Día de la mujer.



Luego de leer un artículo que dejó Iria G Parente en su facebook donde contaba que había ido a una librería y el único género donde había más mujeres que hombres era el romance y que de resto, en ninguno había una igualdad numérica, ganaba por mucho el género masculino en el resto de libros, quedé muy picada y decidí, ya que hacer un conteo de ese estilo en Venezuela es casi imposible, contar únicamente mis libros, dando como resultado un total de 27 libros  escritos por mujeres de un número aproximado de 200 libros en total, cuando creía que, claramente, como mujer, el número libros iba a ser mucho mayor,  y todo esto en pleno siglo XXI cuando seguimos creyendo que hay una “clara igualdad”, como leí por ahí, porque ya las mujeres podemos trabajar y escribir, ¡qué avance!, creyendo que el escribir es una cuestión únicamente artística, sin discriminaciones.

Si hay algo en lo que estoy de acuerdo, y que he tratado de comprobar en el poco tiempo que llevo dándome cuenta de esta realidad, es que el problema no es que el género importe o no, que desde mi perspectiva no importa en lo absoluto tu genero para escribir una buena novela, o por el contrario, una malísima. Tampoco importa para sentirse identificado con un personaje. Como decía, de una manera increíble  Rosa Beltrán, cuando leí el Quijote no me sentía Dulcinea, me sentía el Quijote, al igual que con libros absurdamente famosos (escritos por hombres pero que hablan de mujeres) como Madame Bovary, con el que es casi imposible no identificarse sin tomar en cuenta qué seas, pues su comportamiento es definido como ““la tendencia y la actitud a concebirse y a concebir las cosas de un modo distinto de como son en realidad”., o Anna Karénina, del machista Tolstoi, al que la jugada le salió al revés, mostrando un personaje femenino arrojándose a las vías del tren de la inconformidad.

Leer es oír otras voces, otras visiones del mundo con las que identificarnos o, por el contrario, rechazarlas. Hay quien afirma, que al leer nos tornamos seres con almas sin género, haciendo de este un acto travestista, que te permite ser quien quieras ser, pero que no te exime de vivir una sexualidad con la que serás vist@ y vivid@. Dicho esto, podemos afirmar que la literatura no viene marcada por el género, sino por las experiencias vividas, que marcan nuestra visión del mundo y no definen cómo identificarnos con el personaje.

El problema, por más que se quiere obviar, se remonta a los inicios de la civilización. Siempre se le ha impuesto a la mujer un rango menor y de servicio. Recordemos que Eva nace de una costilla de Adán con el único fin de hacerle compañía, pues para el resto de las cosas él es aparentemente autosuficiente y es ella quien lo condena a la muerte, sin tomar en consideración que ambos tienen que ver en dicha cuestión. A partir de allí (como inicio de la humanidad) se ha destinado un rol por debajo al género femenino.

Esa subordinación se ha traído a la literatura desde tiempos inmemoriales, puesto que la mujer no tenía derecho a recibir estudios superiores, no podía leer y por ende escribir. La literatura universal está plagada de grandes obras, porque no se puede decir que no sean magníficas, escritas por hombres en épocas en las que se les enseñaba a las mujeres únicamente cómo debían atender su hogar. Dentro de estos períodos, surgen nombres que son las bases de la literatura femenina de hoy en día, que en su momento tuvieron que hacerlo bajo seudónimos masculinos, como el trío Brontë, conocida como Currer, Ellis y Acton Bell, Jane Austen, bajo el seudónimo “A Lady”, Mary Ann Evans o George Eliot, Louisa May Alcott o A.M Barnard, la madre de Mary Poppins, Pamela Travers o como tuvo que publicar, con las siglas P.L Travers, y muchos años después, en la actualidad, la reconocida Nora Roberts, bajo el seudónimo J.D Robb, la famosísima Joanne Rowling, que tras numerosas recomendaciones optó por ser solo J.K Rowling o Robert Galbraith, porque no era posible que una mujer construyera una historia de fantasía con un personaje masculino, y como no, la tan sonada Erika Leonard, o mejor dicho, E.L James; quedando siempre destinadas a una vida bajo los ojos masculinos,  creyendo que, mientras la literatura hecha por hombres es universal,  la femenina es particular, única para mujeres.

Ahora bien, queda claro que para leer mujeres hay que querer. Revisando las novedades de Amazon en BestSellers hay un total de 15 libros de los cuales 11 son escritos por hombres. Es increíble, pero si queremos leer mujeres tenemos que ir con el propósito de buscar una mujer dentro de nuestro género de preferencia, porque si no vamos con la idea en la cabeza, es probable que terminemos con un libro escrito por un hombre en nuestras manos, que no quiere decir que esté mal, sino que muestra una clara desigualdad dentro de este plano, así como en muchos otros.

