Varios mitos griegos (I): Perseo y Medusa; Pigmalión, Dido, Sémele y Zeus; El Tártaro; nacimiento de Afrodita; formación de Europa; y mito de Electra.



·         Perseo y Medusa.

Cuenta la leyenda, que Medusa era una de las tres Gorgonas (las otras eran Esteno y Euríale), que eran hijas de Forcis y Ceto, dos divinidades marinas que también eran hermanos. Su presencia provocaba miedo, pues en vez de cabello, tenían serpientes, un cuerpo cubierto de escamas de dragón, colmillos de jabalí, manos de bronce ,alas de oro, que eran tan pesadas que no les permitían volar y una mirada penetrante que convertían a quien las viera directamente a los ojos en piedra. Sin embargo, Medusa era la única mortal de las tres gorgonas, así como una chica preciosa, hasta que Poseidón osó a poseerla en el templo de Atenea, que provocó que la diosa guerrera la castigada convirtiéndola en un ser aún peor que sus hermanas, pues a diferencia de ellas, no adquirió la inmortalidad.

Ahora, se dice que Perseo, hijo de Zeus y Dánae, fue un gran semidiós en la Mitología Griega. La mortal fue fecundada por el Dios en forma de lluvia de Oro, quedando así embarazada del héroe. Cuando el bebé nació, Acrisio (Rey de Argos y padre de Dánae) ordenó que él y su madre fueran encerrados en una enorme caja y tirados al mar, para darle fin a su vida. Sin embargo, cuando Zeus se enteró de esto, los llevó a la Isla de Sérifos, donde ambos fueron acogidos por el Rey Dictis. Perseo creció, pero al poco tiempo, Polidectes, el nuevo rey malvado, se enamoró de Dánae y, buscando deshacerse de su hijo, que la cuidaba celosamente, amenazó al joven diciéndole que su madre sería sacrificada si no le traía la cabeza de Medusa, una tarea imposible, considerando que todo aquel que la viera se convertía en piedra.

Sin embargo, él valientemente emprendió su viaje hacia la morada de las Gorgonas. Cuando los Dioses se enteraron de su decisión, decidieron ayudarlo: Atenea le dio su escudo para protegerse de la mirada de Medusa, Hades lo dotó de un caso para poder ser invisible cuando lo necesitara, Hermes le dio unas sandalias con alas para poder volar y moverse con facilidad, las Ninfas lo ayudaron con un saco especial para cargar con la cabeza de Medusa y Hefesto con una poderosa espada. Aún así, Atenea le advirtió que debía evitar a toda costa mirar a Medusa pues, aunque tenía todos estos elementos, perecería si así fuera. Le recomendó usar el reflejo del escudo para situarse y así emprendió su viaje, topándose con el monstruoso ser, a quien le cortó la cabeza sigilosamente, la guardó en su saco y de la sangre derramada, nació el monstruo Crisaor (guerrero de la espada de Oro) y el caballo alado Pegaso.

De regreso a casa, Perseo se topó con el titán Atlas. No fue bien recibido por él, ya que un oráculo le había contado que un hijo de Zeus le robaría las manzanas del jardín de las Hespérides. Perseo, con astucia, le mostró la cabeza de Medusa, convirtiéndolo rápidamente en piedra, siendo Atlas esa cadena montañosa que conocemos hoy en día. También conoció a Andrómeda, una bella doncella encadenada a una roca en la playa, que esperaba su muerte a manos de un terrible monstruo marino, pues su madre Casiopea había ofendido a los Dioses y en el sacrificio de su hija buscaba el perdón. Conmovido, el semidiós convirtió a la criatura del mar en piedra y siguió su camino a casa junto a Andrómeda.

Al llegar, encontró que su madre no estaba, pues había huido gracias a las insinuaciones de Polidectes, refugiándose en el templo de Atenea. De nuevo, con la cabeza de Medusa en la mano, convirtió a todos los enemigos de Dánae en piedra. Una vez hecho esto, Perseo le entregó la cabeza a Atenea y ella la montó en su escudo, convirtiéndola en su emblema, al mismo tiempo que devolvió todos los regalos a los Dioses, convirtiéndose en un héroe dentro de la Mitología Griega.


·         Pigmalión y Galatea.



La historia cuenta que Pigmalión, rey de Chipre, aseguró que nunca se enamoraría de alguien que no fuera perfecto. Comenzó a modelar una estatua con forma de mujer, pero mientras más adornaba aquella divina estatua, el rey se sentía más enamorado de su creación. Al terminar su obra, Pigmalión estalló de amor por aquella estatua y comenzó a llenarla de besos y abrazos. La miraba, la tenía entre sus dedos, la vestía y la imaginaba delicada y suave. Pero el mármol frío, a la par que aumentaba su deseo, lo llevaba a la desesperación, pues su amor jamás podría traspasar aquel cuerpo inerte.

