Viva
Laurita.
Malinche fue
uno de mis libros favoritos del pasado año 2016. Tuve que leerlo para mi clase
de Literatura en el colegio y quedé fascinada. Nunca había leído a la autora y
con esta novela tan diferente se ganó mi corazón para siempre.
Me encanta
cuando l@s escritor@s toman momentos históricos determinados y figuras
reconocidas de dichos procesos (buenas o malas) y les dan una mirada
completamente distinta. Con Malinche, Laura Esquivel nos presenta una visión
completamente distinta, reivindicando la figura de la denominada “Eva
latinoamericana”, madre del primer mestizo.
Lo cierto es
que la novela nos cuenta la historia de Malinalli, una indígena nahua, vendida
como esclava a Cortés, quien la utilizó como “la lengua”, la traductora entre
indígenas y españoles, que ha sido acusada de traidora durante siglos, por
haber vendido a su pueblo al invasor en uno de sus discursos. Esquivel ha
imaginado el mundo como lo vio la Malinche, dándose cuenta de que era una mujer
objeto, que veía (en un principio) a los españoles como salvadores que acabarían
con los sacrificios y que deseaba un cambio dentro de ese sistema, en
contraposición a la figura del conquistador, para mostrar sus deseos y de dónde
venía su ambición desmedida. Concluye en que fue un encuentro entre dos
visiones opuestas, la del mundo indígena, llena de espiritualidad, donde cada
acto repercute en el todo, frente a una visión donde no se pretende ser parte
de, sino dueño de.
Dos
culturas, un encuentro, un choque, retratados mediante la aventura vital de
Malinalli, Marina o la Malinche, amante de la figura colonizadora fundamental
de la historia mexicana. La autora no pretende ni glorificar ni satanizar al
personaje (cosa que me encanta), tan sólo quiere “ver a la mujer en su momento
histórico”. Afirma que de ella se sabe poco, sólo los datos esenciales que
plagan los libros de historia, que la pintan como una mujer bella, inteligente,
pero traidora, y ella sigue su rastro en códices y, sobretodo, a través de la
tradición oral y el valor de la palabra.
Nos adentra
en el universo mítico de los pueblos precolombinos, ligados a las fuerzas de la
tierra y el cosmos, ligados con la violencia y el horror de las batallas, dando
como origen de ese choque el nacimiento de algo nuevo, el mestizo, en conjunto
con la mejor de las armas: la palabra, que además, recae sobre la figura de una
mujer indígena, que deja de lado la elocuencia
y capacidad de persuasión del estudiado Cortés, que no le servían de nada fuera
de su idioma, capaz de traducir, que nos lleva a preguntarnos si al darle voz
deja de ser una traidora, si realmente cambia la perspectiva, aunque al
hacerlo, recaiga sobre su lengua el peso de la culpa de haber destruido una
civilización, pero ¿esto no hubiera ocurrido igual? ( porque le dan voz y
aparentemente lo arruinó).
En
definitiva, Laura Esquivel con una narración en tercera persona ligada con
códices, reivindica la historia de la Malinche y hace que los sentimientos se
dirijan a los sufrimientos y angustias de la protagonista, permitiendo que el
lector sea el que juzgue (¿acaso hay perspectivas distintas dependiendo del
género), constituyendo al personaje como sujeto de discurso en vez de objeto de
este, capaz de mostrar la historia desde otra perspectiva, que surge como un
ciclo, pues va repitiendo las acciones que ocurrieron en un principio, en un
sentido literal y simbólico, constituyendo un personaje ambiguo y
contradictorio, con un esquema no patriarcal, capaz de crear y nombrar al
mundo, convirtiéndose en una omnipotencia femenina que recrea el mundo
latinoamericano a través de una mujer, lleno de factores étnicos, culturales y
de pluridimensionales, que constituyen una referencia obligatoria para la
literatura latinoamericana.
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