Un fugitivo acosado por la justicia llega remando a una isla
desierta repleta de construcciones abandonadas. Un día, en medio de tanta soledad, él comienza a espiar a otros seres humanos que han llegado a la
isla. A partir de allí, transita entre la realidad y la alucinación, llenando
el libro de enigmas y de amor, ideando la máquina que da nombre al libro y
cerrando con un final abierto, cuya solución dependerá del lector.
Dicha invención consiste en una máquina que puede reproducir
imágenes que parecen reales y que llevan al protagonista a la locura, pues no
distingue la verdad de la fantasía. Bioy Casares plantea una metáfora en la que
reflexiona sobre la dificultad de distinguir la realidad, a través de un
conjunto de imágenes que van deteriorando al Fugitivo mientras se cree
inmortal. Son sus avatares quienes viven otras vidas, las que pudo haber vivido
si no se hubiera pasado la vida reproduciéndose y multiplicándose en imágenes, lo que le permite al escritor a cuestionarse si esos alter-egos hechos no son más que
proyecciones de nuestra desalmada alma.
Su máquina es una metáfora de la creación literaria, pues
clona a un mismo individuo, escenario o situación. Así, se inmiscuye en la
meta-literatura, hablando de la escritura sobre la escritura, ya que mediante
esta, Bioy Casares hace lo mismo que el aparato que ingenia, reproduciendo un
diario que es a su vez una copia, que habla de cómo las realidades se
multiplican a modo de Matrioskas.
Es su isla un lugar metafísico, ajeno, apartado, solitario y
fantasioso, por momentos utópicos, en otros es todo lo contrario, desnudando los
defectos de la civilización. Además, juega con el lector con notas a pie de
página que ponen en duda lo narrado. Así, Casares fue sumamente visionario, un
precursor de los tiempos digitales que vivimos, a través de una máquina que reproduce nuestra realidad atroz, concluyendo que quizá, después de todo,
no somos más que la campaña de una empresa de alta tecnología.
En su novela, está la esencia propia del ser humano. Ella
surge desde la intriga para desvelarnos poco a poco nuestra condición. La invención
de Morel es una hermosa oda al solitario, a quienes viven desde la distancia la
vida de los demás, pero que, al mismo tiempo, desde la lejanía son capaces de
sentir, pensar o vivir como ellos. El fugitivo se ve condenado a una no-vida,
aislado de los demás, consiguiendo transformar su día a día en libertad, porque
vive a pesar de no convivir. Es capaz de
amor, de odiar, de todo. Es principio y es respuesta.
Con un trasfondo maravilloso, habla de la soledad, del
miedo, de los anhelos, la desesperación ante lo desconocido y el amor marcado
por las heridas, haciendo un cuadro sobre la condición humana dentro de un
paisaje tan irreal como terrible. Con una capacidad asombrosa de la lengua,
Bioy Casares hace de La invención de Morel una de las mejores novelas que
existen hasta la fecha y que es, en definitiva, imprescindible.
Hola, suena muy interesante el libro, bastante atrayente, gracias por la reseña.
ResponderEliminarUn abrazo ^^