Los recuerdos del porvenir, Elena Garro.

 

Ay, dios. Qué rudo hablar de una gran mujer como ella.

Por mucho que me guste García Márquez, me molesta enormemente el hecho de que sea prácticamente la única referencia que muchos tienen de la literatura latinoamericana y el realismo mágico. Los recuerdos del porvenir fue escrito antes de Cien años de soledad y, para mí, es uno de los referentes más fuertes que hay de éste género literario que tanto dio a las letras hispanoamericanas.
Me pregunto si éste hecho tiene que ver con la casualidad de que ella sea mujer, un personaje bastante odiado y repudiado y únicamente conocido por ser la ex esposa de Octavio Paz, la amante de Bioy Casares y despreciada por haber acusado en el 68 a los intelectuales mexicanos de ser culpables de la masacre de los estudiantes de Tlateloco. Evidentemente, fue echada al olvido y parece que nadie logra recordarla; sin embargo, es necesario hacerle justicia y reivindicar su nombre, porque fue una gran dramaturga, cuentista y la autora de una de las mejores novelas publicadas en América Latina a lo largo de la historia y que sentó un precedente para el futuro éxito de las letras latinoamericanas.

Éste libro se sitúa en la “revolución de los cristeros” que se llevó a cabo entre el 1926 y 1929. Los recuerdos del porvenir nos narra las memorias del pueblo de Ixtepec, cuyo nombre hubiera preferido olvidar. Su voz, como protagonista, observa desde lo alto a los personajes cuyo destino se anticipa sin remedio. Juan, Isabel y Nicolás son los hijos de los Moncada, una familia de alto nivel que juega un papel importante en el desenlace de la lucha entre los militares y el pueblo. Pero también están los militares, y en especial el General Francisco Rosas, enamorado de Julia, que forman la contraparte de ésta novela.; al igual que los indios, las prostitutas, doña Matilde,Dorotea y la amantes de los militares, que conforman el último escalafón de la sociedad en ésta novela y que también juegan un papel fundamental en el destino de Ixtepec.

Desde la aparición de los militares, Ixtepec duerme en un eterno miedo y una opresiva calma. Pero con la aparición del “fureño” Felipe Hurtado, comienza a dar un vuelco, pues él parece conocer a la misteriosa amante del General, cuya existencia es similar a la de un fantasma; pero es él quien domina el pueblo, siembra por las calles los cuerpos de las víctimas y siente que el pueblo de Ixtepec se complace en secreto de su ruin desgracia. Ya que en el pueblo todos saben que él muere de amor por Julia, mientras que ella acepta con resignación su destino que pertenece a los que no tienen nada que perder. Por ello, la súbita aparición de Felipe Hurtado en el pueblo rompe la monotonía de ese pueblo que parece no tener tiempo, desencadenando la fatalidad y reduciendo su historia a piedras, para siempre, en lo más alto de una montaña, una piedra común encierra la memoria del gran pueblo de Ixtepec.

Sin duda, uno de los puntos más significativos de la novela es que la historia es narrada por el propio pueblo de Ixtepec, no como un conjunto de personas, sino como un espacio, como entidad colectiva. Elena Garro establece una distancia entre el “nosotros” (los habitantes de Ixtepec) y “los de afuera” (los militares, que nunca son capaces de comprender a los “nosotros”). Construye así, una oposición que hace una réplica casi exacta a la historia oficial de la revolución mexicana, en la que los militares revolucionarios son la representación del pueblo.


Porque además de tener una gran carga histórica y política, Los recuerdos del porvenir tiene una importante carga mítica y es por ello que se le centra dentro del realismo mágico. Y dentro de éste punto, tenemos la casualidad de que la historia tiene una estructura propia de una tragedia, al gran estilo griego, con sus héroes y heroínas atrapados en un destino que, por más que intenten huirle, se les interpone; transcurriendo en un tiempo casi inmóvil, que inclusive se detiene en varios puntos de la novela y con personajes femeninos clásicos (la belleza de Helena de Troya, la independencia de Antígona y la supuesta traición de la Maliche) que hacen de la novela una historia sumamente intensa.

