Vivan los ensayos.
Tengo 17 años y han pronosticado (más
de una vez) que terminaré siendo una solterona. Partiendo de experiencias
personales, luego de terminar con mi ex, alegó que todo se debía a que era
incapaz de estar con nadie y que mi destino era ser “solterona” eternamente.
Luego, tras rechazar a un chico porque simplemente no me gustaba, volví a
recibir la palabrita como calificativo. Y por último, al entablar una
conversación con mis primas, volvieron a usar la palabra para referirse a las
chicas de su entorno que no tenían pareja y posteriormente a mí, porque a mi
edad ya eran todas unas mujeres comprometidísimas. Y ojo, estamos en el siglo
XXI. Ahora bien, me pregunto, tal y como lo hice en su momento, qué es
realmente ser solterona y si todos ellos saben qué significa la tan usada
palabra.
Kate Bolick en su primera novela
Solterona, plasma su formación como mujer acompañada por cinco escritoras
especialmente significativas en su vida. Nace después de muchos años de
intensas lecturas e investigaciones a partir de su labor periodística. En su
tesis, expone que la soltería es un fenómeno social que se ha vuelto una
realidad aplastante, ella presenta gráficos que indican la cantidad de solteros
en diferentes ciudades de EEUU, con imágenes de cómo el cine ha plasmado el
modelo de “soltera”, como la absurda y deprimida Bridget Jones, al igual que
utiliza a Beyonce, que celebra a las solteras en la famosa y universalmente
conocida canción “All the single ladies”, aunque en realidad lo único que
quiere es que un hombre les ponga un anillo en el igualmente conocido dedo.
Con quién me casaré y cuando son dos
preguntas que, para la mayoría de la gente, definen la existencia de toda
mujer, con independencia de dónde se ha criado o qué religión practica. Quizá
al final le gusten las mujeres, o simplemente decidirá que no cree en el
matrimonio. No importa. Estas disyuntivas determinan su vida hasta que obtienen
respuesta, aunque sea con “nadie” o “nunca”.
Bolick, entre muchas otras cosas,
explica el origen de la palabra inglesa que le da título a su libro: spinster o
solterona, que viene de la profesión de hilandera, probablemente de las
primeras mujeres que querían ser independientes. Asimismo, también estudia cómo
la palabra “soltero” tiene un significado social, cultural e históricamente
distinto al de “soltera”, porque mientras el primero se designaba a aquellos
hombres que no podían casarse debido a sus absorbentes trabajos, el segundo era
para las mujeres que se “quedaban para vestir santo” y no se casaban.
Sorprendentemente, en la actualidad, millones de años después, soltero sigue
vinculándose a un hombre que es tan poderoso y mujeriego que no puede casarse y
soltera sigue significando que eres incapaz de encontrar a un marido que te
quiera y te mantenga.
Kate Bolick, al mejor estilo de
Caitlin Moran, habla sin tapujos de su recorrido vital a través de una serie de
relaciones que se acaban hasta que se siente normal sin estar casada. Porque en
esta sociedad organizada en torno a una unidad familiar estable, la opción de
vivir solo es poco convencional. Su lucha interna, que refleja el sentimiento
de otras tantas mujeres, se debate entre lo que es justo para ella y cómo la
sociedad lo querría, y sus investigaciones al final, concluyeron en que no es
importante si estás o no con alguien, sino vivir la vida según tus propias
razones.
Es un libro en el que confluyen el
ensayo, la autobiografía y la biografía, porque además de narrar sus memorias,
habla de sus cinco “despertadoras”, que son cinco literatas estadounidenses que
la han acompañado en su educación sentimental; la poeta Edna St. VicentMillay,
la articulista Maeve Brannan, la columnista Neith Boyce, la novelista Edith
Wharton y la socióloga Charlotte Perkins Gilman, todas en el plano de las
letras a principios del siglo XX, que se han vuelto madres y amigas, modelos en
los que la autora se refleja y se compara en búsqueda de su camino.
