Señorita Vodka, Susana Iglesias.


"Las tipas duras no maman, las tipas duras no besan, las tipas duras no cogen dos veces con el mismo hombre (él y otros no lo entendieron)".

Me encanta leer sobre la realidad de mujeres en panoramas distintos a los míos. Luego de mi obsesión con Diablo Guardián, me propuse leer la mayor cantidad de libros posibles con temáticas similares, y es así como llegó a mi Señorita Vodka, de Susana Iglesias, un homenaje a las teiboleras que llegó a mi cuando yo ni sabía qué era ser una.

En su primera novela, la mexicana retrata a una bailarina exótica capaz de hacer poesía mientras baila en el tubo, mientras que sobrevive a la vida nocturna entre Ciudad de México y Hollywood, buscando rendir un homenaje a las bailarinas sexys, desmitificando este oficio, que para ella genera una “revolución”, a lo que alega que  “De pronto se cree que la vida de estas mujeres es triste y sórdida. Sí lo es, en cierta medida, pero también hay un gozo y una revolución cada vez que una mujer se sube al tubo y decide enfrentar la vida de esa forma” y agrega que “Para mí (esta novela) es un homenaje”, siguiendo los pasos de una aguerrida mujer aficionada a la bebida alcohólica que tiene en su nombre, que vive de los “table dance” y que se enfrenta a diversos choques del amor y hechos igual de peligrosos, como las drogas, las armas y los proxenetas.

Iglesias afirma que creció cerca de Tepito, en el llamado “barrio bravo” dentro de la Ciudad de México, que es conocido por sus actos delictivos, tráfico de armas, prostitución  y drogas, partiendo de sus experiencias para darle mayor realismo al texto, utilizando charlas que mantiene con sus amigas que trabajan como bailarinas exóticas, a quienes jamás les ha dicho que es escritora, pues no pretende verlas como objetos de estudios. 

“Tengo cuatachas (amigas) teiboleras que son a todo dar”, cuenta Iglesias entre risas, a lo que agrega que Platico mucho con ellas y se divierten más de lo que (los hombres) creen divertirse. Eso es lo interesante, (ellos) se sienten conquistadores y ellas les están vaciando la cartera”.
A pesar de que la han catalogado como novela negra, policíaca y erótica, ella prefiere definirla como “una novela fuerte en el sentido de que se adentra en el tema de la noche”, haciendo una oda a la mujer que, por Dios sabrá qué razones, se ve obligada a vivir la vida nocturna en tacones, siendo Señorita Vodka una caja de secretos sobre la mujer en general, porque es el oficio más viejo del mundo y pasa en cualquier lugar de este planeta, porque hay muchas Señoritas Vodka que ven la vida con ese arroja y que “se la rifan al igual que el personaje”, afirma la mexicana, que también agrega que su obra es, además, “una novela de complicidad, desamor, muerte y memoria”, que también funciona como un “manual contra la misoginia”, porque “El misógino es un hombre acobardado finalmente, un hombre totalmente rendido a la mujer, pero que tiene que demostrar lo contrario con su machismo y esa careta. El hombre nunca tiene el control, las mujeres son las que llevan el control en el amor, son las que más se entregan”, dijo.

En su novela, relata con crudeza escenas en la que la protagonista es golpeada y tratada como objeto en sus noches más intensas, en conjunto con pasajes llenos de erotismo, narrados con un lenguaje vívido, fuerte y carismático, que ella le atribuye a andar por los barrios de México. “Cuando camino Eje Central y platico con esos trasnochados es cuando puedo ver su corazón. No los veo como un objeto de estudio social; a mí me gusta platicar desde el corazón con estas personas, ofrecerles un trago y de eso habla la novela, de la solidaridad en las calles”, dice “Se escribe en las calles, el escritorio es el final”.

“S” la protagonista de nuestra historia es sumamente entrañable, se sumerge en un espiral decente, pues en contra de los convencionalismos se vuelve teibolera, adicta al vodka y en vuelta en un hilo de autodestrucción y dependencia, escribiendo cartas a un anónimo “W”, haciendo de esta una historia desenfrenada, como la ruleta rusa, donde la escritura la salva y la violencia, el sexo, el alcohol y el amor dicen presente, con una jerga que va de lo vulgar a lo poético, en escenarios  crudos y honestos, que funcionan como una resaca que te golpea al despertar.

