Ciudad abandonada en el fondo de mi corazón, Laura Antillano.



Sé que entre lectores es casi un pecado juzgar a los libros por sus portadas. Sin embargo, esto se me hizo inevitable con Ciudad abandonada en el fondo de mi corazón. Esa foto que acompaña la carátula del libro me trasmite melancolía, que últimamente es el sentimiento que me llena al pensar en mi ciudad, acompañada de la célebre frase de Aquiles Nazoa, que pertenece a uno de sus poemas y que alude a eso que los venezolanos nos llena de flores el corazón.

Antillano tiene una prosa simple y transparente, con la que relata historias propias de una ciudad violenta, llena de personajes que se alimentan de sus hechos y que comparten un suceso que marcó a toda una generación: el caracazo. A través de ello, la autora consigue hacer un bosquejo de la humanidad y mostrar una sociedad que ama, padece y convive, llena de intrigas y verdades, con los 80 de fondo, armando la definición del “venezolano” a partir de aquello que lo marca y lo hostiliza.

Comienza con Leticia, una periodista que debe cubrir una noticia horrible, llena de violencia. Es inteligente, sensible y comprometida, cosa  que la convierte inestable. Luego, tenemos a Julieta, que se ve envuelta en un asalto a una camionetica y que termina en un encuentro sexual bastante fuerte, lleno de violencia y placer. Así, se exilia de su pasado y de su pueblo que no quiere recordar, para llegar a Caracas a replantearse su vida. Por su parte, Diógenes es profesor universitario y dueño de una librería que comparte con su esposa. Recuerda su época de estudiante con sus libros y se replantea su labor como docente, sin encontrar las respuestas que necesita.  Así, los personajes construyen una Caracas viciada, marcada, que los transforma y deja huellas imborrables en sus vidas.

Leerla es como ver una película. Laura Antillano posee una narrativa llena de imágenes que desarrolla con palabras. Construye personajes entrañables, con vida e historia propia y particular, que enfrentan a la ciudad desde su perspectiva. Es ella la verdadera protagonista, el telón de fondo lleno de significados y sentidos, que da pie a que se escriba sobre ella una historia social, siempre llena de violencia. Maneja un lenguaje  fluido, cercano y profundo, que nos sumerge en conflictos humanos, a través de diversos personajes, que presenta desde distintos puntos. Para ellos, Caracas es el punto de partida y el regreso, presentándose en una dimensión particular, como ente principal y cubierta de claroscuros, bondadosa y agresiva con quienes la habitamos.

Las diversas tramas que construyen le permiten retratar la década de los 80 en Venezuela. Una etapa de transición llena de desencanto colectivo y caos cultural, dando origen al caracazo, marcado por la desobediencia civil y la revuelta, que presenta mediante anécdotas narradas por los personajes y que logran demostrar las vicisitudes y circunstancias que se desarrollaron durante el hecho en cuestión. Recordemos que fue un acontecimiento histórico protagonizado por el ciudadano de a pie, rodeado de impunidad y pobreza, por lo que los héroes y villanos están representados por individuos normales, locales, como tú y como yo, en el anonimato de la pobreza. Dichos seres aluden al hecho histórico y se han forjado en la inestabilidad en la que están sumergidos.

Sin duda alguna, Ciudad abandonada en el fondo de mi corazón es una novela de personajes particulares, que encarnan a su modo algún tipo de ideal. Tal es el caso de Conrado o Hendry José, que vive bajo un camuflaje y que “toma justicia por su propia mano, sin respetar las leyes”, cargado de enigmas, valorado y humanizado, encontrando una justificación en cada una de las acciones que ejecuta al margen de la norma, convirtiéndose en una especie de Robin Hood caraqueño (y medio malandro).

Otro ejemplo que podemos tomar es el de Graciela, que ve en irse del país la mejor oportunidad de todas. Trabajadora y responsable,  desde  muy joven se ha esforzado para conseguir lo que tiene. Es la encargada de la peluquería Rizos de Oro y la mamá de Cecilia, a quien no ve desde hace once años, pues se encuentra internada en un colegio suizo. Solo se tienen la una a la otra, pero se niega a que su hija regrese a Venezuela, asegurándole “una mejor vida, y un mejor futuro”.

Por su parte, Julieta viene de su pueblo a la capital para asegurarse un futuro. Ella forma parte de ese grupo de personas que lucha por una vida más natural y menos contaminada. Representa ese ideal de superación que no prospera por la hostilidad que la rodea. De la misma forma, tenemos a Diógenes y su esposa, que simbolizan el pasado irrecuperable.

Así, suma una cantidad increíble de personajes esenciales que muestran la cultura y sociedad de los 80 en Venezuela y que forman un preludio para lo que ocurrió en febrero del 89. Leticia debe cubrir el tan esperado reportaje de las elecciones que se desarrollaban, donde se prometía equilibrar una economía en debacle, llena de inflación, desabastecimiento y represión. Cosa que no se aleja mucho de nuestra realidad.

Ciudad abandonada en el fondo de mi corazón se compone de pequeñas piezas que muestran a una ciudad al borde del precipicio, que deja marcas en cada uno de sus personajes y que invita a la reflexión. Publicado en el 2012 y basado en los 80, nos lleva a cuestionarnos realmente ¿cuánto hemos cambiado? Aparentemente nada. El caracazo es sólo un mínimo reflejo de nuestra situación en el siglo XXI, a diferencia de que frente a la escasez, la represión, la violencia y la inflación, aún no logramos alzarnos como sociedad frente a esto que nos oprime. En definitiva, un libro increíble, narrado con una sutileza y una prosa preciosa, que mira al pasado para recordarnos lo cíclico del tiempo y lo importante de conocer nuestra historia. La novela de Laura Antillano conforma un aporte que refleja la caracterización del venezolano, partiendo de la valentía con la que sus personajes afrontan las circunstancias y aprenden a no callarse frente a las injusticias. Cosa que deberíamos aprender.

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