Acudió a Afrodita, rogándole que si tenía tanto poder como decía, dotara de vida a su preciosa estatua. La diosa lo complació y cuando Pigmalión la abrazó de nuevo, el mármol del que estaba hecha comenzó a irradiar calor y a desaparecer poco a poco. La dureza de la piedra comenzó a volverse suave y poseyó a Galatea, la delicada mujer con la que finalmente se casó.

·         El suicidio de Dido.

 

Dido, hermana de Pigmalión e hija de Muto, desposó a Siqueo, sacerdote de Heracles. Al morir, Pigmalión lo sucedió y en sueños, el difundo consorte advirtió a Dido que estaba en riesgo de ser la próxima víctima del nuevo rey. La princesa abandonó Tiró y con una buena fortuna, logró fundar Cartago.

Su rápido progreso provocó la envidia de Jarbas, rey de Getulia, que exigió a Dido en casamiento a cambio de no destruir Cartago. Ella se opuso rotundamente a su voluntad por un largo tiempo, hasta que decidió inmolarse en las llamas de una pira humeante.  Eneas, al llegar a Cartago enamoró perdidamente a Dido, haciendo que Jarbas, celoso, solicitara a Zeus alejar al extranjero, que partió a Italia buscando formar Roma, haciendo que ella, con el corazón destrozado, se suicidara, en un amargo y dulce sacrificio.

·         Sémele y Zeus.



Es más que conocido que Zeus fue un Dios rodeado de relaciones de todo tipo. Sin embargo, su historia con Sémele, hija de Cadmo, rey de Tebas en conjunto con Harmonía, resalta por ser uno de los mitos más llamativos.

El dios y ducha mujer engendraron a Dioniso en uno de sus encuentros furtivos. Hera, la esposa oficial de Zeus en un arranque de celos, se le presentó a Sémele bajo la forma de la vieja Béroe (su nodriza) sugiriéndole que dejara a Zeus, pero al no lograrlo, decidió ir en contra del amante. Le dijo que su verdadero amante no era él, sino un hombre normal que se hacía pasar por el Dios, aconsejándole que le diera alguna prueba de su inmortalidad.

Sémele acudió a Zeus para pedirle que le demostrara todo su poder y éste, ante su embarazo, le prometió que le daría todo lo que deseara. Ella, poseída por las palabras de Hera, le imploró que se le apareciera en todo su esplendor. Zeus se mostró en toda su magnificencia y los rayos que desprendía terminaron por abrasar a Sémele. El niño que estaba dentro de su vientre, fue arrancado de ahí por Hermes, cosiéndolo al muslo de Zeus, siendo bautizado como Dioniso, por ser el dos veces nacido.

·         El Tártaro o la Mazmorra de los condenados.



Según el mito de la Titanomaquia, el Tártaro era el lugar donde estaban encerrados los Titanes, hermanos de Cronos. Era la región más profunda de la tierra, creada por Caos. Se dice que era un abismo tal que si se arrojaba un yunque de bronce, tardaría nueve días y nueve noches en llegar a la tierra, y otros muchos más en llegar al Tártaro, que viene  a ser, según, la distancia entre el cielo y la tierra, o entre la misma y el inframundo.

El tártaro era el sótano de Hades, pues este se situaba más allá del Océano, en los confines de la Tierra y el lugar estaba debajo de él. Dentro de sí, se encerraban a los peores criminales y todos aquellos que habían infringido las leyes de los Dioses, teniendo como castigo sufrir crueles tormentos eternamente.

Grandes personajes de la Mitología Griega  estuvieron dentro de él, sin embargo, hay algunos que resaltan por sus hazañas. Radamanto es uno de los más famosos; era el gobernante de la Isla de Creta y fue elegido para ser el juez del Tártaro y su trabajo consistía en asignar a cada malvado su justo veredicto y el castigo correspondiente, en conjunto con Tisífone, una de las furias encargadas de vigilar las puertas del lugar.

Se conoce que los gigantes Oto y Efialtes fueron condenados en el lugar por desafiar a los dioses, así como Salmoneo que osó a compararse con Zeus. Ticio intentó asaltar a Leto, madre de Apolo y fue condenado a que su hígado fuera comido eternamente por dos buitres. Ixón que, por cierto, logró el perdón de Zeus, fue condenado por intentar seducir a  su esposa Hera, siendo su castigo girar atado a una rueda por el resto de su vida. Sísifo fue condenado a empujar una gran roca por una colina de arriba hacia abajo diariamente, creando así el horizonte, que subía y bajaba hasta llegar el anochecer.

Por su parte, los Titanes arrojados al Tártaro por Zeus son unos de los más famosos, pues se rebelaron en su contra durante la batalla conocida como Titanomaquia. Los hecatonquiros eran habitantes del lugar, ya que provocaban las tormentas y huracanes, en compañía de sus hermanos los Cíclopes, que fabricaban los rayos y los truenos que acompañaban dichos sucesos.

