Viva la historia.
Publicada en 1955, Pedro Páramo recoge la
exuberancia de todo un continente convulso en menos de 120 páginas, que
consiguió dar un giro a la narrativa universal e iniciar el realismo mágico
característico de Latinoamérica.
Y es que en Pedro Páramo se presenta una
narración condensada que destaca la transmutación artística de elementos de la
cultura y la realidad Mexicana, y por ende latinoamericana, basada en los pueblos
del país del autor, que construye una novela maestra, donde se entremezclan
estas características con una intensión artística fundamentada en el deseo de expresar
las vivencias íntimas a través de la fundación de un mundo propio, donde cobran
forma sus obsesiones, recuerdos e imaginaciones.
Es por ello que me molesta muchísimo, por más
que me guste, que tomen como única referencia a la literatura perteneciente a
América Latina a Cien años de soledad, y por ende a Gabriel García Márquez y el
realismo mágico. Si bien es una obra
maestra, eso nadie se lo quita, no es lo único que tenemos; hay una diversidad
increíble de obras escritas en esta parte del mundo que viven bajo la sombra de
dicho libro, que parece resumir el sentir de un continente, y que deja de lado
obras como ésta, Pedro Páramo, que data casi de diez años (y quién sabe cuándo
se escribió) antes de la publicación del tan famoso libro y que muchos opinan
que es el inicio del movimiento más característico de Latinoamérica: el realismo
mágico, que se desarrolló a mediados del siglo XX y que se concibe como una
preocupación mística para mostrar lo irreal como algo cotidiano, suscitando
emociones y enfrentando la realidad, teniendo como característica la presencia
de notables elementos extrasensoriales, conjugados con elementos fantásticos e
ilógicos que no necesitan ser explicados, en un ambiente de pobreza y marginalidad,
a través de tres tiempos distintos, entre los que destacan el consciente, inconsciente
y subconsciente.
Dicho esto, podemos comenzar diciendo que la
novela comienza cuando Juan Preciado recibe la promesa de buscar a su padre, el
cacique Pedro Páramo que los abandonó
hace un montón de años. La muerte de su madre le obliga a emprender su camino
hacia Comala, donde según la memoria de sus antepasados, encontrará a su padre
y a todos sus parientes y conocidos de los que ha oído hablar desde su niñez.
El viaje por un mundo fantasmagórico, lleva a
Preciado a una tierra inhóspita, donde los días y las noches transcurren de
forma inconexa y los parajes resultan tan reales como si de otro mundo se
tratara. Todo parece muerto y él parece ser el único vivo, y cuando penetra en
las tierras de la Media Luna, propiedad de su padre, llenas de hojas secas y
casas destruidas, crea en su propia conciencia la imagen del alma vagabunda que
circula por el mundo sin penas ni glorias, y el miedo se apodera de su ser,
pues cada vez es mayor la percepción de estar en el mundo de los muertos.
El vaga por un universo donde habitan todos
aquellos que no han encontrado el descanso para su alma, donde vagan los
recuerdos, rencores y temores de los que poco a poco se han ido de Comala y
conocerá a todos los que trataron a su padre y se adentrará en su personalidad
atormentada por los vicios, víctima de su único amor, al que no le queda más
que su propia muerte.
A través de los diálogos vemos un mundo hecho
añicos, inconexo, fragmentado, calidoscópico, donde los distintos hilos
narrativos concluyen en uno: la historia de Pedro Páramo, que encarna la
realidad de un país y un continente, y cuya muerte hace revivir las condenas y
maldades de todos los que le rodearon y que no ha dejado libres ni en el más
allá.
El contexto histórico de esta obra parte de
tres bases, la primera es que Juan Rulfo nace en un ambiente de revoluciones y
conflictos, seguido de una cultura mexicana mestiza, llena de religión y
tradiciones orales y el afirmó un par de veces su deseo de conocer sus raíces
más recónditas.
Recordemos que él nace en Jalisco y dos años
antes la Revolución mexicana comenzó a asolar estas tierras, por las luchas
entre Venustiano Carranza y Francisco Villa, y dentro de estas luchas, su padre
pierde la vida cuando es asesinado y su madre enferma y muere, quedando
huérfano ante las tierras desoladas (como Juan Preciado), presentando así una
desolación humana y geográfica, que resume la miseria de todos los pueblos
mexicanos, y que se remonta al exterminio de la población indígena por los
españoles, que dio origen a esa actitud criolla que es reaccionara y
conservadora con sus intereses que ellos consideraban inalienables.
De ahí surge la figura del “macho” mexicano,
que hace “chingaderas” y que abre el mundo y al hacerlo lo desgarra, viéndolo como
justo y “restableciendo el equilibro”, poniendo las cosas en su sitio y
reduciéndolas a polvo y miseria: nada.
