El hombre hembra, Joanna Russ.


Cuatro mujeres, que podrían ser una sola, viven en distintos universos paralelos. Por un lado, tenemos a Jeannine, que vive en una tierra parecida a la nuestra, donde el único objetivo de las mujeres es ser esposas; a Janet, en cuyo mundo sólo hay mujeres y se practica el socialismo; Jael, que vive en un mundo donde hombres y mujeres se enfrentan en guerra;  y por último a Joanna, que quiere borrar su identidad femenina para incursionar en el mundo de los hombres. Sin embargo, su mundo comenzará a cambiar cuando un día, sin motivos aparentes, comiencen a viajar entre dimensiones y cada vez que una de ellas intercambia “planos de existencia” con otra, surgen diferentes observaciones acerca del rol de cada género, así como un cambio de nociones acerca de lo femenino y lo masculino, intentando determinar cuál es la matriz de la femineidad.

Russ parte de la ciencia ficción para presentarnos un contraste entre el mundo actual de las mujeres y  la vida que podríamos tener en otras condiciones, con un estilo poético e intimista que nos acerca más a la trama. Pasa por la sátira social, el amor, el proselitismo político y la sociología extraterrestre. En cada movimiento la historia cambia de rumbo, permitiéndole a la autora desarrollar alguna particularidad de nuestra sociedad, en una crítica directa y demoledora.

Bajo cuerda, casi sin notarlo, maneja un enfoque claro y conciso sobre el feminismo y el socialismo. La autora se mete en temas que duelen, habla del machismo retrógrado, las leyes establecidas por el hombre y la represión hacia las mujeres. Lastima, nunca se pretendió que nosotras lo oyéramos. Nunca se pretendió que nosotras lo supiéramos. Nunca debieron enseñarnos a leer. Luchamos por abrirnos paso a través de un entorno masculino constantemente refractario; nos arrancan el alma con tal choque que ni siquiera sangramos. Recuerda: no quería y no quiero ser una versión "femenina", ni una versión diluida, ni una versión especial, ni una versión secundaria, ni una versión auxiliar, ni una versión adaptada de los héroes a quienes admiro.
Quiero ser los propios héroes”, dice la escritora.

Las cuatro mujeres confrontan sus concepciones culturales y la manera en la que se concibe la feminidad, tomando como punto de partida el machismo predominante en la sociedad. A través de una narración fragmentada, El hombre hembra juega con el concepto de identidad en todos los ámbitos posibles, su título no remite a características físicas, sino a cualidades, privilegios y derechos que los hombres se adjudican por tener un pene, llevando a nuestras protagonistas a aspirar a un hermafroditismo que consista en una igualdad de derechos físicos, morales, sociales y sexuales.


Esta es una novela escrita desde la cólera y el anhelo de la auténtica liberación. Joanna Russ se entrega a sus deseos más recónditos para explorar el espacio interior femenino, revelando los rincones más oscuros y brillantes de nuestra condición como mujeres. En definitiva, lo único malo que tiene El hombre hembra es haberse atrevido a soñar con un mundo mejor.

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