Junto a Gaia, Tártaro engendró a Tifón, su única descendencia. Dicho ser, poseía cien cabezas que tocaban el mismo cielo, ojos que  soltaban veneno y una boca que expulsaba lava. Se conoce que el titán se enfrentó a Zeus, terminando en el monte Etna, donde permanece hasta nuestros días, desprendiendo lava gracias a su rabia y su carácter.

El Tártaro ha sido la base para múltiples escenarios en la literatura y en el cine. Uno de los ejemplos más claros está dentro de La divina comedia y uno no tan evidente en la prisión de Azkaban, en Harry Potter.

·         Nacimiento de Afrodita.

 

Afrodita, una de mis diosas favoritas, lleva consigo uno de los nacimientos más fabulosos de toda la Mitología Griega. Algunos la toman como hija de Zeus, sin embargo, su nombre significa “nacida de la espuma” y su nacimiento se remite a la creación del Olimpo. Como ya sabemos, Gea engendró a Urano, que odiaba a todos sus hijos y que fue matado por Cronos que, al cortarle sus genitales y al correr su sangre y su semen al mar, dio origen a una espuma que dotó de vida a Afrodita, que nació siendo mujer.

Llegó a Citera y se trasladó a Peloponeso, quedándose en Pafos, Chipre, donde aún se le adora. Se dice que no tuvo infancia y que nació adulta, sensual y altamente deseable. Se le representa vanidosa y susceptible, siendo la diosa mayor de los Olímpicos.

Gracias a su belleza, Zeus la desposó con Hefesto, el severo, cojo y feo Dios del fuego, evitando que la belleza de la Diosa fuera la causa de conflictos mayores en el Olimpo. Ella, en desacuerdo con todo esto, aceptó y disfrutó del amor con otros tantos dioses, semidioses y mortales como Ares, Hermes, Adonis y Anquises, siendo conocida como la diosa del amor (atracción física o sexual).

·         El rapto de Europa.

 

Europa, hija de los reyes de Tiro Agenor y Telefasa, jugaba en el prado junto a otras jóvenes de la región. Ella, con su gran belleza, admiraba junto a sus amigas a los toros del padre de la princesa, cuya hermosura era motivo de disputa entre los mortales y los dioses, cautivados por su presencia.
Un toro blanco que resaltaba del resto, se acercó a Europa, postrándose ante ella, que comenzó a acariciarlo y posteriormente, a pasear sobre su lomo. De la nada, el toro comenzó a correr y saltó al mar desde el acantilado, dejando a la princesa en un estado de pánico. No entendía qué ocurría, pues no sabía todavía que aquel animal no era otro que Zeus, loco por el desespero de poseerla, que había ideado un plan para que ella no pudiera rechazarlo.

Estando en la Isla de Creta, Zeus adquirió su forma humana y poseyó a Europa cerca de la Fuente de Gortina, bajo un árbol que todavía existe, dando como fruto tres hijos, llamados Sarpidón, Radamantes y Minos. Sin embargo, el Dios debía regresar al Olimpo, aún así, no quiso dejar sin nada a la joven, así que le dio a un autómata llamado Talo, que le serviría para vigilar su isla, un perro que la ayudaría a cazar y una jabalina que siempre daba en el blanco. Además, la casó con el Rey de Creta, Asterión, que adoptó a los bastardos de Zeus como sus hijos.

Además, la leyenda agrega que en su desesperación, los padres de Europa caminaron por todos lados llamando a su hija, sin hallar nunca una respuesta, haciendo que los habitantes de esos lugares por los que se pasearon, llamaran así al continente que conocemos hoy en día. Cuenta también que, tras la muerte de la princesa, Zeus convirtió en constelación a la forma de toro con la que la había raptado, incluyéndose así en los signos del Zodiaco (Tauro).

·         Mito de Electra.



Electra era hija de Agamenón, rey de Micenas y su esposa Cliemnestra, hermana de Helena de Troya, Orestes e Ifigenia. Recordemos que Agamenón, tras la huída de Helena con Paris, fue rumbo a Troya e hizo, tras mucho esfuerzo, la famosa hazaña de el Caballo de Troya, mientras que en su hogar, la reina mantenía una relación con Egisto que mató a Agamenón con ayuda de su mujer, despertando el odio de Electra, que fue testigo de lo sucedido y que alimentaba su odio hacia su madre y su amante cada día.

Desde ese momento, no hizo nada más que esperar el momento para vengar la muerte de su madre. Envió a su hermano pequeño a Parnaso, para protegerlo, esperando a que tuviera la edad suficiente para reclamar el trono y ejecutar su malévolo plan.

Cuando Orestes volvió hecho un hombre, consiguió entrar en el palacio real tras haber hecho creer que había muerto. Reclamó su trono y acabó con Egisto y Clitemnestra, sin embargo, el recuerdo de su madre muerta con un puñal en el pecho lo enloqueció y lo hizo huir hacia el Oráculo de Delfos, atormentado por la imagen.

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