El testigo, Juan Villoro.


Vivan los libros. Siempre.

Reseñar El testigo me supone un desafío como lectora a la que le gusta reseñar. Es un libro confuso, lleno de historias que se entrelazan, de pasados, presentes y futuros que se mezclan para mostrar el paso de cada uno de ellos. Juan Villoro se ha convertido en uno de mis escritores favoritos y su escritura ya forma parte de los  “clásicos” de la literatura latinoamericana contemporánea y en este libro maneja un equilibrio increíble a través del tiempo, en conjunto con la vida cultural, mediática, polítia e histórica de un país que vive en una clara dictomía entre centro y periferia.

Narra la historia de Julio Valdivieso, un hombre que después de 24 años viviendo en Europa, regresa a su natal México para pasar un año sabático recontrándose con sus raíces que dejó atrás. Cuando llega a su país, se ve inmiscuido en la figura de López Velarde y en la revaloración dela Guerra Cristera a través de la TV abierta. Villoro retrata la realidad mexicana de principios del siglo XXI: Las jerarquías de poder basadas en la plata, el narcotráfico, las autoridades ante el crimen y la función de la religión como columna vertebral de la identidad nacional. Nuestro protagonista trata de ubicarse en el presente, sin embargo, no puede dejar de vivir su futuro en el pasado (sí, así mismo), debido a los esbozos de lo que fue.

Es una obra completa y compleja que reproduce un mundo ficcional sumamente real y que nos convierte, tal como lo dice su nombre, en testigos de lo que Julio va viviendo. Esta vuelta a un presente tan distinto al que dejó cuando se fue, se convierte para él en una oportunidad de descrifrar su pasado, el de su familia y el de su país que, además, lo llevan a reencuentro con su amor perdido, mientras el autor hace una irónica revisiónde losmitos y dela “condición mediática del mundo contemporáneo y una exultante reinvidicación de la poesía como sustrato perdurable en el caos de la historia”, siendo El testigo el reflejo de un mexicano que parece ya no conocer su patria.

Lo que alguna vez fue su hacienda en San Luis Potosí, al borde dela frontera de Zacatecas solo queda en sus recuerdos, pues ha sido transformada por las sequías, el narco y la televisión, que quiere convertirla en el escenario de una telenovela sobre los cristeros. Valdivieso ve como se forma este México nuevo, que nunca pierde la capacidad de poder reír y llorar ante la realidad avasallante.

¿Quién quiere hacer daño al protagonista? ¿quién lo ayuda? ¿a quién ama Julio Valdivieso, el protagonista? ¿quién lo ama? ¿quién le guarda rencor?, son algunas de las preguntas que el autor deja a lo largo de las páginas de esta novela, que José Ramón Ruisánchez Serra define como una “ficción archívica”, donde los cambios en el presente llevan a un estudio del pasado para tener un mejor futuro. Julio, en las primeras páginas, nos muestra pinceladas de su pasado trivial, pero a medida que avanza, se topa con la nueva realidad de su entorno y se ve obligado a revisar de nuevo lo que fue para llenar huevos y recomponer pedazos para un claro porvenir.
El pasado surge como una “criatura mítica” que exige sacrificios humanos y que Julio opta por reducirlo a cenizas para que nadie lo utilice. Así, Villoro maneja tres temas distintos: la revalorización de la poesía de Ramón López Velarde, la historia familiar del protagonista y el thriller que lo acompaña, formando una novela de testigos, siendo el protagonista el primero, pues mira con sorpresa y naturalidad a un México completamente distinto al que esperaba encontrarse.

El escritor, y a su vez el protagonista,  reconoce, desconoce y conoce el México actual, el gobierno del PAN, el poder de la TV,del narcotráfico, de las muertas de Juárez, siendo testigo de este mundo actual y a su vez de un pasado histórico incómodo,pero necesario. Villoro va tejiendo los diversos hilos sueltos para mostrar muchas historias, muchas voces, que son eco del elemento religioso, cultural e histórico de un país convulso, lleno de violencia, de narcotráfico, que tiene cuentas pendientes con la Revolución y que hace de la guerra cristera una telenovela, en conjunto con el fanatismo religioso de los traficantes y que le permite al autor enfocar como una necesidad el buscar la verdad para darle respuesta a los hechos ocurridos, realizando una reiterpretación de la historia y la realidad.

Sin duda alguna, es una novela ambiciosa, con múltiples tramas, una gran variedad de personajes, ambientes y la ambigüedad que los rodea, pues sus intenciones nunca están del todo claras. El estilo del mexicano es brillante, lleno de humor y crítica social, a la literatura y al amor, construyendo una novela excelsa, sin ningún detalle de más y a la que no le falta nada. En definitiva, un libro imprescindible para cualquier lector del siglo XXI,  en la que Villoro coloca como protagonista a un testigo que nos convierte en sus propios garantes de una historia que se desmorona poco a poco, mientras observamos a un país y a un Julio que recuerda con cariño lo que algún día fueron.

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