A través de sus cinco historias y la
suya personal, Bolick establece un doble diálogo entre las escritoras y los
lectores. Escarba las vivencias de éstas mujeres, estudiando sus teorías y
cuestionando las convicciones sociales en búsqueda de respuestas críticas por parte
del lector, una de mis favoritas es cuando dice “A veces me pregunto si,
durante la infancia, un cuento de hadas o una leyenda marcan nuestra psique y
se convierten en una patrón inconsciente.”, porque evidentemente, mientras los
caballeros hacen grandes hazañas en casi todas las películas infantiles, las
chicas se quedan esperando a que ellos lleguen a salvarlas, entre un millón de
ejemplos más, donde Kate deja en claro las cuestiones que rondan su mente,
concluyendo que “a pesar de que el matrimonio ya no era obligatorio, como sí lo
había sido en los cincuenta, seguíamos organizando nuestras vidas en torno a
él, sin discusión”.
Solterona contribuye a investigar
sobre la búsqueda de la identidad femenina en una époc en la que la mitad de la
población está soltera. A sus 43 años, nos ofrece su testimonio honesto para
que no nos sintamos solas y tengamos modelos para la construcción de lo que
ella llama “mi propio reino de acuerdo con mis propias leyes”.
Es uno de esos
libros que hay que leer, es un ensayo que reivindica un montón de temas que no
hay que dejar pasar, la autora reflexiona sobre la soltería y el derecho a
vivir una vida propia, dice que sus 28 años dejó a su novio y desde ahí comenzó
a plantearse seriamente qué es lo que se espera de la vida y la soledad comenzó
a ser una muy buena opción. Bolick ya tiene cuarenta años y está orgullosamente
soltera, es una mujer moderna y aspira a un montón de cosas más allá de
casarse, no como cuando era pequeña, que se puso los 30 como fecha límite para
ya estar casada. Ahora, considera, como debería ser, que casarse es una opción,
no una obligación, aunque para la mayor parte de la sociedad del siglo XXI
tener 30 años y no estarlo te convierte en una “solterona”, pero ¿qué pasa
cuando la soltería se convierte en un estado más o menos perpetuo en nuestras
vidas?
Como bien dice, “Creo que la mejor
defensa pasa por ignorar este hecho y centrar tu atención en descubrir y
aprender sobre el enorme universo de mujeres que han vivido a su aire, solas, y
han logrado ser unas artistas espléndidas o realizar vitales contribuciones a
nuestra sociedad”, al igual que alega que “Mi intención en el libro no era
representar a todas las mujeres solteras, sino explorar mi propia relación con
la idea de estar sola, y esas mujeres fueron esenciales en mi proceso personal.
No puedo representar a todo el mundo”, construyendo así una serie de ensayos
contemporáneos que desmontan los discursos con respecto a las mujeres y lo
femenino.
Ahora los invito a googlear la palabra
solterona, para que vean cómo aparecen artículos que van dese cómo dejar de
serlo hasta lo terrible que es serlo. Y me encanta que Kate Bolick no tenga
problemas en autodenominarse de esa forma y no verlo de manera peyorativa y sin
tabúes, desmitifica el término y plantea sus inquietudes existenciales, "Me
iba haciendo mayor y no sucedía, no encontraba a nadie. Incluso llegué a pensar
que el problema era yo", rememora la escritora. Circunstancias vitales que
acabó aceptando, hasta logró disfrutar de ellas. "A los 35 asumí que, a lo
mejor, es que no me casaba nunca. Al final me dio igual, porque me di cuenta de
que me gustaba. Me gusta la vida que tengo".
Feliz de ser solterona, en búsqueda de
la identidad personal, la autonomía plena y la libertad como un horizonte de
realización personal; esa es la vida de Bolick y así deberíamos ser todas,
estemos o no casadas, comprometidas, emparejadas ¡sea como sea! No se trata de
estigmatizar el amor y la vida en pareja, sino de reivindicar la soltería como
una opción de vida igual de importante y que hace igual de feliz a las que
optan por ella. En definitiva, un ensayo delicioso, que no pueden dejar de leer
y que recomiendo muchísimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario