es solitario y ha vivido rodeado por la
lectura, dejando de lado otro tipo de actividades. Valencia, por su parte, es
todo lo contrario, un escritor atípico, que escribe por gusto y no necesariamente
por oficio u obligación.
Se unen mediante la presencia femenina:
Lisbeth, pues ambos se enamoran de ella, dando origen a la ficción de la
novela, donde nacen los celos y la insatisfacción, que llevan a un crimen que
conocemos desde el principio, convirtiéndose así en una trama circular donde el
problema es encontrar el punto de quiebre que desató esa medida.
Mediante la trama policial reafirma el
sentido literario, pues el motivo del crimen es el plagio de un manuscrito con
el que Azolar se consagra finalmente. Cuando es descubierto, nos damos cuenta
de que la literatura que tanto lo atrapa y que tanto luchó por tener es la
causante de su tragedia personal, vinculada a la insatisfacción del éxito falso
que había levantado. De esta manera, en Los platos del diablo, la literatura es
el centro, el objetivo y la idea de existencia, en un relato reflexivo que
presenta a dos personajes que son opuestos y que se desdoblan (imposibilidad de
creación frente al talento nato).
En definitiva, Los platos del diablo es una
novela corta pero intensa, que habla de la literatura dentro de la literatura,
siendo este el motivo de toda la trama, que hace un homenaje a la misma y que
se debate sobre la creación, en un tiempo cíclico que va y viene, en una
especie de prolepsis que comienza con el final y que a medida que avanza, da
comienzo a una retrospectiva de los hechos, contada en tercera persona desde el
pasado. Un libro imprescindible para todo aquel que se considere lector.
No hay comentarios:
Publicar un comentario