No hay libro que ame y que odie más que La Soledad de los Números Primos.
Mi relación con éste libro no es normal, lo
odio con toda mi alma, pero con esa misma fuerza lo amo y le tengo un cariño
inmenso a la historia y a el autor.
Éste libro llegó a mi vida sin ningún motivo
especial y lo compré porque estaba súper barato y era bonito (un saludo para mi
yo superficial y banal de hace unos años), me llevé una grata sorpresa al
leerlo y terminé obsesionándome como no tienen una idea, al punto de que, según
mi cuenta, lo he leído unas 8 veces.
Y para qué nos vamos a engañar, lo cierto es que al parecer
me encanta sufrir, y cómo no tengo suficiente ya, me encanta leer libros que me
destrocen, que me dejen llorando por una semana, y La Soledad de los Números
Primos es uno de ellos, y es que además de estrujarme el corazón, ha marcado un
antes y un después en mi vida, es un libro cargado de sentimientos y de dolor,
pero que no he podido superar y que de seguro nunca olvidaré.
La pauta de ésta novela viene dada por la
soledad. Nos narra la vida de dos personajes que a través del tiempo
desarrollan una amistad un tanto peculiar que proviene de la soledad de ambos y
de los traumas de su infancia. Alice, por su parte, quedó coja tras un
accidente de esquí en su infancia y Mattia es atormentado por un incidente
ocurrido con su hermana durante los primeros años de su vida. Nos remonta a su
adolescencia, cuando ambos se conocen y es allí cuando se dan cuenta de que tal
vez se parecen demasiado a los números primos gemelos, casi juntos, pero con un
obstáculo en medio que siempre les impide tocarse. Ambos están destinados a
quererse pero también a estar rodeados de barreras que les impiden tocarse.
Una historia marcada por el pasado y por el sentimiento de soledad que se genera al no encajar en ningún sitio, nos narra la vida de dos personas que han quedado condicionadas por las consecuencias de hechos traumáticos de su niñez y que pese a la fuerte atracción que los une, la vida pondrá entre ellos barreras invisibles que pondrán un obstáculo más en su vida pero que mantendrán unido un hilo invisible, oculto entre mil cosas de poca importancia que sólo podría existir entre dos personas como ellos: dos soledades que se reconocían.
Una historia marcada por el pasado y por el sentimiento de soledad que se genera al no encajar en ningún sitio, nos narra la vida de dos personas que han quedado condicionadas por las consecuencias de hechos traumáticos de su niñez y que pese a la fuerte atracción que los une, la vida pondrá entre ellos barreras invisibles que pondrán un obstáculo más en su vida pero que mantendrán unido un hilo invisible, oculto entre mil cosas de poca importancia que sólo podría existir entre dos personas como ellos: dos soledades que se reconocían.
Un numero primo es
un número irreductible, sólo divisible por sí mismo o por la unidad, que evoca
a algo completo, un trozo de algo que no puede ser descompuesto en algo más
elemental,
hecho de una materia distinta al resto de los números, algo incorrupto, una sola
pieza imposible de descomponer en partes más elementales. Luego están los
números primos gemelos, como el 29 y el 31, que tendrán de por vida al 30 que
los separa y nunca los dejará estar juntos, como Mattia y Alice, imposibles de destruir, elementales, formados por una
materia distinta al resto del mundo, imposibles de descomponerse, con un eterno
vacío que les impide contactar.
Ambos sufrieron,
ambos siguen sufriendo – por distintos motivos y circunstancias, vale recalcar –
pero ambos parten del golpe aniquilador de un evento que los marca de por vida,
un acontecimiento brutal que ponen en juego lo más vulnerable de su conciencia
humana,
teniendo que vivir – en el caso de Mattia – siempre bajo el peso de la culpa y
la mirada inquisidora y acusadora de sus padres y, en el caso de Alice,
aprender a hacerlo con el odio eterno hacia su padre, que para ella tiene la
culpa de su cojera que nunca la abandona.
