Reseñar libros buenos es tan difícil ¿por
dónde comenzar? Rayos, no lo sé.
Lo cierto es que Steinbeck tiene un Nobel. Y,
ya que estoy bastante en contra de varios de los puntos de ésta institución, me
propuse leer por lo menos un libro de cada uno de los ganadores en los últimos 60
años. Con libros como éste es que logro reconciliarme con premios tan injustos,
porque Las uvas de la ira es una novela genial, que me ha impactado muchísimo y
que sin duda, me ha encantado y está entre mis libros favoritos.
Ésta es la obra más conocida del
estadounidense, que lo consagró como el escritor de su país más comprometido
con los problemas de los de abajo. Nos encontramos frente a un realismo social
que nació a partir del recorrido de Steinbeck por California, donde se
documentó para redactar una serie de artículos periodísticos que reflejan la
realidad de los inmigrantes de los estados interiores más rurales del país, que
tuvieron que dejar sus tierras para mudarse a la gran ciudad.
Partiendo de este suceso y basándose en una
historia real, nos presenta la odisea que atraviesa la familia Joad, procedentes
de Oklahoma, que tras la Gran Depresión que sufrió Estados Unidos luego de el
Crac del 29, sufrió un fenómeno conocido como Dust Bowl, que fue un largo
período de sequía, con grandes nubes de polvo y arena que destrozaron el sector
de la agricultura, que era la principal fuente de economía de éstos pueblos. Esto
llevo a las familias a irse hacia otros estados más prósperos para el país en
ese momento, sobretodo California.
Los Joad dejan atrás
su hogar y malvenden todas sus tierras y propiedades para conseguir algo de
dinero y poder comprar y camión que los movilice a todos hacia la gran
California, a donde se dirigen siguiendo las promesas de trabajo y buena vida
que ofrecen los panfletos que se repartieron por toda la ciudad, solicitando
temporeros para recoger frutas y algodón. Así, comienza el viaje de la familia
Joad, que parten llenos de esperanzas hacia un futuro mejor, una nueva vida,
pero en seguida chocan con la realidad del duro camino hacia la nueva tierra, y
una vez allí, se encuentran con la miseria absoluta.
El exilio obligado,
el desplazamiento de lo conocido, lo vivido, no sólo como una pérdida material,
sino como un abandono de identidad. La imposición de salir de su zona, de ese
lugar con el que se identifican, quedando expuestos, con una absoluta carencia
de seguridad; luchando con sus emociones que van con la esperanza de un futuro “mejor”,
aferrándose a ésta “posibilidad” para seguir avanzando a pesar del hambre, la
miseria, el miedo, la cercanía a la muerte, la impotencia y ese rechazo
cocinado en el pánico de la gente de las poblaciones por donde pasan con el fin
de encontrar un trabajo (sea bueno o no) para intentar vivir dignamente,
guiados sólo por el instinto de supervivencia, que los guía, los invita a
avanzar, a seguir resistiendo.
Un exilio que revela
que el amor, la solidaridad, la cooperación y la unión son la clave para lograr
un mundo mejor. Pero también que la deshumanización del mundo avanza espoleado
por los intereses y conveniencias de unos pocos ante la impotencia y desamparo
de la gran mayoría. Es una historia intensa, amarga, que se adapta fielmente a
la popular frase que narra que “el sistema ha organizado un casino para que
ganen siempre los mismos”, y es que sin duda; Las uvas de la ira es una de las
mejores novelas ganadoras del Nobel y una de las más grandes, por no decir la
mayor, historias que enmarcan el destino de los desfavorecidos en la época del
crecimiento capitalista de la mayor potencia mundial.
Dentro de la novela,
hay dos tipos de capítulos y se van intercalando a lo largo de la narración. En
los capítulos largos se relata la historia de la vida de la familia Joad, y en
los capítulos cortos, el autor se aleja del caso en particular de los
protagonistas y centra su atención en todos los demás emigrantes que se fueron
al oeste en busca de mayor fortuna. Y todo esto de manera panorámica,
impersonal y concisa; con un estilo directo, seco, sin adornos, utilizando una
prosa árida, tal y como el terreno de la familia, dura como la vida de los
protagonistas, con diálogos con frases bstante cortas y discursos lo
suficientemente largos como para dejar los puntos bien claros, con una
sensación desoladora, que plaga toda la novela. Jon Steinbeck, a través de un
narrador omnisciente, siempre al tanto de los acontecimientos ( y lo que vendrá
), construye una trama que en ocasiones, te golpea contra la realidad y te
sumerge de lleno en la Ruta 66, donde todo es sequía y dificultad y donde el
lector, después de entrar en esos campamentos abarrotados de gente intentando
luchas contra las injusticias, descubre que la vida tiene un precio muy caro;
acompañado de un estilo sin filtros, que no deja nada por debajo de la mesa y
que narra todo con la crudeza que se merece (y que hubo).
En definitiva, una obra
deprimente como ninguna, pero que para variar, me ha encantado. Todo un drama y
una biblia social, cuya moraleja quedó
gravada para siempre. Una lectura que deja en claro los puntos más crueles y
contundentes de una de las mayores crisis que atravesó Estados unidos, narrada
desde el punto de vista de los de abajo, los que más sufrieron. Una novela que
cambia perspectiva, que nos hace chocar contra la realidad y que no nos deja
indiferentes ante un proceso sumamente duro.
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