Matute suma suma un Premio Nadal, un premio de la Crítica, un Premio Nacional de Literatura (España), un Premio Planeta, un premio Nacional de las Letras, un Premio Cervantas y fue, además, miembro oficial de la Real Academia Española. Ella fue una mujer entregada a la literatura y el lenguaje. Tristemente, le sobrevino la muerte mientras escribía Demonios Familiares, una novela que habla de la Guerra Civil española.
En esta novela, se desplega una historia llena de simbolismos (que ya saben que me encantan) en conjunto con una serie ideas y sentimiento sumamente fuertes, acompañados por impulsos inconscientes, encarnados en personajes nítidos y contundentes.
En este panorama, descubrimos a Eva, una joven formándose para ser monja, que se ve obligada a abandonar el convento donde había estudiado desde los siete años. Ella es arrancada de todo con el fin de llevarla a la casa de su padre, el Coronel, quien le produce un sentimiento de desazón y un ansia de venganza, aunque al principio no tengamos muy clara la causa.
A partir de allí, la historia avanza hasta 1936. En este punto, Ana María Matute deja de lado el tema de la guerra, porque ya lo trató en la primera parte, y se introduce en el terreno de los sentimientos que anudan y enredan las relaciones entre quienes viven bajo un mismo techo y son protagonistas de demonios familiares que solos ellos pueden entender, pues las sangre los une y los lleva a encubrir a un hecho que, sin esperarlo, sale a la luz y lo trastorna todo.
Así, Matute enmarca el conflicto dentro de una prosa metafórica mediante la que lo expresa, haciéndolo repercutir en una personajes cuya conciencia habla desde el dolor. Además, para complementar este punto, divide al libro en dos partes: una donde vemos el mundo de Eva, su marco familiar, sus conflictos con el coronel y su círculo social, a partir de una crónica detallada de los hechos. Gracias a esto, el personaje a veces parece una adolescente rebelde, que rechaza todo lo que se le cruce por el medio gracias a su dura infancia. A partir de allí, conocemos su triste pasado lleno de espectros, donde todo quema y todo duele. Sin embargo, es en la segunda parte donde el choque ocurre, lo que hace que el foco narrativo se traslade y se monte sobre una nueva problemática, protagonizada por personajes nuevos.
A partir de allí, la historia avanza hasta 1936. En este punto, Ana María Matute deja de lado el tema de la guerra, porque ya lo trató en la primera parte, y se introduce en el terreno de los sentimientos que anudan y enredan las relaciones entre quienes viven bajo un mismo techo y son protagonistas de demonios familiares que solos ellos pueden entender, pues las sangre los une y los lleva a encubrir a un hecho que, sin esperarlo, sale a la luz y lo trastorna todo.
Así, Matute enmarca el conflicto dentro de una prosa metafórica mediante la que lo expresa, haciéndolo repercutir en una personajes cuya conciencia habla desde el dolor. Además, para complementar este punto, divide al libro en dos partes: una donde vemos el mundo de Eva, su marco familiar, sus conflictos con el coronel y su círculo social, a partir de una crónica detallada de los hechos. Gracias a esto, el personaje a veces parece una adolescente rebelde, que rechaza todo lo que se le cruce por el medio gracias a su dura infancia. A partir de allí, conocemos su triste pasado lleno de espectros, donde todo quema y todo duele. Sin embargo, es en la segunda parte donde el choque ocurre, lo que hace que el foco narrativo se traslade y se monte sobre una nueva problemática, protagonizada por personajes nuevos.
A través de una escritura que parece un sortilegio, Ana María Matute se centra en la vida Eva, que gracias a haberse desarrollado sin amor, sin ternura, sin un ápice de afecto, rompe todos los moldes para salir de todo lo que le molesta. Y es que, más allá de sus problemas familiares, la escritora habla de la vida de las niñas en los años '30 en España, donde eran obligadas a recibir una educación brusca, observada por la frontera de los adultos, donde los secretos, el dolor y las heridas abundaban. En este panorama, nuestra protagonista sufre sin entender nada, creándose así un escudo contra el amor.
Demonios familiares parte de un secreto familiar para narrar de manera distinta lo que fue la Guerra Civil Española, tocando puntos como el alzamiento de Franco, a través de los recuerdos que guarda Eva, llenos de guerra y sufrimiento. A partir de allí, Matute deja una lección fundamental que nace del amor, pues la protagonista aprende que esta es la única solución para todos sus problemas. Así, se arma un final hermoso, cohesivo, minucioso que, para mí, en vez de ser inconcluso, es abierto y a gusto del consumidor. concluso.
En definitiva, el final de esta novela será distinto para cada quién, y es precisamente en eso que reside la magia de esta novela, pues lo que sucede con los personajes dependerá de nosotros. Porque a veces, como ella lo dice en sus páginas, cuando un deseo se cumple, todo un mundo muere, y este ha sido su último regalo: el paraíso inconcluso que construye en final (o no) de esta nove…..
Hola, leí este libro que nos traes hace tiempo, pero tengo aún lo recuerdo. Esa elegante escritura de esta gran autora, pocas páginas pero suficientes para conocer bien a los personajes y meternos suavemente en la historia. Me gustó mucho.
ResponderEliminarSaludos.
Hola!
ResponderEliminarNo lo conocía y no descarto darle una oportunidad.
Gracias por la reseña.
Un saludo :)
No me llama mucho la atención pero la reseñan está genial! besos
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