Los
acontecimientos traumáticos lo son porque tienen la capacidad de marcar nuestra
mente (que
relacionan con un vacío con conciencia) y
de vivir toda la vida bajo su sombra, que deja sin sentido al resto de la existencia,
que pone de lado nuestra misión en el mundo, ese deseo de ser que nos impulsa a
nuestra conciencia de vacío.
Y es que La
soledad de los números primos está lleno de conceptos y alusiones que tienen
respuesta en la psicología, poniendo al delirio como la forma en la que el
sujeto trata de “obturar su vacío”. Sin duda alguna, Mattia presenta una estructura
bastante interesante con respecto a estos temas, pues ha construido sus propias
paredes, su aislamiento social, sus
rasgos autistas y sus autolesiones. Su manía con los números parece ser algo
vacío, sin sentido, que parece más bien un pasatiempo más que una habilidad
desarrollada, que se relaciona con sus conductas autodestructivas ¿es que acaso guardan alguna relación?
En este hilo de
auto lesión se une Alice, en su anorexia, su rechazo a la comida. Sin embargo, ella no
persigue una silueta ideal, ni tampoco quiere ser más bella o atractiva;
simplemente busca que su pelvis parezca
un afilado cuchilo… un goce autodestructivo que tiene como pretexto el rechazo
a la comida, aunque su anorexia esté vacía de intenciones que vayan más allá.
Revisando internet y todos los conceptos que
la psicología moderna ha desarrollado, podemos decir que ambos síntomas eternamente autodestructivos buscan taponar un vacío que
se sabe irreductible, como los números primos, en sí mismos, dándole un orden a
una inestabilidad; y ellos consiguen ese equilibrio muy lejos de las
condiciones normal, envueltos siempre en un halo de rareza, siempre estando
destinados a estar separados ¿será porque se destruirían más?
Es curioso ver que en ese desencuentro con
Alice, Mattia retoma su tesis sobre integrales y llena de sentido su vida, en hacer
su tesis doctoral lo recobra, terminando con un final, donde ella le pide
conducir su coche, como queriendo tomar las riendas de su vida, sentándose en
aquel lugar donde su hermana se desapareció y es allí cuando llena de sentido
su “síntoma”, como lo leí por ahí, callando lo que sabe y dándole sentido a su
silencio. Hay quien critica este final, cuando ella decide no contarle nada
sobre que supuestamente vio a su hermana, pero yo digo, ¿de qué serviría ahora que Mattia, cuando ya ha suplantado ese dolor en
su vida con su nueva esposa, volviera a tener conciencia de las viejas heridas?
Ella decide por él
y mantiene en secreto esa información que vio y que decide no buscar más, terminando
en ese momento y dando a entender que Alice “coagula” su dolor en esa renuncia
con sentido hacia Mattia, pues ambos se separan y cada quien vuelve a su
aparente lugar en el mundo, lleno de instantes congelados que son metáforas de
las detenciones de la vida que siempre están en movimiento, pues como lo dice
Gödel: el agujero sólo aparece cuando está completo y desaparece cuando se
trocea.
Los traumas son
como los números primos: irreductibles. No se curan. Se aprende a vivir con un
30 en el medio que impide ese estado de felicidad plena, aunque a veces tengamos
momentos como el de Alice, sintiéndonos plenos en la felicidad ajena, porque a veces curar a alguien es
acompañarle en un viaje donde se transforma en algo con sentido.
La soledad de los
números primos es sin duda una obra que te toca las fibras sensibles pues todos
tenemos un trauma encima y a veces estamos tan alejados del resto como estos
protagonistas.
Lo que se experimenta al leer un libro como este no tiene comparación, porque
vivimos marcados por un hecho lleno de tragedia.