Pero también es cierto que gracias al internet hemos podido darnos cuenta de esta clara diferencia y hacer algo al respecto. El pasado mes de octubre, se llevó a cabo el proyecto (en el que no pude participar ) #LeoAutorasOctubre, que consistía en leer únicamente mujeres durante todo el mes y al final hacer un recuento de la experiencia, si era igual, en qué difería, etc, y hoy por hoy, bloggers, youtubers y cualquiera que quiera sumarse, estamos trabajando en la iniciativa #AdoptaUnaAutora, que se basa en escoger a una escritora y trabajar con ella durante todo un año. Hay una página en Tumblr, llamada Biblioteca Feminista, que se dedica a subir libros escritos por mujeres, fuera de cualquier tipo de estereotipos, partiendo de chicas que cuentan el mundo desde sus propias vivencias y sensaciones, desde lugares diferentes, mostrando qué opina la otra mitad de la población. Todas estas iniciativas fomentan la visibilidad femenina y necesitan de nuestro apoyo para llegar a más gente, dándonos millones de opciones para reivindicar el rol femenino.

Pero lo que a mi me lleva a hacer este post es que sí, todo esto está muy bien. Hay un gran número de mujeres que en los siglos pasados que, pese a las adversidades, publicaron y hoy en día son la base del feminismo, ¿y qué pasa con las latinoamericanas?

Al buscar en internet (que es la principal fuente de información para cualquier cosa en el siglo XXI) escritoras que publicaron bajo seudónimo, en x o y siglo, aquí o allá, la mayoría, o mejor dicho, absolutamente todas son europeas o estadounidenses. En uno que otro top de escritoras, figura por ahí Sor Juana, a veces Isabel Allende y en muy pocas ocasiones Gabriela Mistral ¿y qué pasa con el resto de las mujeres?

¿Dónde dejan a figuras como Teresa de la Parra, Elena Garro, Rosario Castellanos, Alejandra Pizarnik, Blanca Varela, María Luisa Bombal, Julia de Burgos, Cristina Peri Rossi, Luisa Valenzuela, Albalucía Ángel, Clarice Lispector, en siglos pasados, y Laura Esquivel, Marcela Serrano, Laura Restrepo, Angeles Mastretta, Gioconda Belli, Rosa Beltrán, Mariana Enriquez, Krina Ber en el presente, y pare usted de contar, que tanto en otros momentos como hoy se han dedicado en cuerpo y alma a la literatura y que, al igual que en el resto del mundo, ha tenido que sobrellevar mil un obstáculos? ¿es que acaso por ser mujeres y latinoamericanas sufren una doble marginación?

Estuve revisando, de nuevo entre mis libros, y sí, mi abuelo se ha preocupado por dejarme una enseñanza a través de las letras de este lado y ha puesto en mi biblioteca grandes como el mismo Gabo, Pietri, Gallegos, Borges, Cortázar, Fuentes, Vargas Llosa y puedo seguir, sin embargo, no figura ni el más mínimo rastro femenino dentro de ella. Él se define como un amante del boom y las letras latinoamericanas del siglo XX y partiré de ahí para referirme a la literatura femenina del continente.

Es increíble ver como dentro del llamado “boom” (que vale destacar que no lo es todo) que explotó entre los años 60’s y 70’s en América Latina, y cuyo material está enterito en Wikipedia, no figura ni una sola mujer dentro de los representantes de cada país. El género quedó por fuera, dejando de lado a grandes escritoras como Elena Garro, cuya figura quedó marcada por ser la esposa de Octavio Paz quien, por cierto, le negó volver a ir a la universidad. Y dentro de esa extraordinaria camada de escritores universales, existía paralelamente un grupo de mujeres, de las que ya ni se habla y que la mayoría de las veces, ni siquiera son conocidas en sus países, teniendo que afrontar una exclusión conscientemente hecha por los prejuicios sexistas y la marginación editorial, aceptando como único referente continental a la literatura hecha por hombres.

En una entrevista, la colombiana Albalucía Ángel afirmó que a una como mujer “la suicidan”, pues la sociedad las acosa, ya que una es la que no es igual. La onda de silencio que ha cubierto a las escritoras latinoamericanas parece no tener un fin. Sus voces, diversas, transitan por todas las generaciones, buscando abrirse paso a los tópicos y prejuicios de la soledad con respecto a su condición como latinoamericanas (colonizadas), mujeres (inferior) y escritoras, que pueden ejercer su vocación sin pedir permiso ni disculpas, haciendo literatura de calidad.

