Vargas Llosa en Cartas a un joven novelista describía la
experiencia de leer a García Márquez como un sentimiento que “abruma la incertidumbre de que solo contadas con esas
palabras, ese talante y ese ritmo, esas historias resultan creíbles,
verosímiles, fascinantes, conmovedoras” y que el punto fuerte de sus historias son “las palabras que las cuentan” más allá de la trama que las
envuelve y yo no puedo estar más de acuerdo. Lo que define a la obra de mi
Gabo es, sin duda alguna, el estilo con el que está escrita su literatura,
pues él es capaz de transportarnos a cualquier lugar dónde y cuándo él quiera,
con tan solo escribir unas líneas y describirnos una que escena que puede
teletransportarnos directo al escenario que se está describiendo.
En este caso, nos lleva a un episodio vivió cuando era periodista y nos lo cuenta desde su perspectiva, pues cuando fue a cubrir la demolición del Convento de Santa Clara, cuyo espacio iba a ser utilizado para construir un hotel de lujo, se topó con numerosos restos que llamaron poderosamente su atención, en especial el de una niña que dio inicio a El amor y otros demonios.
De nuevo, la historia latinoamericana aparece en la obra de García Márquez. Esta vez, nos lleva a esas épocas del Virreinato español, donde la Iglesia católica tenía una gran parte del poder en los pueblos caribeños. En su novela, nos presenta el funcionamiento de las diferente clases sociales, a la par que nos da un amplio punto de vista acerca de las ambiciones, mezquindades y amores propios del siglo XVIII en el pueblo de Cartagena de Indias donde, además, se traficaba con esclavos africanos.
Para entrar en Del amor y
otros demonios hay que hacerlo sin expectativas y con pocos
prejuicios porque esta es una novela corta, pero muy intensa, con escenas que pueden resultar fuertes. En resumen, Gabo escribe la historia de Sierva María de Todos los Ángeles, una
bella niña que, aunque es hija de marqueses, crece entre los esclavos yoruba,
que cuidan de ella ante el menosprecio de sus padres. Sin embargo, todo comenzará a cambiar cuando la mordida de un perro rabioso la lleve a ser ingresada en un convento, donde es tratada de forma inhumana. Y es allí, en medio de tanto tormento, cuando el amor surge entre tanta sombra,
En consecuencia, Del amor y otros demonios tiene un gran valor cultural, pues nos relata los detalles de la sociedad del momento, que es descrita a través de una historia de amor, pasión y pecado. Así, Márquez identifica en cada personaje un grupo social y
entrecruza las vidas tan disparejas de varios de ellos de una manera peculiar y
bastante interesante, a la par que pone en entredicho la relación entre la Iglesia y la
familia.
En la novela, el mal y el pecado se juntan y se personifican en varios personajes, que ponen en controversia todo principio religioso, lo que conlleva a que quede en evidencia la facilidad con la que pueden quebrarse los valores morales cuando el poder, la ambición, el amor y los demonios irrumpen en ellos.
En la novela, el mal y el pecado se juntan y se personifican en varios personajes, que ponen en controversia todo principio religioso, lo que conlleva a que quede en evidencia la facilidad con la que pueden quebrarse los valores morales cuando el poder, la ambición, el amor y los demonios irrumpen en ellos.
El personaje de Sierva María me encanta, pues ella es un símbolo del
dolor y del valor, ya que es víctima de una sociedad
inmadura y tóxica, que siempre le atribuyó todo lo malo y que la tildó de maldita. Tanto así, que ni siquiera el amor de Cayetano pudo salvarla, porque inclusive ese fue un episodio considerado demoníaco y fatal, catalogado por los fieles creyentes de su pueblo que, a fin de cuentas, acaban con ella.
Gabo construye una infinidad de personajes complejos en pocas
páginas, que dan para mucho análisis. En líneas generales, Del amor y otros demonios es una obra que abarca un contexto histórico y
social amplio, que le permite al escritor describir en detalle cada una de las ramas que conformaban a ese pueblo, desde las clases altas y elegantes, hasta los esclavos humildes y carentes, que resultan ser los más benevolentes. Márquez parte del abandono de una niña que crece sin frenos y que es tildada de maldita, para construir una novela intensa, que concluye que el amor, como muchos otros, es un demonio, personificado en la ella que, por ser mujer, se vincula con figuras como Eva, madre del pecado y encarnación de los placeres del cuerpo, de las tentaciones humanas y de lo más oscuro del ser, lo que le permite al colombiano instaurar una fuerte crítica contra la Iglesia y su falsa moral, que ha reinado durante siglos.
Todo esto lo hace con su característico estilo desordenado, que va y viene en el tiempo. Una vez más, se introduce en un tiempo
cíclico, apoyado en un lenguaje irónico, que destruye todas las "certezas complacientes" y le permite reafirmar la convicción de que en el mundo, como mortales, todos
necesitamos vivir de la utopía del amor, a través de personaje que transita entre dos
universos y que, a medida que lo hace, se carga de simbolismos propios que la hace ser mujer y demonio. A partir de allí, carga contra la Iglesia católica, valiéndose de un narrador en tercer persona, que no es más que él mismo.
En suma, Del amor y otros demonios es una novela fuerte, con escenas memorables y sumamente intensas que, en definitiva, espero que lean pronto pues no los va a defraudar.
En suma, Del amor y otros demonios es una novela fuerte, con escenas memorables y sumamente intensas que, en definitiva, espero que lean pronto pues no los va a defraudar.
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