No, La soledad de
los números primos no es una de esas grandes novelas que suelo reseñar, no es
un clásico ni lo será, tampoco tiene una gran trama ni una acción que impacta,
es básica, como la vida misma, una novela de crecimiento que tiene muchos rasgos
de la primera infancia que influyen en el individuo hasta la adultez. Nos lleva a interrogarnos y a
mirar adentro de nosotros, en búsqueda de nuestras cicatrices, simbolizadas en
esas que marcan los cuerpos de Mattia y Alice, porque la pierna casi muerta de
Alice y las marcas en la piel de Mattia parecen preguntarnos por las nuestras,
por esas que están en nuestra alma desde el momento que supimos que estaremos
para siempre solos, siendo únicos y distintos y que, así como ellos dos, quien
lea un libro como este, sabrá lo que es estar marcado por el vacío y la
incomprensión de su entorno, estando siempre destinados a encontrarse a pesar
de su imposibilidad, porque viven rodeados de los fantasmas de sus propios miedos,
el dolor de sus cicatrices no cerradas.
Giordano, graduado en física por cierto, es
capaz de desprenderse de lo racional para adentrarse en los misterios del alma
humana, con un final bastante abierto que nos deja la pregunta abierta si
realmente consiguieron la paz, partiendo de ese argumento donde hay dos números
(Mattia y Alice) que a pesar de estar
invariablemente unidas, están irremediablemente destinados a permanecer en
aislamiento y soledad… como la vida misma.
El autor construye
una novela de metáforas para hablarnos de esos (nosotros) que viven aisladas,
como los números primos, y coloca a dos personajes que comparten su aislamiento
como los primos gemelos, con una historia de amor eternamente postergada a causa de traumas
irresueltos que los llevan a la incomunicación e incapacidad de querer, dirigiéndose
a ese adolescente rechazado y al adulto incomprendido que todo el que lo lee
lleva dentro, que se acaricia las heridas de la soledad, “"rechazando él el mundo, sintiéndose ella
rechazada por el mundo, lo que a fin de cuentas acabó pareciéndoles lo
mismo"; y hace brillar a
sus personajes en esa imprevisibilidad de dos seres tan atractivos como
atormentados, basándose en esa tendencia al arquetipo familiar y sus
anacrónicas descripciones, explorando el
desamparo, mediante alegorías entre la realidad y la matemática, sobretodo a
través del ojo de Mattia, con el que el autor se ve muy identificado y al que
define como una versión extrema de sí mismo.
En las descripciones de Giordano la tristeza es
casi palpable, sin duda alguna el punto más fuerte de la novela es cómo está
contada y el sinfín de fragmentos preciosos que la componen, la novela fácil se
lee en un par de horas. La teoría matemática en la que está enmarcada la novela es
fascinante y aunque yo no tengo ni idea y sea malísima con los números, he
quedado impregnada de ella y completamente fascinada del contexto diferente que
le ha dado el escritor.
Para finalizar, la soledad es un estado (deseado o no) que está en la médula que
somos. Nacemos, morimos e inclusive amamos en soledad, que se expone a través
de dos personajes gravemente heridos en su niñez, que se hacen daño con las
herramientas de una vida que como niños no entienden, donde el tiempo sólo
logra hacer las cicatrices de sus personajes un poco más pálidas, pues ese
constante monstruo solitario, como bien lo expone el libro, tiene dos caras,
historia y solución, el instinto puro de la supervivencia.
Y capaz sea por ello que el azar
ha ordenado algunos números en primos que sólo se dividen entre uno o ellos
mismos, sin llegar nunca a tocarse, demostrando mediante ese principio
matemática que todos estamos condenados, en mayor o menos medida, a cierto
grado de aislamiento, a ser
individuos ininteligibles, incapaces de vencer la distancia que nos separa del
tú. Todos los hemos herido al hacerlo, llenos de profundas cicatrices de esa
guerra donde la soledad atentó contra nosotros o viceversa.
Seremos los primos, únicos y
contrarios, incapaces de lograr una unidad con el otro sin compartir nuestra
soledad. Y los protagonistas
aquí tienen esa misma discapacidad que va más allá de lo físico, donde somatizan
la inquietante sensación de estar fuera de su entorno. Giordano pone a la
soledad como trama, que salta de las páginas a tus ojos, de la ficción a tus
vivencias perdidas en la memoria, construyendo
una historia desnuda, flaquita como Alice que lleva a cuestionarnos como
despejar nuestra propia X en soledad.
