La maldición de Hill House es considerada una de las principales novelas
de horror del siglo XX. Narra el inquietante experimento de John Montague,
doctor en filosofía y antropólogo, que lleva años entregado al estudio de las
perturbaciones psíquicas que se manifiestan en las casas encantadas. En su búsqueda,
ha encontrado una mansión solitaria y de siniestra reputación llamada Hill
House. Es allí cuando decide alquilarla y buscar ayudantes dispuestos a pasar
una temporada en ella, investigando fenómenos de cualquier índole paranormal,
para construir un libro sobre casas encantadas. Las alucinantes experiencias
que viven son el gancho de una novela como esta, que nos lleva como lectores a
descubrir una a una, asustándonos página tras página.
Puede que no sea la mejor novela de la autora, pero sin duda no es un
libro malo. Hill House no es una obra de fantasmas convencional, pues maneja un
tono psicológico entre los personajes, examinando una personalidad sometida a
una presión extrema. Jackson compone una serie de hechos ambiguos, porque no
está claro si son reales o no, pero aún así contribuyen a la ambientación
claustrofóbica, en un juego mental que le sirve para desarrollar las relaciones
entre los personajes, sobre todo con Eleanor, que le da un giro a la historia.
Debemos tener claro que, lo único que permanecerá contra viento y marea,
es la casa, la verdadera protagonista, imperecedera y mortal. El miedo es
bueno, el terror nos hace despertarnos y sensibilizarnos ante el abismo, por
ello Hill House nos demuestra que las primeras impresiones son engañosas, pues
no es más que un reflejo de los desequilibrios mentales de sus nuevos
inquilinos, cuya insistencia en tener una aparente normalidad termina
derrotándolos.
Con una prosa directa y sencilla, Shirley Jackson introduce fenómenos paranormales
en escenas cotidianas, que nos llenan de una inesperada aparición. En La
maldición de Hill House reflexiona sobre el origen del mal, cuestionándose si
es realmente la casa la única
responsable del dolor y la desgracia o, por el contrario, son los propietarios
quienes la corrompen. En definitiva, es una novela sobre demonios y fantasma
externos e internos, basados en el terror sutil, que sirve como telón para
brindarnos una lectura inolvidable.
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