Nunca
había leído nada de Laura Restrepo, pero lo cierto es que este año me propuse
leer todos los libros ganadores del Premio Alfaguara y Delirio, su novela,
figura como la galardonada del 2004. Lo bueno es que me ha encantado y que se
va directo a mi top de favoritos de este año.
Delirio
es una historia de premoniciones, engaños y secretos. Desde su inicio, se nos
presenta una situación extrema: Aguilar, un ex profesor de literatura, regresa
de un corto viaje familiar y encuentra a su esposa Agustina vuelta loca. Así, nos vemos
obligados a desempeñar el papel de testigos, dentro de la investigación que el
personaje emprende, con el fin de descubrir cómo su esposa perdió la cabeza.
Dentro de su investigación, hay un montón
de escenas y situaciones diversas que van de la tristeza a la gracia, que
muestran las diversas capas de la sociedad colombiana, develando así su
dependencia al negocio del siglo: el narcotráfico.
Esta
es una novela que nos permite reflexionar sobre lo que somos como
mundo, descubriendo lo que se esconde tras la verdad, pues Restrepo destapa a
una clase alta corrupta y doble moral, que financia al narcotráfico y que se
proclama pulcra y religiosa. A partir de este escenario, la escritora
se inmiscuye en la historia de los abuelos de Agustina, marcados por el delirio
y la locura que traspasan a su nieta. De esta manera, ella
cruzan dos historias que se alimentan mutuamente para brindar un panorama
complejo del universo que encapsula la novela, que habla de múltiples temas y
que es un "un gran pastel, donde el único que se da cuenta de todo
es el pastelero”, como lo dice la escritora.
Me
gusta mucho que Agustina, a pesar de ser el eje del relato, no emprende ninguna
acción: no habla, no actúa, no hace nada. Ella solo escucha diferentes episodios
de su vida, narrados por sus amigos y sus familiares, que aparecen poco a poco
para hablar de ella, mientras permanece muda. Tal vez su mejor caracterización,
y la que a mi más me gusta, es la que Aguilar, su esposo, describe, cuando
afirma que “Agustina es un perro famélico y malherido que
quisiera volver a casa y no lo logra, y al minuto siguiente es un perro
vagabundo que ni siquiera recuerda que alguna vez tuvo casa”.
A medida que pierde el
control sobre sí misma, la acción recae sobre su esposo, gracias a su búsqueda
del porqué.
Al final, es él quien realiza toda la acción, a pesar de que no logra nada. En
consecuencia, Restrepo construye a dos protagonistas nada convencionales, que
no llegan a ningún sitio y que caminan en círculos hacia ninguna parte. Así, se
narra la crisis en la
que han entrado los personajes, a través se secuencias fuera de lo común, donde
no hay acción, ni puntos claves. Además, todos los caracteres tienen un
rasgo excepcional, que los convierte en locos y que los lleva a
resignarse al destino que se les ha impuesto.
Partiendo de esto, Restrepo lleva un curso
discontinuo, con saltos temporales y espaciales, que rompen el esquema clásico
y se introducen en un enfoque posmoderno, que se pasea entre la infancia de
Agustina y su actual locura, a través de un estilo fluido y excéntrico , que deja que la palabra tome las
riendas y que no se enmarca en convicciones ni reglas ortográficas,
convirtiendo así a la novela, como a la protagonista, en un sin sentido.
En la obra, encontramos el tema de la ciudad y sus
conflictos latentes a medida que avanza la lectura. Los personajes habitan en
una ciudad en guerra, que los lleva a luchar contra ellos mismos, mientras que
la individualidad y la hipocresía reinan, en un mundo que, en vez de acoger
a sus habitantes, los repele.
Asimismo,
la escritora hace una caracterización distinta a la mujer de acuerdo a su nivel
socioeconómico, construyendo figuras femeninas contrarias y antiéticas. Por
un lado, Agustina, la loca, y por otro, Anita, la empleada del hotel donde
Agustina enloquece, que vive en un barrio de Bogotá y que es el alterego del
personaje principal. Sin embargo, pese a sus diferencias, ambas se
complementan, constituyendo una némesis bastante interesante, ya que mientras
una vive con los pies en la tierra, la otra prefiere volar por las
nubes.
