Mujer que sabe latín, Rosario Castellanos.


“Mujer que sabe latín…. no tiene marido ni buen fin”.

Rosario Castellanos siempre supo combatir con ingenio e ironía el mundo machista que la rodeaba. En Mujer que sabe latín parte de esa famosa frase sexista y machista que aprendió de su abuela para realizar todo un estudio sobre la condición femenina en su época.

Investigando en internet, veo que es un dicho popular y muy reconocido en muchos países. Yo, por lo menos, nunca la he escuchado en Venezuela, pero por lo que entiendo, que una mujer sepa (supiera) Latín en aquel momento simbolizaba una mayor educación, lo que las llevaba a no tener marido, ni buen fin. Lo curioso es que, tras un gran estudio hecho en la Universidad de Harvard ha quedado demostrado que en Latinoamérica las mujeres con mayor formación académica tienen menos posibilidades de casarse ¿¡Qué tal!?

Es por ello que Castellanos en su ensayo publicado en 1970 analiza la condición femenina a través de la historia. Incursiona en las modas, las reglas sociales e incluso en la religión que han tratado de minimizar el rol de la mujer en la sociedad. Sin embargo, rescata que en cada una de esas épocas, existieron mujeres que sobresalieron en la literatura y plasmaron en sus libros sus historias. Es así como toma las obras más emblemáticas de aquellas mujeres contra las que la sociedad no pudo, siendo las que opinaban mientras el resto debía callar, para dar un panorama general de las condiciones en las que nos hemos desarrollado.

Para nadie es un secreto que la autora siempre distinguió por sus inclinaciones feministas y la defensa de los derechos humanos. En el primer capítulo de este ensayo, sintetiza  el concepto de estética femenina, es decir, cómo deben peinarse, vestirse y actuar, avanzando hasta entrometerse en temas tan delicados como la educación y la religión, que complementan progresivamente su trabajo.
Ya para la segunda parte del ensayo, analiza los trabajos de escritoras emblemáticas y los complementa con una pequeña biografía para enunciar el trabajo de cada una de ellas, en conjunto con un pequeño análisis de la mujer mexicana del siglo XIX, consiguiendo divulgar un esquema de la posición femenina a través del tiempo y cómo poco a poco hemos ido “despertando” de la opresión machista que nace con nosotras.

En Mujer que sabe latín se reafirma en su esencia, sin criticar ni atacar, simplemente analizando desde su perspectiva la liberación del pensamiento femenino, conjugado con un humor ácido, irónico y sumamente inteligente. “… La mujer a lo largo de los siglos, ha sido elevada al altar de las deidades y ha aspirado el incienso de los devotos. Cuando no se la encierra en el gineceo, en el harén para compartir con sus semejantes el yugo de la esclavitud; cuando no se la confina en el patio de las impuras; cuando no se la marca con el sello de las prostitutas; cuando no se la doblega con el fardo de la servidumbre; cuando no se la expulsa de la congregación religiosa, del ágora política, del aula universitaria”, añade, dejando clara su posición.

Está claro que lo que se encuentra en este ensayo es agudo y elegante, su estilo es sensible e inteligente y se refiere a mujeres que añaden algo diferente a la literatura con perspectiva masculina. A pesar de ser un libro teórico, se presenta fresco y diferente, sobre todo en aquellos momentos donde se dirige al sometimiento de la sociedad de las mujeres, con su falsa moral y valores preestablecidos,  sembrando en nosotros la semilla del espíritu crítico para difundir y contagiar lo que nos presenta, sin caer en radicalismos, sugiriendo la risa y la burla como arma para acabar con el machismo.

Es así como Rosario Castellanos fulmina al dicho popular, mediante 35 textos entre la crítica literaria y el debate, que pone sobre la mesa un tema ignorado, utilizando el ensayo como herramienta básica para dejar todos los puntos claros, construyendo su representación del mundo. En definitiva, un ensayo brutal, que me ha encantado y que se va directo a  mis favoritos de este año. La autora nos convierte en lectores cómplices, capaces de divulgar lo que plantea, con el trabajo de elaborar otras hipótesis e interpretaciones, utilizando su inteligencia para dejar claro que las mujeres que saben latín siempre tienen un buen fin.



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