La vida del escritor estuvo marcada por la
soledad que desembocó en la escritura y que no es sólo una cuestión individual,
sino colectiva, del pueblo mexicano y por ello latinoamericano, porque el
hombre adquiere un silencio hosco, una vida interior que casi no se asoma a la
superficie y se carga de ideas físicas dentro de un tiempo inmóvil ante la
fuerza reiterativa; es decir, se encierra en su soledad, que lo lleva a
escribir y que es la madre de la imaginación.
Rulfo proyecta una tierra espiritual y
convulsa, llena de creencias y supersticiones, donde la violencia, el
adulterio, el hurto, y quién sabe cuántas cosas más, se entremezclan
constantemente con la evidencia de la inmortalidad, porque en el mundo de Pedro
Páramo todo está permitido e inclusive se puede comprar la vida eterna.
La presencia religiosa en México, y en el
continente en general, se remonta antes de la colonización española, ya que
cada pueblo admiraba a sus dioses y veían a los españoles como inicio y fin de
una nueva era cósmica.
El catolicismo dio vida a la fe indígena y a
la sociedad colonial. Rulfo consideraba que el fanatismo religioso, reprobable
para sí, ponía en cuestión ciertas tradiciones católicas que denuncia que la
pobreza latinoamericana puede medirse por el número de tradiciones populares.
Rulfo recorrió México, donde captó narraciones orales, conmemoraciones y
paisajes geográficos de los pueblos de su país y los relacionó con espacios de
la geografía del continente y las situaciones y personajes de la novela.
Estaba familiarizado con la religión de su país pues se desarrolló dentro de ella, utilizando el lenguaje del pueblo, revalorizando las culturas populares y tradicionales latinoamericanas, sin poder evadir los problemas sociales de su país, construyendo así Pedro Páramo, una obra de arte con alta relevancia social, pues él tenía las herramientas para entender el país y el continente, partiendo de su región de origen para dar un crecimiento más sólido a la narrativa.
Él refleja el México más profundo de la
Revolución de los cristeros, sin hacer polémica ni emitir juicios, a través de
una técnica narrativa novedosa y genuina para la época, con un lenguaje breve y
conciso, que agudiza esa sensación de precariedad en la que se esconde la
grandeza, porque nunca algo logró condensar tanta historia humana con tanta
profundidad como Pedro Páramo.
Comienza proyectando la tradición mexicana y
alcanza hacerlo hacia el futuro de manera universal. Sus lugares podrían estar
en cualquier parte; sus personales son tan reales que te los encuentras a la
vuelta de la esquina, aunque pertenecen, curiosa y paradójicamente, a otros
mundos irreales y fantasmagóricos. Nada parece lo que es, pero todo podría
suceder en cualquier lugar y tiempo; incluso la obsesión mexicana por la muerte
es tan universal que poco tiempo después, pobló el mundo y hoy en día es
viralizada.
Pedro Páramo surge
como evocación a la memoria del pueblo de Comala, a través de murmullos que no
tienen lugar en el plano terrestre, sino en la conciencia, mediante la alusión
constante a la muerte, que refleja las vanas gestaciones de la vida, léase
actos, omisiones, arrepentimientos y tentativas, que encuentran refugio en la
muerte, sin sentido o explicación, porque ven en ella una esperanza de vida, ya que ésta para los
mexicanos alimenta y da sentido a la vida, y en la novela, a la narración.
Tal y como sucede en la novela, luego de la
Revolución anteriormente explicada, México se llenó de aldeas que parecían
cementerios, y ocurrió el fenómeno de la repartición de tierras que no podía
ser resuelto porque sus raíces iban más allá de eso, dando a entender que es
preciso conocer las tradiciones, historia, raíces y sentimientos de los
pobladores mexicanos.
Rulfo utilizó recuerdos con connotación histórica
para la construcción de su obra. Mezcla
la ficción con la historia, para construir la memoria para la identidad, y hace
referencia a algo más allá de las experiencias en vida, como las fuentes
orales, visuales, escritas y performativas, que configuran la memoria de los
individuos y la sociedad, como consecuencia de la formación de su identidad.
El lenguaje permite
que se construyan, constituyan y manifiesten las memorias del individuo y permite
que se estructure y transmitan las narraciones del escritor; mediante
sugerencias y silencios, que llevan a saltos narrativos y los sucesos en Pedro
Páramo llegan a través de voces y ubicaciones distintas, sin una distinción
explícita del tiempo pasado, presente y futuro, con saltos repentinos entre ellos.
El autor confirmó que
lo anteriormente dicho es una comparación y semejanza con la vida misma, que
presenta una discontinuidad en los hechos que pasan sin tener control de ellos,
mediante una narración que se equipara con la memoria humana y que remonta a
ciertos espacios y tiempos de la memoria escrita.
A fin de cuentas, la
obra es un recuerdo y un recuento que se desenvuelve en el plano de la memoria
donde el discurso fonológico y dialógico son formas elocutivas propias del
mismo recuerdo. Rulfo utilizó el lenguaje del pueblo latinoamericano, donde predominan
los diálogos, constituyendo una referencia histórica y apreciando una relación
circunstancial entre la secuencia cronológica y la narración hecha por muertas,
porque además, todas son mujeres.
