Azul.
He leído poco de la historia peruana. De
hecho, debo admitir con vergüenza que el único autor de ese país que había
leído era a Vargas Llosa. Por suerte, el pasado año, me topé con la edición de
Anagrama de La hora Azul y qué buena elección. Alonso Cueto enfoca un período
histórico relativamente reciente de la historia peruana cuyos efectos siguen
vigentes en la memoria de la población, que se nutre de los acontecimientos
violentos que marcaron la década de los 90, conocidos bajo el nombre de la
Guerra sucia y el Sendero Luminoso.
Nos presenta a Adrián Ornache, un adinerado
abogado limeño que después de la muerte de su madre decide indagar en la
historia de Miriam, una “chola”, de la que su padre estuvo enamorado durante el
conflicto en la base militar de Huanta en Ayacucho. En esta reconstrucción de
la memoria, Ornache entiende su historia personal y la de su país, que surge
como un cuerpo lastimado, violado, a través de la figura de una mujer que es el
hilo conductor de esta novela, que muestra como se tortura, se viola y asesina,
sin pruebas ni garantías, de forma excesiva e impune, narrada en primera
persona, en una investigación llena de dudas, reflexiones y experiencias,
llenas del dolor del pasado, entrando en barrios y poblaciones donde choca con
una realidad desconocida, todo por la fuerza de encontrar a Miriam, quien pone
toda su existencia en jaque (mate), donde Cueto esboza la situación de la
confrontación donde los débiles resultan los más afectados, y da un panorama
posterior al desastre, en el que las desigualdades solo se han escondido tras
un par de matices contemporáneos.
Y lo más crudo es que está basada en una
historia real, narrada con el suspense de un thriller apasionante, pues la
historia del militar que secuestra a la joven senderista y se enamora de ella y
ella huye, está basada en un hecho real, que el autor tomó de un episodio de un
militar que estaba a cargo de un cuartel en Ayacucho que convivió con una
prisionera hasta que ella se escapa, donde deja evidenciado que los datos que
se ofrecen de dicha guerra están sumamente bien documentados y rigurosamente
investigados.
La hora azul es un viaje hacia el lado oculto
de las familias y sociedades, pues Ormache va descubriendo todo lo que por
pudor o comodidad se le había ocultado, donde explora lo prohibido y descubre
lo olvidando, pues mientras avanza en su historia familiar, se va
redescubriendo a sí mismo, ya que su vida se convierte en una Odisea en
búsqueda de esa mujer y de las consecuencias de su relación con su padre, al
que nunca conoció, donde parecen recaer todos los trágicos acontecimientos que
le ha tocado vivir.
Es la muerte de su madre el hecho que
desencadena el esfuerzo por saber la verdad, hallar quién fue realmente su
padre, donde va desenvolviendo la oscura madeja de esos años brutales que
dejaron miles de muertos, víctimas de violencia y violación, hasta llegar a su
padre, uno de esos oficiales que se aprovechó de la situación y chantajeó a su
madre para guardar silencio, así como hizo con Miriam, a quien violó e hizo su
amante hasta que ella se escapó antes de que llegara la peligrosa hora azul del
amanecer, siendo su búsqueda el centro del relato, sumergiendo al lector en una
experiencia emocionante en pro de averiguarlo, que desemboca en un dramático
final que envuelve a todos los personajes que aparecen en la trama.
La hora azul es una apasionante novela
política que hace un estudio moral de ciertos individuos cuyas vidas reflejan
una sociedad en una aguda crisis. Cueto estructura todo de una manera
artística, sustentada en testimonios, con una narración en primera persona, que
maneja la intriga y que se complica cada vez más, que terminan por tener una
lógica y una veracidad increíbles, que nos hace sentir la ansiedad y la
urgencia de la aventura, compartimos pistas, descubrimientos y frustraciones
como si fuésemos nosotros los agentes de la investigación.