Para
Paolo Giordano la narrativa y la física lo son todo. Cierra diciendo que “Lo que pasa es que la física se adapta
bien a todo. De hecho, la metáfora que titula el libro se refiere a los números
primos gemelos, que son los que están separados tan sólo por otro número. Sin
embargo, mi idea original era que los dos personajes viviesen como dos
partículas afectadas por el entrelazamiento cuántico”, y es ahí donde recae
la belleza de una novela como esta.
En definitiva, una novela que me encanta y me
tiene enamorada. Una obra que o amas u odias pero que les
recomiendo con los ojos cerrados.
"Los
números primos sólo son exactamente divisibles por 1 y por sí mismos.
Ocupan su sitio en la infinita serie de los números naturales y están,
como todos los demás, emparedados entre dos números, aunque ellos más
separados entre sí. Son números solitarios, sospechosos, y por eso
encantaban a Mattia, que unas veces pensaba que en esa serie figuraban
por error, como perlas ensartadas en un collar,
y otras veces que también ellos querrían ser como los demás, números
normales y corrientes, y que por alguna razón no podían. Esto último lo
pensaba sobre todo por la noche, en ese estado previo al sueño en que la
mente produce mil imágenes caóticas y es demasiado débil para engañarse
a sí misma.
El verdadero destino de los números primos es quedarse solos. Pero cuando, ya cansados de contar, nos disponemos a dejarlos, topamos de pronto con otros dos gemelos estrechamente unidos. Es convencimiento general entre los matemáticos que, por muy atrás que quede la última pareja, siempre acabará apareciendo otra, aunque hasta ese momento nadie pueda predecir dónde. Mattia pensaba que él y Alice eran eso, dos primos gemelos solos y perdidos, próximos pero nunca juntos. A ella no se lo había dicho.
Cuando imaginaba confiándole cosas así, la fina capa de sudor que cubría sus manos se evaporaba y durante los siguientes diez minutos era incapaz de tocar nada... ...Ella sentía que el peso de aquel cuerpo conjuraba todos sus miedos; porque, aunque no lo amaba, él amaba por los dos y eso los salvaba... Por primera vez sintió que la inmensa distancia que los separaba era insignificante. Estaba convencida de que él seguía en el mismo sitio, donde ya le había escrito algunas veces, muchos años antes. Si se hubiera casado, ella lo habría percibido de algún modo. Porque estaban unidos por un hilo invisible, oculto entre mil cosas de poca importancia, que sólo podía existir entre dos personas como ellos: dos soledades que se reconocían".
El verdadero destino de los números primos es quedarse solos. Pero cuando, ya cansados de contar, nos disponemos a dejarlos, topamos de pronto con otros dos gemelos estrechamente unidos. Es convencimiento general entre los matemáticos que, por muy atrás que quede la última pareja, siempre acabará apareciendo otra, aunque hasta ese momento nadie pueda predecir dónde. Mattia pensaba que él y Alice eran eso, dos primos gemelos solos y perdidos, próximos pero nunca juntos. A ella no se lo había dicho.
Cuando imaginaba confiándole cosas así, la fina capa de sudor que cubría sus manos se evaporaba y durante los siguientes diez minutos era incapaz de tocar nada... ...Ella sentía que el peso de aquel cuerpo conjuraba todos sus miedos; porque, aunque no lo amaba, él amaba por los dos y eso los salvaba... Por primera vez sintió que la inmensa distancia que los separaba era insignificante. Estaba convencida de que él seguía en el mismo sitio, donde ya le había escrito algunas veces, muchos años antes. Si se hubiera casado, ella lo habría percibido de algún modo. Porque estaban unidos por un hilo invisible, oculto entre mil cosas de poca importancia, que sólo podía existir entre dos personas como ellos: dos soledades que se reconocían".
Eres increíble, amé la forma en que hiciste el análisis de la novela que por cierto es magnifica.
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