El vuelo de la
reina fue el libro ganador del Premio Alfaguara en el 2002 y era uno de los
galardonados que más me llamaba la atención.
Los críticos
dicen que Tomás Eloy Martínez tiene la tendencia suicida de arrojarse al abismo
y salir ileso, o por lo menos vivo para contarlo. Cada una de sus obras se construye en un proceso que
va entre la realidad y la ficción,
cargado de facetas contradictorias y ambiguas sobre la existencia, haciendo
hincapié en episodios políticos, secuestros y asesinatos, recurrentes en
Latinoamérica.
El vuelo de la
reina no es la excepción, pues la novela se centra en el todopoderoso director
de un periódico argentino que se obsesiona con Reina Remis, una periodista
reconocida que tiene la mitad de su edad. A partir de allí, Tomás Eloy Martínez construye una novela
irresistible sobre el deseo, el poder y su proyección en la realidad, a través
de episodios concurrentes, donde la
corrupción política y la impunidad son el pan de cada día, construyendo así una
historia que es un reflejo de la vida del latinoamericano en todo su
esplendor.
A partir de esta
historia, Martínez nos pasea por un país lleno de pobreza y corrupción,
partiendo del suicidio del ex presidente de la República que parece justificar
la relación entre la Reina y el director. Así, esta es una novela de
personajes, que hablan de violencia, manías y amor en todas sus formas.
El escritor analiza a una Buenos Aires
corrupta, llena de poder, riquezas, perversiones, en una trama llena de
realidad, que parte de la figura del antihéroe para mostrar la debacle
económica y moral de Argentina, narrada desde una pequeña ventana y que es “es
una abeja reina que vuela hacia las alturas, a ciegas [...]. Volar hacia el
vacío es su único único orgullo, y su condena”.
El vuelo de la reina, además, habla de
traumas infantiles y de dolores incurables mediante Camargo, abandonado por su
madre, lo que hace que en la vida de este, la violencia sea un orden ético,
donde la libertad es siempre condicional. Por ello, encuentra en Reina, su amada, la
presa perfecta. Gracias a esto, la novela es una construcción de personalidades
dobles, que se repiten en escenas recurrentes una y otra vez.
Dice que en el fondo, esta narración es una cuestión
filosófica, "El mundo está
construido por diferencias y semejanzas. En toda diferencia, aun en las más
visibles, hay un elemento de semejanza. Y en toda semejanza siempre hay un
elemento de diferencia. Me parece una idea progresista, porque anula los
racismos".
Así, construye una novela donde la resistencia al poder es la
clave y es precisamente eso lo que dota de dimensión y personalidad a los
personajes. En consecuencia, El vuelo de la reina es una obra de reflexiones en
torno al mandato y la autoridad y la soledad que estos contraen, a través de
Camargo, un carácter con múltiples aristas, que nos hace cuestionarnos si su fuerza
viene de su pasado familiar, de su cargo político o de sus manías.
Para Martínez, las
pasiones humanas, el poder, el amor, la codicia, la soledad y todo lo que nos
mueve se conjuga en el deseo, por lo que somos hijos y víctimas de él. Camargo
no es una excepción a ello, pues todos sus problemas se resumen en el anhelo familiar
y el añoro de su patria, cuyo panorama es un reflejo de su vida. En ello, el
escritor añade que: "El deseo es determinante del poder. Hay un deseo de
poder, hay un deseo de posesión. Sin deseo no hay respiración en el mundo, es
lo que pone al mundo en movimiento. Hay deseo de salvarse, de curar, de tener
riqueza y tener fama, de amar y proteger. Pero el deseo es el núcleo de la
novela. Más que una novela de amor es una novela de deseo, insatisfecho en
Camargo; frustrado o golpeado en el caso de Reina".
En definitiva, una obra excelsa, merecedora de dicho premio, que les recomiendo muchísimo
y que no pueden dejar pasar por nada del mundo, pues todos estamos hechos de
deseos y esta es una novela para chocar y hablar con ellos. En fin, espero que
la lean, me encantó.
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