Veinte merengues de amor y una bachata desesperada, Juan Carlos Méndez Guédez

 
Desde que me dejaste, la ventanita del amor se me cerró.

Me encanta la pachanga. No puedo negarlo. Me mata la música y me gusta bailarla. Así que cuando ví este libro, supe que debía leerlo, pues con ese título y su contraportada que contiene diversos títulos de los merengues más sabrosos que hay, Veinte poemas de amor y una bachata desesperada prometía ser una lectura distinta y llena de sabor.

Quien haya ido a una fiesta venezolana y no haya escuchado y bailado por lo menos una de estas canciones no lleva vida. A través de las casi cien páginas que componen este libro, Méndez Guédez construye un juego literario, compuesto por veinte mini relatos casi independientes, que llevan el nombre de un famoso merengue de los ochenta y que se enlazan a la trama principal, que lleva por nombre una bachata y que narra una noche de rumba caraqueña, donde Neftalí e aferra al ron para evadir a las dos mujeres de su pasado que boicotean su fiesta.  Así, el escritor nos lleva a bailar con ellos y a brindar por el amor que tanto nos perturba, dejando en nosotros la sensación de haber bailado toda la noche y tener resaca de recuerdos queridos.

En su novela, condensa la melancolía, el humor negro y el desengaño amoroso que esconden las letras de las canciones que selecciona, reflejando lo que es una fiesta caraqueña y lo que trae consigo. Con una prosa bien trabajada y muy a la venezolana, presenta personajes marcados y, en particular, afectados por la figura de Neruda que trastornó la vida de quienes protagonizan esta historia, dejando claro que la lectura es incluso un acto peligroso.

El escritor afirma que de no ser escritor, cantaría merengues de los ochenta y lo demuestra en su libro, que es una fiesta que trae consigo la nostalgia de la Venezuela de finales del siglo XX y la convierte en un “amor complicado”, conjugado con su obsesión y trauma con la figura de Neruda que salva a dos mil hombres, pero que abandona a su hija y que persigue a Neftalí hasta arruinarlo como ser humano.
 
Así, entre líneas deja ver que su personaje es muy él y que canciones como “La quiero a morir” (mi favorita, por cierto) , “Noches de fantasía” , “Marejada”, “Una fotografía”, “La ventanita” y pare usted de contar, resumen un pedazo de su vida. En Veinte merengues de amor y una bachata desesperada hace un homenaje al género a través de una fiesta que rememora esos años de juventud que ya se han ido, pero cuya música sigue sonando en cada fiesta, porque rumba que se respeta tiene la alegría del merengue como elemento principal.

Concluye que el merengue te permite bailar y conectar con lo más íntimo del otro. Bien sea por la letra, el bamboleo o el ritmo, así es. Veinte merengues de amor y una bachata desesperada refleja cómo a través de la música en una rumba puede salir volando la tristeza de lo que algún día fuimos, de lo que algún día pasó. A través de ese inusual triángulo amoroso, refleja los recuerdos del pasado y la nostalgia que produce en aquellos que ven su juventud perdida en esas canciones,  y que proyectan sobre esa joven que forma parte de su memoria y que les muestra que, para bien o para mal, la vida continúa.

En definitiva, una novela pa’ los que nos gusta bailar, para los que no saben bailar, para los que les gusta esa música y para los que se resisten a admitir que es lo máximo. Juan Carlos Méndez Guédez demuestra todo lo que pasa en ese pequeño universo que llaman rumba y presenta una historia llena de dolor, desgaste y rencor en un amor marcado por la figura de un Neruda que abandona,  que rescata, que trae consigo el sufrimiento, pero que logra dejar de lado todo lo que arrastran en el sonido de esa bachata.

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