Hijo
de hombre es la primera novela de una trilogía que habla de la
realidad histórica y social de Paraguay. Así, la novela busca
reflejar la rebelión del hombre en sociedad contra todo lo que se le
opone, a través de personajes que vienen del Alto Praná, de las
llanuras del Chaco o de Asunción, que son testigos y víctimas del
porvenir de su país.
Ellos
ven el paso del cometa Halley, experimentan los años de las
revueltas campesinas, las represiones y la desoladora Guerra del
Chaco durante la década de los '30. Mediante ellos, Roa Bastos
denuncia
los abusos de las oligarquías y relata de un modo muy terrenal la
imagen del mártir crucificado, reivindicando el legado de los
muertos y el fracaso, construyendo una cosmogonía audaz donde deja
ver la herencia guaraní y española en su país, siendo así un
“discurso
oral informulado aún pero presente ya en los armónicos de la
memoria”.
Roa
Bastos, que participó en la Guerra del Chaco, nos trae un
inolvidable testimonio, con una prosa bellísima, que de inmiscuye en
uno de los conflictos más oscuros del siglo XX. Hijo de hombre es
una muestra del ingenio del escritor, pues su obra transcurre en
distintos escenarios de Paraguay, principalmente en Itapé y Sapukai,
mostrando a través de ellos la tremenda postergación y el desamparo
de un pueblo que vive sufriendo, lo que conlleva a dar un mensaje de
profundo humanismo, con un trasfondo muy interesante.
Hijo
de hombre rescata nuestra identidad como latinoamericanos y la
memoria colectiva. Recupera mitos importantes y trae a colación
realidades paraguayas que todavía siguen latiendo. La Guerra del
Chaco, el militarismo, la religiosidad, las revoluciones, la
represión, la resistencia al sistema y un largo etcétera, son solo
una muestra de nuestra idiosincrasia, caracterizada en diversos
personajes, a los que Roa Bastos dota de hondura y plenitud.
Poco
a poco, va penetrando en el fatalismo del pueblo, que les posibilita
sobrevivir. Hijo de hombre es un vivo retrato dramático de la
ruralidad de Paraguay, que rescata a través de su lenguaje. Hace un
acercamiento preciso y detallado a esa realidad, que es propia de
diversos sectores de la América Latina de hoy, demostrando que esa
realidad sigue presente en las profundidades del continente. Ve al
opresor como un segundo plano y se centra en los oprimidos y sus
condiciones, dentro de una forma de vida inhumana que surge como el
personaje central, penetrando en una fatalidad que da fe de la viva.
Además,
parte de una dualidad entre dos lenguas (el español y el guaraní) a
través de las cuales dibuja la historia de Paraguay, pues por un
lado presenta a los pueblos que combaten con el fin del alcanzar un
lugar dentro del progreso, que genera las guerras, la explotación de
los trabajadores, las revueltas de los campesinos y la lucha por los
ideales de la libertad, que da pie a las relaciones entre los
mestizos y los aborígenes, dejando ver cómo la existencia de dos
lenguas condiciona la forma de sentir, de expresarse y de vivir.
Roa
Bastos reflexiona sobre el bilingüismo que hace que el cerebro se
divida en dos, viendo como relacionan el guaraní con lo mítico y al
español con los conquistadores y la oligarquía, construyendo un
universo compuesto de términos opuestos. En sí, Hijo de hombre se
compone de dualidades, todo tiene su doble, en cada plano, alternando
la ficción con el discurso y las tradiciones con los mitos. Por
ello, es una obra sumamente interesante y compleja que refleja el
peso de la historia en un país latinoamericano que se desdobla.
El
mito es, en sí, el eje estructural de la novela y el creador de su
propia forma narrativa. Ese mito no nos traslada a un pasado remoto,
sino que se concentra en el presente, partiendo de las fuerzas del
pasado y proyectándose hacia al futuro. A partir de allí, el mito
se presenta como una fuerza social, un impulso permanente hacia el
cambio y la redención del hombre, que se palpa desde la primera
página, pues va mostrando una profundidad mítico – religiosa
envidiable, ya que se compone de episodios independientes y a la ves
conectados, que avanzan y retroceden en el tiempo, viéndose desde
dentro y desde fuera.
Dicho
sentido le da un eje cíclico a la narración, sostenida a través de
arquetipos y progresiones, que desarrollan un sentido fundamental en
los personajes míticos que se desconectan de un tiempo cronológico,
llenos de elementos simbólicos que desembocan en un
paralelismo entre la vida de Cristo y la historia paraguaya,
trasladándose hacia ella en un plano espiritual, visto desde la
salvación del alma, y en un plano social, realizado a través de la
redención del hombre terrenal.
Bastos
deja de lado la razón y se une a un lado mucho más profundo y
humano como lo es el corazón. Toma trascendentalmente la
crucificación del hombre en la lucha por su libertad, librando solo
contra el mundo, en una sociedad inhumana que reniega de él. Busca
crear un hilo paralelo entre el evangelio y esta novela, porque
Cristo es, sencillamente, hijo de hombre, fundando una religión de
la humanidad y un camino que se adapte a tal cuestión, mediante
caracteres que adoptan las figuras simbólicas que componen ese
recorrido. En resumen, una brutalidad.
Luego
de una lectura tan extensa, cabe preguntarse cuánto hemos cambiado y
cuánto ha avanzado nuestra realidad social y cultural. Roa Bastos
entendió muy bien la profundidad del alma latinoamericana y la
reflejó en una obra como Hijo de hombre que es, en definitiva, sin
igual.
Nota:
Esta reseña es una breve introducción a la novela. Si bien siento
que he añadido lo necesario para englobarla y entenderla, existen
muchos estudios en internet que ahondan en cada uno de ellos y yo los
invito a revisarlos si quieren profundizar porque son muy
interesantes.
hola! que reseñaza!! y cuantas cosas interesantes para descubrir, nos gusta conocer de todo un poco, gracias y ya te compartimos! saludosbuhos y felicitaciones por la reseña.
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