Yo no me voy, yo me quedo aquí.
Memorias del
subdesarrollo es un libro complicado. Lo leí hace casi dos años y no me veía
capaz de hacer una reseña. De hecho, no sé si lo soy, pero aquí voy.
Desnoes creó una
novela con un personaje inolvidable, un tipo observador y reflexivo que ve
desarrollarse ante sus ojos la revolución cubana. Se llama Sergio, y
protagoniza esta obra llena de ideas, de recuerdos, lleno de profundidad
psicológica y que encarna a toda una generación de “extranjeros”, como lo dijo
el escritor en una entrevista para El país, pues todos somos eso en este mundo,
todos estamos de paso, a lo que dice que Cuba es un árbol lleno de raíces y que
“el exilio es las ramas y las hojas. Pero raíces, ramas y hojas somos el mismo
árbol. Quiero que las posturas de los que viven en la isla y la diáspora no se
polaricen; que no haya una guerra civil; que la revolución sea más tolerante; y
que la situación no acabe en confrontación de enemigos absolutos. Siento que
estoy en un puente y que lo fundamental es que no se produzca una ruptura entre
la diáspora y los que viven en la isla".
Y lo que hace a esta
novela especial es el enfoque que le da a la revolución castrista, pues no lo
hace ni desde Miami ni desde la militancia, sino que incluye a un protagonista
que es un burgués que ve cómo sus hermanos se marchan de la isla a toda prisa,
pero él decide quedarse para sentirse libre de ataduras y porque sabe que va a
presenciar algo irrepetible. Da pie para apasionantes reflexiones sobre el
subdesarrollo, sin tomar en cuenta la política o la economía, viéndolo como un
factor cultural y arraigado, mediante una narración llena de contradicciones e
interrogantes, con un protagonista que se
resiste a ser arrumbado y que sigue deseando y acarreando con su memoria, que concurre
entre dos caminos, el que tomó y el que rechazó, lo que es y lo que pudo haber
sido, dentro de un algo que lo ata a la vida y le impele a emprender esa huida
en busca de sí, dejando un mensaje a los lectores del futuro a modo de testamento
literario.
Hace una
representación muy crítica del proceso revolucionario, con una estructura
irónica y ambigua, que le permite leerse como un juicio crítico contra la
burguesía vacilante y decadente, así como contra la revolución autoritaria y
opresiva, proponiéndose una reflexión sobre la cultura del subdesarrollo, con
un narrador que se caracteriza por una sucesión de “alegrías y sufrimientos
primitivos y directos que no han sido tra-bajados y enredados por la cultura” y
era un “arcaico emocional”, incapaz de sostener emociones y sentimientos, sin
poder llevar a cabo el ejercicio de la memoria, pues para el sujeto
subdesarrollado ligar el pasado con el presente y el futuro era imposible, así
como articular un proyecto de país coherente y a largo plazo.
Desnoes llena a su
novela de ironía, volviéndola compleja y ambigua en relación con la Revolución,
distanciando las opiniones propias y dando pie a una crítica ácida,
pormenorizada y profunda, desde su posición como intelectual en el contexto de
la cultura revolucionaria, dando algunos de los argumentos que se usaban para
criticar la disciplina de las instituciones culturales cubanas y los
intelectuales orgánicos, a lo que dice que “el artista, el verdadero artista (tú lo sabes, Eddy), siempre será un
enemigo del Estado. En eso también aspira
al comunismo”.
Y recordemos que la novela comienza aludiendo a
un cambio total en la vida de Sergio, basado en dos elementos fundamentales,
siendo el primero el abandono de Cuba por parte de todos sus amigos y el
segundo la transformación revolucionaria de la sociedad cubana que instaura un
nuevo orden social, haciendo que el sujeto se sienta carente de referencias
afectivas y sociales, dentro de un proceso que le excedía y que comienza
constatando la caída de su universo de afectos y códigos sociales, sintiéndose perdido
en medio de una transformación social a la que se siente ajeno, dando paso a
una crisis existencial ligada al desmoronamiento de su mundo social, con la
emergencia de un proyecto “revolucionario y socialista”, que por un lado
experimenta un sentimiento alegre de liberación, dado por una perspectiva
nueva, pero por otro se siente incapaz de salir
de la dinámica de impostura que había sido su vida anterior a la
Revolución, relacionado con el mundo Burgués que dicho proceso quería destruir,
sin tomar en cuenta el derrumbe de la sociedad y la huida de todos sus seres
queridos, mostrando el derrumbe de la burguesía desde la problemática
existencial y corporal de un personaje que pertenecía a ella y que muestra
todas las contradicciones de ese mundo en descomposición, sin sentirse
culpable.
Además, la ambivalente posición del protagonista
frente al proceso revolucionario se vinculaba a la metáfora de la enfermedad,
que le da el rumbo a la novela, como alusión a la degradación existencial de
Sergio, que mientras se derrumba la sociedad, corresponde al su derrumbe
íntimo, que define como un cáncer que se lo come y que lo deja sin ganas de
hacer nada, que alude a la descomposición de su entorno, así como de su moral y
existencia, que se vinculan al subdesarrollo, ligado al asco, la degradación y la
deformidad del personaje, que vincula a la ausencia de control sobre el cuerpo a
la ausencia de civilización, caracterizada por no poder sostener emociones y
sentimientos.
En definitiva, una novela que presenta a un
personaje que se niega a escapar de sus raíces como lo han hecho todos y que a
través de su enfermedad y vejez, retrata a toda una sociedad en decline que se
mantiene hasta la actualidad y que cada día se parece más a la realidad
venezolana. Una obra imprescindible, que no pueden dejar de leer y que ha
calado hasta mis fibras más sensibles.
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