El mito de Ulises como el reflejo de todos aquellos que fueron obligados a vivir en el exilio.



El mito de Ulises es uno de los más complejos y humanos de la Antigua Grecia. El personaje lucha y sufre, como nosotros, porque ama y no puede ser separado de sus familiares, esperando veinte años para volver a ser dueño de su destino y alcanzar sus sueños. Se encuentra inmerso en un complejo mundo de personajes, que lo aman, lo odian, lo perjudican o le ponen obstáculos y tentaciones, que reafirman su voluntad de volver, a toda costa, a su patria y a su casa, luego del desarraigo forzado y el dolor por la lejanía del hogar, siendo este un sentimiento que se ha repetido a lo largo de la historia.

Odiseo tuvo que salir, estando lejos por mucho tiempo, sin poder regresar. Fue hechizado por una mujer que lo seduce (Circe), retenido por Calipso, tentado por las Sirenas, amenazado por Polifemo y Escila, castigado a volver a empezar, vivir bajo el anhelo de volver y llegar a casa cargado de experiencia, apegado siempre a su condición humana, bajo el afán de nuevos conocimientos, siendo Ítaca el sentido de la patria, el hogar y la existencia humana.

Su mito en sí es un arquetipo, un modelo, pues refleja aspectos y situaciones que puede vivir el hombre, ya que Ulises se ancla a su amor a la tierra natal y su voluntad a volver, ligado a la fidelidad a toda prueba hacia Penélope, la figura del hijo ausente que busca a su padre y sigue su legado (Telémaco) y, por último, el perro Argos, que le profesa su amor y es el único que lo reconoce en un principio. De esta manera, su historia es aquella que refleja a todos aquellos desterrados y exiliados en todas las latitudes y épocas de la historia humana. Pensemos en la Conquista Española, en las Cruzadas, en la Segunda Guerra Mundial y en una infinidad de momentos icónicos como esos, donde aquel que parte regresa, como Odiseo, a su hogar siendo otra persona.

Penélope personifica a las esposas “ideales”, pues es un modelo de fidelidad y buen comportamiento en la ausencia,  siempre preocupada por los intereses de su esposa, dedicada al tejido de su matrimonio, viviendo su propia odisea. Enamorada, es la lealtad arquetípica, que espera por veinte años y que, con sus manos, salva de la muerte a su esposo, en el hilo de la vida, que la une a su amado y la separa del mundo.

La espera, la búsqueda, la identidad y la esperanza se tejen y destejen, siendo Ítaca el lugar añorado y el retorno, la zona de confort, que vela y le da sentido a la existencia. De tal forma, Penélope también es aquella que mantiene viva la esperanza de Ulises y, por lo tanto, la certeza de que lo que uno espera llegará, siendo esto una metáfora de la vida y la permanencia, la fidelidad a lo que se es y a lo que se espera.
 
A mi mente viene mi atormentada América Latina y mi amada Venezuela con sus eternas dictaduras, que han sido causa de nostalgias infinitas de quienes se van y sufren por no poder volver, que reflejan el sentimiento expresado en la historia de Ulises y derraman las mismas lágrimas que el soltó al pensar en su hogar. El exilio que lo cambia, que lo transforma y que, de una manera trágica, lo dota de nuevos conocimientos, ligados a la lejanía forzada. El hombre se ve reflejado en Odiseo, en sus padecimientos, anhelos, derrotas y victorias, que acepta su destino, siempre incierto, que en algún momento cambiará, gracias a que ama.
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde.



1 comentario:

  1. ¡Hola!

    Una entrada super interesante, muy diferente y encima se nota que te la has currado.
    Muchos besos :D

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