Patria o muerte, Alberto Barrera Tyszka.



Patria, patria, patria querida.

Vivir en Venezuela se ha convertido en una tarea tortuosa. El chavismo que ha generado un aparente madurismo nos ha destruido como país y sociedad, que ha decaído (aún más) desde la muerte del famoso líder político Hugo Chávez Frías, en 2012, cuya realidad sigue siendo un misterio, siendo este el eje central de la novela.
Alberto Barrera Tyszka intenta entender el impacto del chavismo en la clase media venezolana, retratando los tiempos de la muerte de Chávez, llenos de angustia, miedo, tensión y hermetismo. Introduce a Miguel Sanabria, que intenta mantener una postura moderada, pues su vida está dividida entre el extremismo antichavista de su esposa y el radicalismo chavista de su hermano, que se incrementa cuando su sobrino Vladimir, recién llegado de La Habana, le pide que esconda un celular donde hay una grabación secreta del Comandante en un momento grave de su enfermedad. Le agrega a Fredy Lecuna, que intenta investigar dicho suceso y a María, una niña de nueve años que vive encerrada en su casa con su mamá por la violencia que azota las calles, donde el internet es su único amigo.

No sentirse identificado con Patria o muerte siendo venezolano es imposible. Con fragmentos como Sentía que Venezuela era una mierda, un derrumbe que ni siquiera llegaba a ser país. Creía que la política los había intoxicado y que todos, de alguna manera, estaban contaminados, condenados a la intensidad de tomar partido, de vivir en la urgencia de estar a favor o en contra de un gobierno”, Tyszka describe con exactitud lo que venimos sintiendo desde hace 18 años (por cierto, la edad que casi cumplo), con ese miedo constante a salir y no regresar, esa violencia que nos asecha y que hace respirar ese terror que el autor busca reflejar, en conjunto con la relación entre Rodrigo y María que es un airecito de esa inocencia que (quiero seguir creyendo) existe dentro de nuestro precioso país.

En Patria o Muerte, el escritor construye a dos figuras repetitivas que se desdoblan, Chávez, por el cáncer y Sanabria por enfrentarse a todos los que lo rodean gracias a la condición política que genera el primer personaje, quedando ambos derrotados por dos enfermedades igual de dañinas: el cáncer y el fanatismo. Es así como captura el estado de ánimo de un grupo de personas que nos hacemos llamar “venezolanos”, en una época de confusión donde no imaginábamos terminar como estamos (2017), siendo esta la conclusión del autor, pues finaliza reflexionando que el mundo que termina en Patria o muerte es el de los habitantes, nosotros, no el del chavismo, que se regeneraba, en aquel entonces, para convertirse en esto que vivimos día a día.

Aunque deja cabos sueltos con respecto a la enfermedad de Chávez y la crisis en la que nos ha sumergido su mandato, estudia muy bien ese monstruo que es Caracas, con personajes típicos como la sifrina, la “escuálida” ciega y creyente de todo lo que le dice, el chavista revolucionario, los extranjeros fascinados por el presidente, los que adoran y siguen al líder porque les dio una casa, una nevera o cualquier bien material, “visibilizándolos” ante los “ricos malos” bajo el lema del “socialismo del siglo XXI”, entre muchos otros personajes propios de este lugar común que es nuestro país.

Me parece importante recalcar que, aunque la trama central de la novela sea dicho presidente y la construcción de su mito, esta no es una novela de Chávez, sino de los venezolanos que viven dentro de los extremos entre el chavismo y el antichavismo, recalcando que su enfermedad fue la manera que encontraron para sacralizarlo y convertirlo en una especie de Dios popular, siendo Patria o muerte una historia que rompe el pedestal de Chávez para demostrar su enfermedad, donde el autor reflexiona que “aunque la enfermedad es al final una injusticia y algo súbito y terrible para Chávez, el cáncer fue un factor inesperado que ayudó a desmitificar ese cuerpo herido”, explorando en su novela los efectos de la polarización en la sociedad políticamente intoxicada venezolana, alejada de la tolerancia.

Es así como hace un “tour emocional” por ese país hipnotizado por una cuerda de mandatarios que se hacen llamar socialistas y que retrata a través de la muerte de Chávez, con un cúmulo de historias entrelazadas, a través de las cuales Tyszka muestra el proceso de “deificación” que comenzó tras la muerte de el Comandante.  En definitiva, Patria o muerte refleja la paranoia, los rumores, la violencia y los discursos políticos que invaden a una sociedad que aspira a una “normalidad” que se convierte en un anhelo que se esconde tras el telón del famoso lema “patria o muerte”.

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