De igual forma, la autora cuenta con un universo
narrativo en el que juega con el tiempo y el espacio, haciendo de Delirio una
de las novelas más influyentes de la narrativa latinoamericana del siglo XXI,
pues en ella combina varios elementos como el existencialismo, la
religión, la superstición, la emoción y un sinfín de temas más, que forman
parte de la novela contemporánea y de la vida y que, sobre todo, le permiten
denunciar la doble moral de las clases poderosas, a través de personajes que
desentrañan a pulso las verdades de este mundillo. Es por ello que Restrepo
presenta el secreto como algo visible, la ceguera moral como un castigo
impuesto y el encierro como técnica de auto sometimiento para la redención,
usando la pragmática literaria para proponer una lectura que interpreta la
locura desde el delirio, en una apuesta filosófica.
Dicho
esto, podemos afirmar entonces que, en cierto modo, el principio de la novela
es el final de Agustina, pues el delirio supone una
inconsistencia, una perturbación y un enamoramiento de lo absurdo, ya que si la
realidad narrada es extrema, no se puede usar un aparato narrativo que trate de
contenerla, por eso la novela parece invitar al lector a delirar, porque en la mente
de Agustina, Bogotá se arma y se desarma, apretando y desatando los nudos de la
moral tejen a la sociedad colombiana, donde el secreto está ligado a la culpa,
en un entorno conservador.
Es por ello que Restrepo propone que sí, el delirio disloca y estalla, pero muchas veces también conserva y restaura,
a través de una novela que es un dilema en sí misma y que, gracias a presentar
a Colombia como un disparate absoluto, reflexiona sobre la veracidad de la
droga, que aparece en la novela como un elemento social que proviene del veneno más fuerte: la falsa moral, que desaparece en el final de la novela,
donde todo vuelve a su cauce gracias a la morfina que se aplica para que todo
desaparezca, dejando ver que tal vez la que está loca no es
Agustina, sino la sociedad.
Agustina, que puede ser cualquier cosa, es invadida por fuerzas externas, que hablan por ella y que la hacen delirar, a través destellos que son parte de ella y que conforman un secreto que la mueve y la mantiene en un auto engaño, que la lleva a silenciarse para encubrir cosas horribles, en un proceso de amo - esclavo que la lleva a la locura y a ser “clarividente y ciega a la vez”, a la par que se alza como un reflejo de lo que somos como latinoamericanos, huyéndole siempre al reflejo y optando por el olvido voluntario y las amnesias compartidas, creando una falsa estabilidad, que nace de la perturbadora realidad, donde no nos atrevemos a abrir los ojos, pues sabemos que solo veremos oscuridad.
En
definitiva, una novela que se rige entre los lazos de la razón y el
capitalismo, la conciencia y el poder, debatiéndose entre dos, concluyendo que la
igualdad es ilegal. Así, Restrepo
devela una verdad que nos atraviesa socialmente y que la hace digna ganadora
del Premio Alfaguara, pues habla de la moral que rodea a las altas clases
colombianas, donde el narcotráfico es el punto de quiebre que,
paradójicamente, los mantiene unidos. Este es un libro
que no pueden dejar de leer, pues mediante la figura del delirio, nos invita a
surcar lo falso para romperlo y cortarlo, con el fin de remediar el yo, al
mejor estilo de Agustina, y trabajar hacia una recuperación mundial que tanto
urge.
¡Hola!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu reseña, desde hace un tiempo quería leer este libro pero no me animaba mucho, ahora está entre uno de mis pendientes de estas vacaciones.
Yo soy venezolana y me da orgullo que en este mundo literario también se encuentren otras personas de mi nación.
¡Besos! Sigue así
Espantoso el libro...no lo recomiendo
ResponderEliminarCoincido. Meses para lograr terminarlo porque no podía avanzar página
Eliminarsuper gracias!!!
ResponderEliminarEcxelente libro.!!! Que genios escritores tenemos en Latinoamérica. Un orgullo
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