Del buen salvaje al buen revolucionario, Carlos Rangel.



Este libro es un análisis de la realidad de América Latina, enfocado en los mitos indigenistas y marxistas sobre la región y las marcas que han dejado la destrucción e idealización de las culturas indígenas nativas. Rangel apoya su pensar bajo la idea de una “América Española” y no Latina, que se ha visto transformada y que aborda a través de 11 capítulos titulados: “Del buen salvaje al buen revolucionario”, “Latinoamérica y los Estados Unidos”, “Héroes y traidores”, “Ariel y Calibán”, “Latinoamérica y el Marxismo”, “Latinoamérica y la iglesia”, “Algunas verdades”, “Algunas verdades más” y “Las formas de poder político en América Latina” (3), que desmienten los mitos del tercermundismo de nuestro continente y que concluye que nuestras debilidades tienen distintos causantes.

Así como “Las venas abiertas de América Latina”, este libro ha cambiado mi vida.  A más de 30 años de su publicación, esta obra es una lectura obligatoria para entender nuestra realidad, que sigue reproduciendo los mismos fracasos, impotencias e ilusiones. Rangel nos compara con países desarrollados, bajo la premisa de “el que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que escuche”, a través de elementos como la historia, la psicología y la filosofía, para rechazar el victimismo nacionalista y admitir que la realidad siempre será diferente a la de Occidente.

En pleno siglo XXI, seguimos tropezando con piedras como el populismo, el clientelismo, la corrupción, entre un montón de cosas más. Es por ello que Del buen salvaje al buen revolucionario no es sólo un ensayo más, pues a diferencia de los otros, teoriza sobre nuestro origen y destino, sí, pero además, se atreve a señalar las violentas consecuencias que ese origen tiene en nuestro presente. Es decir, cómo ese legendario buen salvaje, bueno y manso que complació a Colón, con el paso del tiempo, se convirtió en el revolucionario bravo y justiciero, heredero de los libertadores, dispuesto a vengar su historia y construir la sociedad que nos merecemos que somos hoy en día.

Conjugando una serie de elementos, Rangel estudia la proyección de esos mitos en nuestra realidad, dejando de lado la idea de que hemos sido “corrompidos” y mantiene la convicción de que seguimos adoptando doctrinas obsoletas que nos mantienen como estamos, intentando luchar contra un “imperio” que siempre estará por delante. Se despoja de la idea de que existe un “buen salvaje” y un “buen revolucionario, para concluir que la “ambición secreta que vive en el corazón de cada latinoamericano consiste en desafiar a los Estados Unidos, romper con los Estados Unidos, como desquite no sólo por los atropellos y humillaciones particulares y concretas sufridas por los latinoamericanos colectiva e individual a manos de los yaquis, sino sobre todo por la humillación y el escándalo general que significa el éxito norteamericano y el fracaso latinoamericano”.

Así, el libro es un intento de explicar ese abismo, bajo la convicción de que sólo abandonando esos mitos, seremos capaces de asumir nuestras responsabilidades y superar el complejo de inferioridad que se esconde bajo la idea del buen salvaje y el buen revolucionario.“¿Llegaremos a ver en América Latina gobiernos ‘socialistas’ tiránicos que liquiden toda disidencia, encarcelen, torturen y fusilen a sus opositores y a los miembros caídos en desgracia de su propio personal, bajo el pretexto de estar extirpando actividades de espionaje o connivencia con el extranjero, según el modelo de los juicios de Moscú, Praga y Budapest?” Se cuestionaba Rangel hace unas cuantas lunas. Y si eres venezolano, ya sabes la respuesta.

En definitiva, Del buen salvaje al buen revolucionario habla del miedo a la libertad que aún pesa sobre nosotros, pues esta implica una serie de responsabilidades, que para muchos resultan difíciles y prefieren refugiarse en un sometimiento a una autoridad que “decida por nosotros”. Así, la obra parece haber sido escrita ayer, pues contiene muchas de las problemáticas venezolanas en los tiempos del chavismo, que nos llevan a cuestionarnos si realmente hemos avanzado siquiera un poco desde que este libro fue escrito. Yo creo que no. Pero léanlo. Capaz y un día lo hagamos.

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