Prosario para leer desde el exilio, Gabriel García Urrutia, Reseña.

 

Gracias a la Editorial Negro sobre Blanco por el ejemplar y por el apoyo.

Nada mejor que la buena poesía.

En la situación actual que atraviesa el país todos hemos visto partir a alguien, particularmente he tenido que decir adiós varias veces y desear con los ojos llenos de lágrimas a quien se va un futuro mejor (pues no me queda más que decirle), irse no es fácil, quedarse tampoco, pero sin duda las despedidas son la parte más fea de la historia, Prosario para leer desde el exilio me ha recordado a esa gente que he visto irse, pues veo en él el dolor de quién se va sin boleto de regreso, veo en sus versos a mi mejor amiga, que se fue porque no tenía más remedio, veo a mi prima, que se fue porque jamás encontró un trabajo, veo a toda esa gente que se ha ido y que ha dejado aquí la mayor parte de su vida, y que a diario sueñan con poder volver a despertar en Venezuela.

La única manera de convertir el dolor en arte se llama poesía, y Prosario para leer desde el exilio es un conjunto de 21 poemas que he tenido que leer poco a poco para poder llorar con tranquilidad y calma, el sentimiento, las ganas de volver y el dolor son casi palpables dentro de éste libro y genera un cúmulo de emociones (o por lo menos a mi) entre dolor y rabia que dentro de todo me ha encantado, sin duda alguna es un libro que todo emigrante debe leer, porque relata a la perfección la emoción que siente tanto el que se va como el que ve partir.

Prosario para leer desde el exilio no es más que un autor viéndose a sí mismo sin querer dejar ni un solo recuerdo fuera de la maleta, sin querer soltar ni dejar atrás lo que ha construido en el país que lo vio nacer y se refugia en la poesía, que al fin y al cabo es la nostalgia del alma que se vio forzado a irse y que sueña día a día con el recuentro, que dejó sobre la mesa su taza favorita repleta de café y que se da cuenta de que lo que añora no es ni el néctar,  ni la taza, sino quien lo servía.

Es así como Gabriel García Urrutia pone sobre el tapete los recuerdos que lo mantienen y acompañan en su largo viaje como emigrante a un país que se muestra indiferente, indolente e inconsciente hacia el recién llegado y todo lo que implica el dejar atrás a los amores, los aromas, el paisaje, la infancia y acostumbrarse al frío, el acento que no deja de parecerle extraño y todo lo novedoso que trae consigo irse a un lugar desconocido.

En definitiva, un libro hermoso que me ha encantado y entre sus poemas rescato "Buenos días", "Pasaporte", "Esta ciudad que es nosotros", "Joaquín", "Un poema que me salve", "Oda al café", "Mi nombre, mi nombre, mi nombre" y "Estos ojos míos", no me queda más que seguirles recomendando el arte de Gabriel García Urrutia que hace mucho bien en tiempos de crisis y que, a pesar de haberme hecho llorar bastante, me ha hecho muy feliz y me ha traído de nuevo una cantidad infinita de recuerdos con gente a la que he tenido que decir adiós, pero con la que aún sueño reencontrarme.

Gracias a la Editorial Negro sobre Blanco por el ejemplar y por el apoyo.

Nada mejor que la buena poesía.

En la situación actual que atraviesa el país todos hemos visto partir a alguien, particularmente he tenido que decir adiós varias veces y desear con los ojos llenos de lágrimas a quien se va un futuro mejor (pues no me queda más que decirle), irse no es fácil, quedarse tampoco, pero sin duda las despedidas son la parte más fea de la historia, Prosario para leer desde el exilio me ha recordado a esa gente que he visto irse, pues veo en él el dolor de quién se va sin boleto de regreso, veo en sus versos a mi mejor amiga, que se fue porque no tenía más remedio, veo a mi prima, que se fue porque jamás encontró un trabajo, veo a toda esa gente que se ha ido y que ha dejado aquí la mayor parte de su vida, y que a diario sueñan con poder volver a despertar en Venezuela.

La única manera de convertir el dolor en arte se llama poesía, y Prosario para leer desde el exilio es un conjunto de 21 poemas que he tenido que leer poco a poco para poder llorar con tranquilidad y calma, el sentimiento, las ganas de volver y el dolor son casi palpables dentro de éste libro y genera un cúmulo de emociones (o por lo menos a mi) entre dolor y rabia que dentro de todo me ha encantado, sin duda alguna es un libro que todo emigrante debe leer, porque relata a la perfección la emoción que siente tanto el que se va como el que ve partir.

Prosario para leer desde el exilio no es más que un autor viéndose a sí mismo sin querer dejar ni un solo recuerdo fuera de la maleta, sin querer soltar ni dejar atrás lo que ha construido en el país que lo vio nacer y se refugia en la poesía, que al fin y al cabo es la nostalgia del alma que se vio forzado a irse y que sueña día a día con el recuentro, que dejó sobre la mesa su taza favorita repleta de café y que se da cuenta de que lo que añora no es ni el néctar,  ni la taza, sino quien lo servía.

Es así como Gabriel García Urrutia pone sobre el tapete los recuerdos que lo mantienen y acompañan en su largo viaje como emigrante a un país que se muestra indiferente, indolente e inconsciente hacia el recién llegado y todo lo que implica el dejar atrás a los amores, los aromas, el paisaje, la infancia y acostumbrarse al frío, el acento que no deja de parecerle extraño y todo lo novedoso que trae consigo irse a un lugar desconocido.

En definitiva, un libro hermoso que me ha encantado y entre sus poemas rescato "Buenos días", "Pasaporte", "Esta ciudad que es nosotros", "Joaquín", "Un poema que me salve", "Oda al café", "Mi nombre, mi nombre, mi nombre" y "Estos ojos míos", no me queda más que seguirles recomendando el arte de Gabriel García Urrutia que hace mucho bien en tiempos de crisis y que, a pesar de haberme hecho llorar bastante, me ha hecho muy feliz y me ha traído de nuevo una cantidad infinita de recuerdos con gente a la que he tenido que decir adiós, pero con la que aún sueño reencontrarme.