Nunca me abandones se centra en el internado de Hailsham,
cuyos estudiantes son como cualquier otro grupo de adolescentes. Practican
deporte, van a clase de arte y se relacionan entre ellos. Sin embargo, en su
mundo hermético no tienen contacto con el resto del mundo. Kathy, Ruth y Tommy
formaron parte de ese lugar, mientras compartían un triángulo amoroso y, años
después, Kathy recuerda como ella y sus amigos descubrieron poco a poco la
verdad. Así, la novela se arma como una utopía terrible, donde sus personajes
no saben realmente qué son, así como que son el oscuro secreto de la salud de
una sociedad.
A pinceladas, el escritor deja ver un mundo distópico, que
se recupera de la guerra y que ha descubierto la cura del cáncer. A través de
Kathy, Ishiguro va dejando hilos sueltos, formulando preguntas en la mente del
lector, que permiten llegar a una conclusión hilada mediante la vida de la
protagonista, entre sus miedos y dudas, que le permite mostrar ese mundo que,
poco a poco y casi sin darnos cuenta, construye y que da pie a hablar de la
clonación de humanos.
A partir de allí, Kazuo Ishiguro habla de la clonación que
“repugna a la razón” pero que se sustenta en la teoría de que no somos
autónomos y que siempre estamos supeditados a las necesidades del otro. Parte
de la ética para criticar a la humanidad, mediante el proceso de selección de
quienes pueden ser clonados y quienes no, reflejando la condición humana que
nos lleva a reducirnos en lo que proyectamos y en lo que tenemos. El autor pone
la lupa en nuestra capacidad para deshumanizar a través de la distinción entre
los clones y humanos, cosificando la vida misma en términos de funcionalidad y
utilidad en la sociedad.
El escritor nos hace tomar partido y nos obliga a vivir en
la ambigüedad, con una trama llena de dilemas que nos llevan a tomar una
postura clara, ¿realmente los clones son una forma de vida?, ¿acaso podemos
llamar a esto vida?, ¿es ese el destino de la humanidad? Entre un sinfín de
cuestiones, exponiendo sin muchos artificios y con suma crudeza un dilema moral
inminente que tenemos que responder. Punto.
Con una prosa elegante, sencilla y sincera, Ishiguro nos
lleva a seguir, en silencio, esta historia tan fascinante que maneja una gran
carga emotiva. Debo admitir que lloré, mucho, con lo que represena el final de
la novela, esa lucha sin esperanza, nuestra realidad ineludible a la muerte.
Nunca me abandones concluye en esa imposibilidad de salvación, para cualquiera,
con un tono íntimo, triste pero hermoso, en definitiva propio de las grandes
obras de la literatura, que engloba tanta humanidad dentro de la aparente
ciencia ficción que abruma. Se va a mis favoritos.
¡Hola!
ResponderEliminarQue bien que te hayas animado con un autor asiático, yo a ver si este año leo algo también.
Vi la película y desde luego refleja muy bien el tono que veo que tiene el libro, triste, desolador, íntimo, lleno de sentimientos reprimidos... y desde luego, un futuro que da que pensar.
¡besos!
Hola Mariana
ResponderEliminarA pesar de que me cuesta pensar en Ishiguro como un escritor asiático, me parece estupenda esta entrada. Esta muy interesante tu blog. ¡saludos!