Felipe II, mejor conocido como el
“Defensor de la fe”, es el soberano más poderoso del orbe. Por muchos años ha
luchado contra judíos, musulmanes y protestantes, trayendo impuestos, peses e
intolerancia a sus súbditos. Por ello, su reinado agoniza mientras que un mundo
diferente nace, donde los castillos son sustituidos por ciudades, los
campesinos por villanos y la realeza por burgueses. En este nuevo mundo, los
falsos profetas dominan los caminos y hablan de un renacimiento, mientras que
el rey, casado y enfermo, se recluta en el Escorial, lugar que ha construido
para ser su última morada y que es el refugio para su arrepentimiento. Es ahí
cuando aparecen tres jóvenes con una cruz encarnada en sus espaldas que, misteriosamente,
le hablan de un mundo nuevo, un Edén con bellas ciudades, donde la crueldad, el
dolor y la muerte llevan el mando, acompañados de seres fantásticos. Esto
impedirá su descanso, pues se ve obligado a llevar la cruz a esos fieles y…
¿podrá por fin gobernar un mundo justo y libre? He ahí el dilema.
Terra nostra es un libro que te
exige como lector. Adaptarte a él no es fácil, pues con un ritmo desenfrenado,
Carlos Fuentes describe una infinidad de sucesos que, sin la atención adecuada,
pasan por desapercibidos. Ataca temas polémicos, convierte figuras religiosas
en representaciones humanas y hace de sus personajes recreaciones que se hacen
a partir de rostros, nombres, palabras, sueños, recuerdos, imaginaciones,
pasados, futuros, presentes que comparten y forman un cúmulo de hombres,
mujeres, niños, dioses y demonios que parecen ser un solo personaje.
Además, la obra está cargada de
simbología en cada página y, tomando en cuenta que roza las mil páginas, es un
punto complicado. Aun así, el escritor se encarga de dar claros atisbos para
entender cada una. Terra nostra es, en palabras de Kundera, un inmenso sueño,
pues nos muestra que la historia está hecha de reencarnaciones que aparecen sin
cesar y que dan a entender que somos siempre nosotros, los mismos que
continuamos representando el infinito de la historia, que incide en nuestra
identidad.
Los críticos aseguran que estamos
ante la novela más ambiciosa publicada en español y yo no puedo estar más de
acuerdo. La intención que esconde Fuentes es casi sobrehumana, pues a lo largo
de estas casi mil páginas, logra capturar entera la cultura hispánica desde
diversos factores. Todo está allí: todos los pueblos, acontecimientos, obras y
grandes temas que concluyen en esta biblia. Su densidad es inigualable y
requiere de un lector al 100%, ya que cuenta con pasajes increíbles como el
episodio del rey y los perros, las caminatas por la selva o la última muerte en
el escorial, que componen minificciones que arman a la novela, que muestra la
tragedia de la historia y que, tal y como en el libro, no acaba nunca.
Para Carlos Fuentes,
la novela es "quizá la aventura más extraordinaria de la libertad del
hombre moderno porque implica la posibilidad de conocer a un mundo diverso, no
de refugiarse en un mundo unificado y homologado como era el mundo del medioevo,
sino de salir a un mundo que no entiende y que no, no se entiende, de ponernos
a prueba frente al mundo, de salir de nosotros mismos, de participar en la
historia y, sin embargo, de ofrecer siempre un camino fuera de la historia para
ver a la historia, y no servirnos de la historia".
Por ello, Terra Nostra
se compone de múltiples caras. Habla de tres mundos (viejo, nuevo y otro) y parte de una ficción metahistórica repleta de guiños literarios, deambulando
por fragmentos de la historia que van desde la España de los Reyes Católicos, pasando
por los oscuros días de Felipe II, hasta llegar a la traslación de los sistemas
españoles a América Latina y la progresiva degeneración de un imperio herido. A
la par, hace una reflexión sobre el hombre contemporáneo, el choque y la
transformación de los mitos, los cambios a partir del siglo XX y el propio
concepto de ficción, armando así una novela metaliteraria que se recrea y
autodestruye.
Detrás de la historia,
Carlos Fuentes habla de relatos del pasado que tenemos en conjunto y nos
determinan como individuos, de esa identidad colectiva donde la historia es
sólo parte de sus formas. Se inmiscuye en esa crisis de identidad personal, a
través de un narrador que no conocemos porque, en síntesis, no sabemos quiénes
somos. Terra Nostra propone recordar e imaginar para auto-reconocernos y
encontrar el origen.
Con un alto grado de
intertextualidad, en cada alusión, referencia, símbolo o señal, Carlos Fuentes
pone a dialogar a los pueblos consigo mismos a través de sus tradiciones y
mitos. Así, arma una arqueología de la cultura hispánica y la cultura que nos
ha formado, notando así el flujo de otras culturas, retomando la importancia
del sistema de creencias y valores espirituales de los pueblos. Como escritor,
explica nuestro destino, devenir e identidad a través de la historia y el
conocimiento de los mitos, poniéndolos de frente contra nuestra realidad. Por
ello, la importancia de una obra como Terra Nostra radica en exponer, a través
de símbolos y alegorías, las razones que nos convierten en un continente tan
convulso, describiendo la naturaleza de nuestros grandes defectos, que hacen de
la manera de vernos a nosotros mismos.
Se cuestiona en qué
momento comenzamos a dañarnos, ¿acaso existió la opción de crear una historia
distinta?, ¿es factible, necesaria para nuestro aprendizaje?, ¿debemos borrar
lo que somos para dar pie a una nueva tradición?, ¿es esta quien nos perjudica?
Respondiéndose mediante el aparatoso choque entre utopías y proyectos de lo que
pudimos ser y no somos.
Resume la latinoamericanidad,
fundidos en ella, a partir de la historia, la identidad y la convergencia de la
utopía como sueño de existencia, donde la cultura nos reafirma y es un
ejercicio de memoria para la colectividad. En definitiva, Carlos Fuentes arma
una triada entre memoria, historia y olvido que, a lo largo de 980 páginas, se
responde una pregunta básica: quiénes somos.
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