Todo esto mediante un lenguaje propio, lleno
de ironía, desordenado como la vida misma, con rasgos del habla peruana, dentro
de la Lima caótica, multicultural, ese monstruo en el que la improvisación es
el único modo de sobrevivir, que nos mete en un laberinto en el que la salida
depende del lector, pues presenta la realidad peruana como un nudo de tensiones que desgarran el tejido social, ya
que Adrián se da cuenta de que ha vivido de espaldas a la realidad de su país,
aún en medio de la ola de violencia que casi lo destruye, siendo Mariam quien
encarna el inframundo distante y desconocido al que él no pertenece y que
revelan una verdad, pues la gente como ella “no buscaron llegar a una
realidad tan dividida, tan llena de cercos edificados, no buscaron nacer al
otro lado. La línea que nos separa a nosotros de ellos está marcada con el filo
de una gran navaja”, ya que miles fueron secuestrados, torturados, violados y
muertos, sin saber que eran víctimas, siendo los sobrevivientes fantasmas
atados para siempre a ese gran montón de muertos anónimos, que nos inquietan y
conmueven, que proponen una reflexión sobre las relaciones entre el hombre y la
memoria personal y colectiva.
La figura de Miriam
se presenta como un cuerpo inasible, lastimado, que remite al país, que para
escapar del peso del pasado y del trauma del futuro se suicida y le deja a
alguien más la misión de contar, el legado de la memoria, siendo el cuerpo el
punto de partida de la historia, donde la memoria y este se unen y se compenetran,
como una memorización tangible, colectiva e individual, porque conocer al otro
es conocerse a sí mismo en una reconstrucción común de la historia, que insiste
en la necesidad de olvidar lo ocurrido para recordarnos que debe seguir
sobreviviendo, aunque no lo consigue pues no posee el equilibro necesario entre
memoria y olvido, ya que vive del recuerdo, así como Perú, que está permanentemente entre el pasado y el
presente en una misma temporalidad.
Y es que para las
víctimas, como ella y como alegoría al país,
olvidar es una manera de protegerse mientras la memoria se apodera de su
cuerpo, y funciona como factor para los que padecieron, pero no para los externos,
que no lo comprenden, siendo una actividad individual que deja percibir que la
vida se basa en la memoria del pasado y la supuesta identidad.
Puesto que La hora
azul trascribe la voz de los lastimados, presenta al habla como actividad
curativa, catártica, que insiste en que
no se habla para sí mismo, sino que se entra en contacto con el otro, siendo los
testimonios los que demuestran que muchos peruanos comparten la historia
trágica de Miriam y su narración funciona como eco del dolor, encarnado el
proceso de construcción de la memoria, que queda sellada en el horror de la
violencia y se une al paisaje geográfica como testigo de lo vivido, que
rememora e intenta olvidar aquellos hechos dolorosos, que transforma el paisaje
en sitio histórico y traumático del recuerdo.
La novela propone una
lectura política sobre el conflicto armado, otorgándole voz a los victimarios y
reformulando la crítica sobre su rol con vistas a la elaboración de un discurso
de reconciliación sobre la memoria. En definitiva, La hora azul avanza del
extrañamiento a la resignación, con un protagonista que emprende una travesía
que nos narra poco a poco, con sus impresiones y reflexiones, en un sentido
esencial y radical, con la identidad y lo propio en contraposición a lo colectivo,
siendo la palabra y el desgarro que ésta con lleva la única salida para seguir
(sobre) viviendo.
Holaa!
ResponderEliminarSoy nueva por tu blog y lo encontré gracias a la iniciativa de "seamos seguidores"
Me quede leyendo esta reseña porque me llamó profundamente la atención la autora. La verdad es que no he leído nada de ella y nada de la historia peruana, pero se me hace muy interesante todo lo que hablas del libro. Sobre todo aquello de que está basado en una historia real, esas son las que más me gustan, así que muchas gracias por presentarme el libro!
Te dejo un gran beso
PD y obviamente ya te estoy siguiendo!