Todo gira alrededor de
Pedro Páramo, y en su aura caen los malos presagios y es concebido como un
hombre reprochable, lo que comúnmente se conoce como una mala hierba, que
manifiesta su poder a través de las relaciones femeninas, y es el arquetipo que
encarna al “macho”, el hombre que ejerce poder y ofende, y que tiene a sus pies
un montón de mujeres sumisas; mostrando que para el mexicano humillas o eres
humillado, y divide a la sociedad en fuertes y débiles, siendo éstos últimos
los que rodean a los primeros (que suelen ser mujeres).
Su vida está rodeada
de hijos negados y se impone la figura del padre que se usa para imponer una
superioridad y humillar, no para proteger; y en la palabra macho se resume la
agresividad e invulnerabilidad de dichos hombres que ven en la violencia el
poder y la reafirmación de su ser y que
está asociado con la conquista.
La miseria de sus
hijos comienza porque él es su padre, que no los protege ni ayuda. A fin de
cuentas, él es el líder, el cacique, que en la Revolución mexicana se
conocieron como bandidos, rancheros, etc, que surgieron como los nuevos hombres
de poder y que representan ese porcentaje de la sociedad que humilla, castiga y
ofende.
Rulfo permite ver un
ambiente en el que el Estado está ausente, sin oren, sin normas, leyes,
derechos y pare usted de contar; y es por ello que Pedro Páramo causa una
devastación en el pueblo, que acaba con las tierras y convierte a la vida de
sus pobladores en miseria y sufrimiento (por ello, al morir Páramo, muere
Comala).
Además, muestra el
relieve del machismo en la historia mexicana, a través de personajes como
Dolores Preciado, la típica esposa por conveniencia y que pasa a ser su sirvienta maltratada, que termina
huyendo y siendo abandonada por Páramo, al igual que Eduviges, pobre, que sirve
a los hombres y que les dio a todos un hijo que ninguno reconoció y que abusaron
de su bondad y hospitalidad. Las mujeres en la novela sobresalen por su fe
religiosa, tomando como ejemplo a Dorotea, que es descrita como una mujer
condenada por la iglesia por pecadora y pobre, cuyo perdón es negado y
destinada a vivir en la vergüenza.
Son ellas quienes
relatan la historia de Comala. Dolores, su madre, le habla de cuando eran
felices, Eduviges le cuenta historias del pueblo en esa transición, Damiana lo
hace cuando ya están asolados por la miseria y con Dorotea cae en cuenta de que
todas están muertas. Pero, en contraposición a todas ellas, tenemos a Susana,
que en vez de seguirlos, los cuestiona y que destaca por ser una mujer que “no
es de este mundo”, y que es el consuelo de Pedro Páramo, con quien se muestra vulnerable y que es la oposición al
macho dominante, que viene a ser la representación de la Virgen de Guadalupe y
la devoción del pueblo hacia ella. La mujer es el estigma, son vistas como
seres que viven aparte y el hombre no sabe qué esconde, qué piensa y si lo hace
igual que él.
En definitiva, Pedro
Páramo muestra la revolución desde el punto de vista de los pobres y marginados
(que además eran muertos) y deja traslucir una dimensión distinta del proceso
histórico mexicano, que fue la revelación de su ser. Una obra que tiene más
vigencia de la que parece, pues a pesar de todas las advertencias hechas y los
retratos dejados a través de la literatura, todavía hay comportamientos como
los de el protagonista, seguimos sumidos en las mismas creencias religiosas y,
a través de una narración comandada por muertos, nos da a entender que tal vez
ellos están más vivos que nosotros.
Todos somos hijos de Pedro Páramo. Punto. Fin. Conclusión del libro. De por si acaso, ya todos estamos muertos. :D
ResponderEliminarOk, no. AMO ESTE LIBRO. Lo tomo como uno de los referentes de la literatura mexicana y la latinoamericana a la que defiendo con ganas. Sí, Cien años de Soledad es genial. PERO NO ES LO ÚNICO. Ay, como me encantó que dijeras que te enoja que lo tomen como el unico referente. I FEEL YOU.
Nea.
Ay, Nea! Qué genial que no sea la única loca sobre el planeta que cree que Gabo es genial pero que no es lo único. Inclusive, en la actualidad, hay una cantidad absurda de buenos escritores que viven (todavía) bajo esa sombra. Muchas gracias por comentar.
EliminarCiertamente "Gabo" no es lo único que podemos encontrar como buena referencia, me encantó el trabajo de la reseña, excelente propuesta con los personajes, no había pensado en la simbología con la Virgen de Guadalupe, jajajaj por eso es que te quiero tanto. Gracias por seguir impulsando la literatura latinoamericana, referencia obligada de nuestra identidad
ResponderEliminarGracias a ti por todo lo que haces por mi y por alimentar ese gusto a la lectura. Eres la mejor profesora del mundo y yo te quiero aún más.
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