De cómo las muchachas García perdieron el acento, Julia Álvarez.

Cuando las hermanas Carla, Sandra, Yolanda y Sofía García huyen de República Dominicana con sus padres, encuentran un nuevo hogar en los Estados Unidos. Sin embargo, en el Nueva York de los 60’s, la vida se presentaba muy diferente a la que habían dejado atrás. Bajo la presión se asimilarse a una nueva cultura, las muchachas García se planchan el cabello, dejan de hablar español y conocen muchachos sin una chaperona al lado. Aún así, por más que intentan distanciarse de su isla natal, no logran desprenderla de su corazón, pertenece a ellas, está incrustado como un tatuaje. Lo que han perdido para siempre y lo que logran encontrar, se presenta en esta novela magistral, que aborda sus vidas con una sutileza envidiable, propia de la prosa de esta escritora.

Álvarez recae en la constante de las increíbles diferencias que hay dentro del continente latinoamericano, donde República Dominicana resalta por ser una isla particularmente complicada y marcada por la migración. Sin embargo, las chicas García encarnan un poco a todos aquellos que han tenido que partir, a la par que se recrean en una mirada feminista, que rechaza la idea de que un esposo debe solucionar todos nuestros problemas, lo que las lleva a ser doblemente marginadas, por ser mujeres e inmigrantes.

La escritora va en regresión, a través de personajes como tú y como yo, que se debaten entre dos países, siguiendo las modas de uno y aferrándose a las raíces del otro. En este panorama, el idioma juega un papel fundamental, ya que refleja la expresión de identidad y mientras más se involucren en él, mayor será su conexión con sus orígenes.


Así, la autora entrelaza las historias de las hermanas, que se intercalan para establecer el núcleo narrativo. Ellas pierden su acento, que simboliza la identidad de las hermanas y la lucha interna entre la adquisición de una nueva cultura y la renuncia de la propia. “Las palabras salen dando tumbos, van tomando forma, volumen y materia”, dice una de ellas, reflejando a tantos inmigrantes que buscan su lugar en el mundo, que se adaptan a otro país, intentando no perder sus orígenes. Sus padres les reiteran sus raíces, sin embargo, ellas crecen con unas reglas gringas, que las obligan a sobrellevar la vida aguantando los estereotipos de los inmigrantes, aunque casi no recuerden a su isla.

Cada una lleva consigo su propia catástrofe, su lucha contra lo que son y lo que significa vivir entre dos mundos. En la obra, "La lengua es la única patria” , pues esta es más que un conjunto de palabras. Es una mentalidad, algo vivo, que se activa cuando se comunican aquellos que no sólo cruzan palabras, sino mundos, fronteras, que han creado de su pasado y que constituyen un nuevo mundo. Así, el idioma se presenta como el conector entre dos lenguas, dos culturas, que les ayudan a las muchachas García a comprender quiénes son y a dónde pertenecen, llegando a la conclusión de que, gracias a pertenecer a dos extremos, han creado un vínculo nuevo, donde lo que son es su única salvación.

En definitiva, en De cómo las muchachas García perdieron el acento, Julia Álvarez aborda diversos temas de la cultura latinoamericana, como el machismo, la figura de la madre como eje central, la migración, la biculturalidad y el bilingüismo como parte de nuestro ser. La novela es indispensable en la literatura de nuestros días, pues reconstruye nuestras problemáticas a través de cuatro hermanas que pierden su acento, pero que se reafirman en la lengua como el pilar fundamental de su patria propia y particular. En fin, me encantó.

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