El año 2016 fue bastante difícil. Los
últimos tres meses fueron un caos total e indescriptible. Pero llegó un libro,
en diciembre, que me dejó claro que siempre habrá algo por lo que estar feliz.
En El olvido que seremos, Héctor Abad Faciolince nos narra su
vida con sinceridad, haciendo hincapié en su relación con su padre, que fue asesinado por la defensa imparable de la igualdad, la
justicia y la educación en Colombia a finales del siglo XX, pues hablar con libertad de lo que sentía era un delito que él pagó caro.
Este es un libro emocional, pues en él el autor hace
una novela testimonial, en la que transforma sus sentimientos en palabras, viéndose en las distintas etapas de su vida. Entre ellas, destaca su niñez, en la que su padre fue su héroe y en la que formó un vínculo más allá de la sangre, pues en ellos, el amor traspasaba los límites. Gracias a que su papá siempre supo que lo iban a matar, lo crió bajo un verso de Jorge Luis Borges, que dice que ya somos el olvido que seremos, lo que se convirtió en la base del escritor para su vida diaria.
Con una escritura llena de verdad y sentimientos, Faciolince propone un ejercicio de auto-reconocimiento y reflexión, a partir de la muerte de su padre. Por ello, leer El olvido que seremos no es solo un homenaje a ese personaje clave en la historia de Colombia, sino también una oda al amor incondicional, que forma parte de la vida de algunos, como yo, que tienen la dicha de contar con un ser excepcional en sus vidas, así como lo fue su padre para el escritor.
Su papá representa, para él y para quien lo lea, esa luz que siempre te acompaña, la voz de la conciencia que dice presente día a día y ese consejero que te ayuda a tomar decisiones. Es, sin más, ese amor primitivo, que cree en tí más que tú y que te reitera, día a día, la dicha que tienes por tener a esa persona en tu vida.
Con una escritura llena de verdad y sentimientos, Faciolince propone un ejercicio de auto-reconocimiento y reflexión, a partir de la muerte de su padre. Por ello, leer El olvido que seremos no es solo un homenaje a ese personaje clave en la historia de Colombia, sino también una oda al amor incondicional, que forma parte de la vida de algunos, como yo, que tienen la dicha de contar con un ser excepcional en sus vidas, así como lo fue su padre para el escritor.
Su papá representa, para él y para quien lo lea, esa luz que siempre te acompaña, la voz de la conciencia que dice presente día a día y ese consejero que te ayuda a tomar decisiones. Es, sin más, ese amor primitivo, que cree en tí más que tú y que te reitera, día a día, la dicha que tienes por tener a esa persona en tu vida.
En definitiva, un libro que me lleno de emociones, del que se me dificulta hablar. Sin duda, está escrito desde el amor y desde ahí parto para escribir esta reseña, sumamente personal, pues El olvido que seremos se ha convertido en un ancla para mantenerme a flote en el día a día. Léanlo, pero aténganse a las consecuencias.
“Y si mis
recuerdos entran en armonía con algunos de ustedes, y si lo que yo he sentido
(y dejaré de sentir) es comprensible e identificable con algo que ustedes
también sienten o han sentido, entonces este olvido que seremos puede postergarse
por un instante más, en el fugaz reverberar de sus neuronas, gracias a los
ojos, pocos o muchos, que alguna vez se detengan en estas letras”.
Muy lindo la verdad, conocer todo el amor que le tenía su padre y viceversa, recomendado.
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