Y es que Elena Garro construye una narrativa completamente inverosímil que cobra una fuerza impactante y que da la sensación de que el tiempo dentro de la novela se ha detenido, abriendo paso a la libertad y el amor. Nos hace creer en la posibilidad de que un militar sanguinario puede tener más emociones que la crueldad y las ansias de poder; nos lleva a creer en e amor, en su gran fuerza incontrolable que nos convierte en piedras antes de que el olvido nos haga su presa.

Y es que sin duda, se trata de una lectura desmitificadora de lo que supuestamente fue la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera, pues aquí, Garro va en contra de la historia oficial y critica ásperamente la traición a la Revolución del pueblo, a Carranza que se autonombró presidente, a Obregón y a Elías Calles, pero también a la Iglesia Católica, que apoyó todo esto (como de costumbre) dentro de un tiempo prehispánico, mítico e infinito, con una dualidad que le da el toque innovador; pues nadie antes había logrado captar esto.

Sin duda alguna, es un texto que cambió la literatura latinoamericana, dentro y fuera del punto de vista femenino. Es una novela viva, a la que no le falta ni sobra nada, donde Elena Garro refleja su sensibilidad y gran talento. Representa relaciones donde ya no es la mujer la que se ve dominada, la que se acuesta con su esposo y hace la comida, sino que son mujeres plenas, que están a la altura del hombre y que no tienen nada que envidiarle; quizá sea por ello que le costó tanto publicarla, porque representa inclusive un peligro para la comunidad masculina de su época, que probablemente se halla negado a ella porque va en contra de su género.

Queda claro que Los recuerdos del porvenir es una obra clave para las letras contemporáneas. No sólo porque fue escrita por una mujer; sino porque marca un quiebre entre las novelas escritas por mujeres en esa época, pues destaca por sus estrategias narrativas, que se evidencian desde el título que a simple vista parece un sinsentido, ¿los recuerdos del porvenir? ¿cómo tener recuerdos de algo que aún no ha pasado? He ahí la clave, la piedra.

Elena Garro demostró que las mujeres, además latinoamericanas, que aunque no lo parezca, influye, pueden escribir cosas realmente profundas e innovadoras, pues ella escribe desde su capacidad metafórica y poética para crear una nueva realidad que transforma al mundo y que refleja su cultura innata de decir las cosas de forma poética.

Y es que no podemos dejar de lado que la autora ha construido una obra que, además de todo lo anteriormente mencionado, habla de las pasiones de los seres humanos, que transitan por las almas de sus personajes, en los que habita una gran carga autobiográfica, pues hay que afirma que dentro de los Moncada, hay rasgos de la familia de la autora sumamente notables. Por los objetos y colores que rellenan el espacio, hay un sinfín de elementos autobiográficos con los que Elena Garro, al mejor estilo que luego adoptó Allende, construye sus elementos literarios, en una obra que transforma al cruel mundo real que siempre la rodeó en metáforas, memorias y recuerdos que van tomando forma, transformándose y macando el futuro de los personajes que recobran vida en sus páginas y que llevan dentro una gran parte de la gran Elena Garro.

En definitiva, Elena Garro es un personaje genial, que me apasiona y Los recuerdos del porvenir es una obra significativa y sumamente importante para la literatura latinoamericana, cuya huella sigue vigente hoy en día, ya que es un reflejo de la realidad de nuestras pasiones y sentimientos, con los que la autora juega, creando una obra rotundamente profunda y con una historia de amor que termina en una tragedia espantosa y con la desaparición de las familias que hay dentro del libro, al mejor estilo griego, comenzando por una fiesta que termina por acabar con todos. Una historia que me encanta, un libro hermoso que no pueden dejar de leer y que espero que disfruten tanto como yo.

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