Memorial del convento, José Saramago.


MI Saramago.
Ya he dicho en un par de oportunidades lo mucho que me gusta la escritura de José Saramago. Lo cierto es que revisando mis libros, me dí cuenta de que me faltaban unos cuantos por leer, así que no dudé en ponerme con eso lo más pronto posible. Entre muchas otras lecturas, escogí Memorial del convento, una de sus obras más famosas, que se adentra en el siglo XVII al mejor estilo del escritor.

En Memorial del convento, el portugués nos presenta la historia de un Rey que, tras un tiempo de matrimonio, no ha concebido heredero y la va llevando hasta llegar a la historia de amor de Baltasar y Blimunda que parecen no tener mucha relación. La presencia de esa pareja donde la relación se mantiene día a día con una sencillez increíble, hace de la lectura de esta novela una experiencia conmovedora, ya que Blimunda y su relación con Baltasar surge desde el primer momento como un amor fuerte, sólido y sincero, tanto así que, aunque ella tiene el don de ver dentro de las personas, nunca llega a mirarle, porque se promete no hacerlo y dedicarse a él en cuerpo y alma toda su vida.

Me encanta el personaje de Blimunda porque es una mujer especial que parece crear el mundo cada vez que se fija en algo o el alguien, sobrepasando cualquier categoría femenina de las mujeres de su época,así como Baltasar, que se mantiene siempre como un hombre bueno, soldado, constructor, revolucionario y cristiano, siempre acompañado del amor por su mujer, creando un equipo ideal.

Saramago parte de un hecho real, el reinado del monarca portugés Juan V, que reinó desde 1681 y quien fue el que mandó a construir el convento de Mafra, terminado en 1730, que se convirtió en un panteón real. En un primer momento el convento fue construido como una ofrenda a Dios a cambio de que su mujer conciba un hijo, y el escritor parte de este detalle para retratar los usos y las costumbres de esa realidad histórica, sin dejar ningún detalle por fuera, incluyendo las guerras, las pestes, las fiestas religiosas, el Sano Oficio y cualquier detalle que le parezca importante, retratando el abuso del poder y el marco conceptual sobre el que se apoyaba la monarquía absoluta, llena de prejuicios, injusticias y dolor, dentro de su sistema vertical y autoritario, poniendo en manifiesto el rol de la iglesia como aliada de la monarquía y la visión del mundo que manejaban los que mandaban y obedecían dentro del convento, a partir del cual, el autor se adentra para reflejar las maneras de pensar y sentir de sus personajes.

Además, con un punto de vista contemporáneo, Saramago se plantea criterios actuales, trascendiendo lo temporal, mostrando males actuales, cambiando los escenarios pero mostrando las mismas injusticias que han permanecido a través de los años, que nos permite concluir que la reflexión histórica se aplica a cualquier época, ya que el lector puede reconocer los abusos, prejuicios, limitaciones e hipocresía de las ideologías actuales, a pesar de que él se base en un siglo distinto.
El amor entre Blimunda y Baltasar quiere intentar superar el presente para conectar con el futuro, buscando vencer las limitaciones que les impone su época y rebelándose contra el Santo Oficio, dentro de una cultura donde innovar es peligroso y el progreso se vuelve difícil ya que hay que romper moldes rígidos, pues quien se atreve a hacerlo termina siendo castigado, perseguido e incluso ejecutado, sin embargo, no se limitan a la hora de arriesgar sus vidas, pues tienen como arma su curiosidad intelectual, el deseo de superarse y la búsqueda de placer pleno, en conjunto con el padre Bartolomeu, que se les une como líder del grupo, en búsqueda de eso que deseaban, sin perder la fe en la passarola, adelantándose a su época, creyendo en su futuro y aspirando alto.

Es así como una vez más, el portugués hace guiños a la biblia, pues claramente este trío es idéntico a la Santísima Trinidad, donde Bartolomeu es el padre, Baltasar el hijo y Blimunda el espíritu santo y la virgen, que se mantiene a lo largo del libro, hasta que Baltasar muera crucificado como el hijo y ella esté al pie de la cruz, como la virgen, siendo un tres en uno eterno, con vidas que los alejan de sus contemporáneos.

Y me parece importante ahondar en Blimunda porque me ha encantado. Es la figura que representa a la Virgen tocada por el Espíritu Santo y es curioso ver que es hija de una mujer acusada de bruja, de quien hereda los dotes de ver lo que el cuerpo oculta, con una sensibilidad especial para prever acontecimientos, que ve como algo natural, siendo una mujer anclada a la tierra, que representa lo femenino en su máximo esplendor, aunque siempre estando muy avanzada, ya que a diferencia de las mujeres de su época, se entrega al amor por el placer que amar produce, sin apoyar su relación en la procreación como el resto, estando en contraposición con la reina María Ana, su opuesto de principio a fin, pues a pesar de toda su riqueza, Blimunda siempre es más libre que ella, con Baltasar a su lado, que también rompe los patrones de su época, siendo una figura que se opone a la figura del Rey. También, el Padre Bartolomeu responde a una figura diferente al resto de la gente en su época, siendo un líder nato, convencido y teniendo fe en lo que construye, siempre adelantado a su época.

Ya por último, Saramago introduce su narrador omnisciente tan característico, que ve desde a fuera el mundo narrado y que conduce los hilos, controlando la información, siendo sueño de la historia y perteneciente a nuestro tiempo, más no al del relato, haciendo referencia a situaciones que no se conocían en su época, permitiéndole tener una distancia en la perspectiva, con un sentido crítico y una mirada irónica, que acentúa el ridículo sistema monárquico y las costumbres de la época, con un tono de parodia y teatral.
 
Es así como en Memorial del convento, Saramago cuenta las tensiones políticas, las pasiones que desata y el conflicto entre ellas, describiendo las alianzas y las barreras defensivas de las frágiles instituciones estatales y el riesgo que corren todos los involucrados en estos procesos, trascendiendo de un siglo a otro, evocando a un tiempo que no se enmarca en ningún período concreto y a la vez en todos. En definitiva, en esta novela el escritor sobrepasa los límites del tiempo y el espacio, recreando un escenario donde la ciencia y el poder surgen como aliados y enemigos, presentando personajes adelantados a su época, que reflejan que todas las jugadas hechas por los que tienen el poder no han cambiado en nada, que el tiempo solo las ha añejado y que seguimos esperando las respuestas que ese trío magnífico buscaba y que nunca encontró.

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