La noche surge como el misterio y la incógnita, en compañía del vodka, que refuerza los barrotes que nos condena, y que es el talismán de la protagonista, con el que Iglesias logra denunciar la sociedad actual, que estando en lo más hondo del abismo, los sigue buscando, en una ceguera que persigue iluciones perdidas, con el ejercicio de la prostitución en un entorno en el que “las emociones se salen de control a menudo y tienen planes propios”, con el que la mexicana introduce monólogos interiores, llenos de nostalgia y practicando el libre insulto, con el perfil de “teibolera” que brilla en el escenario y se esfuma cuando la música termina, en una aventura estrambótica que se enmarca en un entorno de violencia cotidiana y de miserias que no terminan, dando como resultado una novela arriesgada, que siempre tiene un trago de vodka en la mano y que brinda con la izquierda para que se repita.

Porque los mejores acompañantes de la chica son sus tacones y su vaso de vodka, en su busca insaciable de acabar con su vida, porque el destino le ha jugado sucio, parece que nunca encontraron el amor y ve la salida en convertirse en teibolera, entendiendo que el amor existió pero que ya se ha ido, porque los hombres a los que quiso le pagaron con desprecio y olvido. Vivió enamorada y descubrió que a veces es más importante disfrutar aunque el vacío se apodere de nosotros que descubrir ese sentimiento que nos destruye sin retorno. Y es que ella disfruta del tubo, de los bailes eróticos y de los coqueteos con la muerte, porque la hacen olvidar el dolor que alguien provocó y es que realmente es difícil olvidar a quien nos rechazó tantas veces, a ese que nos puso una bala en el corazón que sangra constantemente, buscando hacer como si no pasara nada, pues en el fondo no quiere (queremos) olvidar a quien nos hizo sentir ese desconsuelo eterno, ya que lleva a caer en los brazos de otro que le romperá el corazón más fuerte, y el trabajo fue demasiado como para que otro llegue y vuelva a ser todo igual, porque le obligan a decir que no, a no enamorarse y a evitar los besos como las putas y las monjas.

“Es probable que mi sistema de ‘valores’ esté un poco deteriorado, pese a eso, trato de ser lo menos infeliz posible, de no amargarme ni amargarle la existencia al otro, aunque algunas veces no lo logro. Culpas, remordimientos… mis remordimientos tuvieron origen y final, fueron como navajas que se clavan contra mí todo el tiempo hasta que un buen día me cansé”, dice la señorita Vodka, que pone en el plano a un Judas que la condena con un beso a la perdición absoluta, a su W cuyo nombre no puede mencionar sin que su corazón se rompa en mil pedazos.

Y es que no puedo dejar de lado que Susana Iglesias, lejos de todo el contexto, escribió una historia con la que todos nos podemos identificar, pues a fin de cuentas es el relato de una mujer que lo perdió todo por amor, dejando de lado sus facultades para escribir y que prefiere vender su cuerpo por unas horas de placer a un hombre que la destroce y que le haga olvidar a sus amores pasados. Es, en resumen, una historia difícil, de amor y de odio, con sus historias de amor y el irremediable desamor, que nos introduce a su mundo oculto y que nos lleva a entenderla con los ojos llenos de lágrimas, pues se entrega a la vida nocturna como bálsamo para dejar de pensar en todos los que hicieron lo mismo con ella, pero sin cobrar.

Iglesias nos da el papel de ser los detectives de esta historia que no deja muy claro por dónde empieza y dónde termina, pero que sin duda deja un mensaje contundente,  que reflexiona sobre la condición femenina, en esa ruleta rusa que viene perdida desde el principio, pero que la convierte en una mujer fuerte de la boca para afuera y sumamente frágil por dentro, porque a pesar de que nunca logró ser feliz, vivió el amor y el desamor de la manera más intensa posible.

En definitiva, un libro con una carga psicológica compleja, que va desde los bares de mala muerte hasta las noches de violencia y prostitución que “S” debe vivir, recorriendo el camino que eligió, solo intentando sobrevivir, con su trago de vodka en mano con el que parece ahogar todas las malditas penas que aprendieron a nadar. Una novela maravillosa, que me ha dejado sin palabras y que deben leer sí o sí.


3 comentarios:

  1. La verdad es que este no es el tipo de libro que suelo leer y como ahora tengo varios pendientes lo dejaré pasar

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  2. Hola, me podrias decir donde puedo descargar el libro ... soy de Perú y he buscado el libro durante 2 años y no lo he podido encontrar please help me !

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  3. A mi me encanto el libro, es la segunda vez que lo leo,creo que tod@s tenemos algo de señorita vodka en nuestro inconsciente :D

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