La literatura es siempre el reflejo de nuestra sociedad y es evidente como dentro de ella queda claro el rol femenino, siempre por debajo, como el sexo débil que necesita de una protección para estar completa y protegida, destinadas a cierto tipo de labores y, por ende,  a cierto tipo de literatura denominada rosa o menor, que según sólo muestra una mirada femenina hacia el mundo y no universal. Se menosprecia y denigra el talento y trabajo femenino bajo esta etiqueta de gama menor, sin darle el reconocimiento que se debe. En la América Latina machista donde vivimos, la discriminación se incrementa de una manera inigualable, pues las escritoras quedan aún más subyugadas, pues ni siquiera se tiene una conciencia real de la situación de discriminación que se vive a diario, tomando en cuenta que somos el continente con las cifras más altas de violencia de género, acoso, sexismo y agresión verbal en todo el mundo.



La chilena y auto reconocida como feminista Isabel Allende argumenta que la literatura latinoamericana es un mundo que le ha pertenecido a los hombres “nosotras las escritoras latinoamericanas debemos vencer los prejuicios de los editores, críticos, profesores y hasta de los mismos lectores (…) a las mujeres nos crían en la ley del silencio. Hay una conspiración en torno a la mujer para que no sea creativa, para que no se exprese y para que no saque su voz” (1994).

En el siglo XIX las autoras latinoamericanas pudieron, por medio de la literatura, aplicar a la realidad política y social del continente una crítica más rica en argumentos concretos. Años y décadas han pasado desde que las escritoras son silenciadas y relegadas a ciertos puestos como lo expresa Alfonsina Storni en su poema “Tú me quieres blanca”, donde muestra su descontento con su posición como mujer en la socidad poniéndolo en contraste con las acciones de los hombres, a quienes les reclama “Por cuáles milagros, / Me pretendes blanca / Dios te lo perdone”. Por su parte Elena Poniatowska dice que las escritoras no son respetadas por ser productoras y bien leídas, argumenta que “la mujer aún no conquista el respeto a su profesión, porque siempre se suele decir que ha conseguido tal o cual puesto por ser la amante de tal o cual personaje principal. Las luchas por salir adelante las han tenido muchas mujeres, que a veces sucumben antes de llegar al final”.

Peri Rosi en su poema “palabra” la describe como:
Mujer: Mi mujer es una palabra.
Palabra de mujer, me oye.
Palabra: Ella me escucha.
Le digo palabras amorosas, se tiende, se ancha, como una esdrújula.
Luego que se ha tenido bien, la abro, como una palabra,
Gime, llora, implora, tarda, se desviste,
Nombra, suena, grita, llama, cruje, relicncha.

La escritura de la autora latinoamericana es su voz, libre de censuras en un espacio en blanco que habla íntimamente de su continente, que se asienta en lo tradicional, lleno de fondos conservadores y patriarcales, intentando superar cualquier obstáculo, a lo que Laura Esquivel responde como una desnutrición espiritual: “… Un mundo de sensaciones externas y el instrumento de expresión de las palabras, donde la represión y la censura de expresarse es la imagen de la desnutrición espiritual, de la censura de las palabras, del silencio de la poesía en la mente encadenada”.

Estamos siempre dispuestos a identificarnos con una voz de denuncia sea cual sea su género, que a veces encarna el sentir de un continente y otras lo hace desde una perspectiva netamente feminista.


Yo quiero ver en internet a todas esas novelas escritas por mujeres que valen la pena. Quiero leer en internet artículos que pongan sobre la mesa a la realidad de las latinoamericanas. Si realmente existe tanta marginación y el empoderamiento femenino es cada vez mejor, que se hable de una vez por todas de todo el talento que hay en este continente y que viven eternamente bajo la sombra de los grandes escritores, entre los que destacan Gabriel García Márquez, Cortázar, Bolaño, Fuentes y pare usted de contar, que sin quererlo dejan de lado a las grandes escritoras de este lado del mundo. Quiero que vayamos más allá de una Isabel Allende, de Sor Juana o de cualquiera que tenga un nombre medio conocido. Hablemos de Laura Esquivel, de Teresa de la Parra, de cualquiera que tenga una novela y merezca ser escuchada. Si quieres cambio verdadero, pues camina distinto. Y hoy empiezo yo a dar el primer paso, forjando una nueva narrativa que intenta poner en igualdad de condiciones todo lo que no se había logrado, y que se trabaja para afianzarla.



Es mucho el camino que queda por recorrer, pero ya las cartas están puestas sobre la mesa para mejorar nuestra realidad, siendo necesario abrir caminos sin olvidar la historia de desigualdad que margina y discrimina, buscando reivindicar el papel de las escritoras en el mundo, dejando el legado con el que hoy en día contamos.

El punto es que esta sección tiene como finalidad dar más visibilidad a todas esas mujeres, pero en especial las latinoamericanas, que han trabajado para poder lograr un puesto en igualdad con los grandes escritores. Mes a mes, seleccionaré una escritora y trabajaré aspectos de interés sobre ella y su relación con lo anteriormente explicado. Sin más nada que decir, espero que les guste y feliz día de la mujer.

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