Para hablar de la buena vida, Velasco nos
adentra en sitios de mala muerte, donde se encuentra la plenitud en los antojos
y el placer hace trizas al deber. En Luna llena en las rocas, el escritor
propone a un narrador festivo y caradura, decidido a llevar la fiesta hasta el
límite por todos los bares, puticlubes e infiernos afines, para ser testigo y
cómplice.
Es un morbo con licencia, prisa y causa, la
persecución romántica del peligro, los elíxires, la conjura de las lunas. La
lujuria de saltar al vacío y entender cada oficio, vicio y maleficio con el
corazón de un adolescente y los ingredientes básicos de las aventuras de mala
muerte que brindan por la buena vida.
El escritor construye 35 crónicas que huelen a bar y que describen la travesía nocturna de diversas criaturas de la noche, revelando sus intimidades, preocupaciones, secretos y motivaciones bajo el efecto del alcohol.
Cada historia narra desde
la música y la diversión cómo se perciben los elementos claves de una buena
fiesta en un club nocturno, paseándose por lugar con cierto encanto, descritos
con un lenguaje contemporáneo y característico, como era de esperarse. Entre
mis favoritos están “Paracaidismo nupcial: teoría y praxis”, “Amantes a la
ambigua”, “Lecciones de idioterapia” y “A
una yarda de Penélope”.
Luna llena en las
rocas es una noche de copas en plenitud y un libro que habla de todos, pues
todos llevamos un borracho adentro y hemos terminado en lugares absurdos
gracias al lugar. ¡El que esté libre de pecado que invite la primera ronda!,
dice el escritor, a través de hombres y mujeres que se dejan devorar por la
vida, donde los trasnochados abrazan sus
sombras y sus prejuicios, donde los niveles sociales quedan borrados por la
bruma etílica y que es el consuelo de quienes esperan su quincena para cantar
al unísono el himno de la ilusoria libertad.
Velasco concluye que
el alcohol nos hermana, nos permite crear puentes, derrumba fronteras y deja
recuerdos inolvidables. La sustancia borra cualquier tipo de diferencias, pues
todos nos convertimos en hormigas borrachas bajo una misma lupa, insignificantes
ante los ojos del mundo. Yo, que tengo unas cuantas historias de borracha, he
quedado fascinada con este libro, ya que concluye que el alcohol nos libera (de
vez en cuando, todo en exceso es malo, ojo) y nos permite sentirnos, Reyes de
la lluvia, amigos de las sombras y sacerdotes del pecado.
Sarcástico, ácido,
urbano e intenso, Velasco se mantiene con su estilo particular que me tiene
enamorada y regresa con cuentos cortos, diferentes y peculiares que son una oda
a los borrachos de quincena, porque una vez al mes, un tequilazo no viene mal. En
definitiva, concluye que “salir de noche y no mirar la luna es como dar el
cuerpo sin el alma”, a través de una serie de crónicas que dejan sabor a
alcohol ¡SALUD!
¡Hola!
ResponderEliminarEl libro tiene muy buena pinta, y me lo voy a apuntar para leer en un futuro. Me interesa sobre todo que esté construido por crónicas, suena super interesante.
¡Un beso y gracias por la reseña!