El
título de esta novela parte de la mansión de los Machados, una poderosa familia
criolla que comparte el poder con los dictadores de turno, tomando siempre un
nuevo punto de partida. Fabulada, la historia narra la vida imaginada de Juan
Vicente Gómez, campesino de los Andes venezolanos, que se convirtió en un
tirano civil y militar por 36 años. Mezclando acción, realidad y ficción,
Herrera Luque construye sus relaciones, diálogos, anécdotas y características
psicológicas del personaje, haciendo de La casa el pez que escupe agua una
novela significativa para las letras contemporáneas venezolanas.
Este
es un libro capaz de ponerte la piel de gallina de una forma muy sutil. En la
casa del pez que escupe el agua retrata sesenta años de la historia venezolana,
con un título que evoca a metáforas, a estirpes mantuanas, capaces de
mantenerse en el poder ante cualquier cosa. Da la impresión de que, aunque han
pasado muchos años, seguimos estancados ahí, en esos códigos familiares para
seguir teniendo los privilegios del poder, viviendo a las sombras del político
de turno, sumidos en la total anarquía.
Herrera
Luque parte de la figura de Juan Vicente Gómez, el Sátrapa Caribeño, que fue
amo y señor de nuestro país. Comienza narrando su aventura con Cipriano Castro
para que los Andinos tomaran el poder, manejando con audacia la relación que
mantuvieron antes, durante y después del poder. Así, nos ofrece a lo largo de
casi 600 páginas el relato de siete épocas, cargadas de claroscuros,
extrapoladas en la intemporalidad filosófica y creativa propia del escritor,
construyendo un mundo de experiencias y circunstancias históricas que
representan diversos matices de la Venezuela contemporánea.
Con
una prosa humorista que se adentra en las personalidades de cada uno de los
personajes, los hace interactuar con la ficción, para abordar la historia de
una manera fabulada que el mismo define como verídica y verosímil. Cuida cada
detalle, construye con meticulosidad cada palabra, puliendo su historia hasta
convertirla en la maravilla final que es En la casa del pez que escupe el agua.
Además,
Herrera Luque se proyecta a futuro y penetra en la historia socio-política y
psicológica de la Venezuela de hoy. Apela al pasado para hurgar en nuestras
raíces más recónditas, para concluir que hemos repetido conductas por
centenares de años, que se han disfrazado con ciertos cambios, pero que siguen
siendo las mismas. El escritor comprende muy bien el pensar de sus
contemporáneos, desarrollando las diferentes facetas de la historia venezolana,
a partir de sus contradicciones y escenarios, para reescribirla desde su
subjetividad.
Además,
En la casa del pez que escupe el agua reproduce arquetipos en personajes
políticos que seguimos teniendo (y seguiremos). Así, concluye que nuestros
males no sólo se encuentran en nuestros gobernantes, pues ellos son solo el
reflejo de lo que somos los venezolanos socialmente, es decir, son productos
circunstanciales dentro de nuestra historia cargada de caudillos y populismo,
alejados de una estructura democrática concreta.
En
definitiva, una novela increíble, que es un reflejo de mi realidad y que me ha
dejado atónita.
Revisen a la familia Machado, la cual se vende como la gran demócrata de este país.
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