Manuel Puig me conquistó con El beso de la mujer araña, uno
de mis libros favoritos del año pasado. Me propuse continuar con lo que ha
escrito y su siguiente novela más reconocida es Boquitas pintadas, una
historia que habla de las relaciones humanas y el valor de los lazos afectivos
contra el impulso del deseo.
En esta ocasión, nos presenta Juan Carlos
Etchepare, indiscutiblemente vinculado a Nené, una muchacha que está enamorada de él; Mabel, una
chica bien tan infiel como él y la viuda Di Carlo, acusada de no respetar el duelo de su marido. Por otra parte, Puig introduce a Celina, la hermana del protagonista, a Pancho y a la Rabadilla.
La trama empieza cuando Etchepare debe internarse debido a una fuerte tuberculosis y es allí donde surge el jugo de esta novela, pues el personaje comienza a reflexionar sobre todas las personas que ha conocido y las relaciones que ha tenido a lo largo de su vida.
La trama empieza cuando Etchepare debe internarse debido a una fuerte tuberculosis y es allí donde surge el jugo de esta novela, pues el personaje comienza a reflexionar sobre todas las personas que ha conocido y las relaciones que ha tenido a lo largo de su vida.
A través de diálogos, cartas, diarios, expedientes y
publicaciones, nos narra esta particular historia, que prescinde de un narrador. Aún
así, consigue delimitar perfectamente la personalidad, de los personajes y dejar cabos suelto, que como lectores debemos atar.
Dividida en dos capítulos: Boquitas pintadas de rojo carmesí
y Boquitas pintadas azules, violáceas y negras, Puig construye una novela que será distinta para cada uno de los lectores, donde deja de lado las típicas
historias de amor y une los hilos de diversas vidas llenas de conveniencia,
despecho y deseo. En ellas, no hay amor, solo seres humanos que se inmiscuyen en relaciones y situaciones
complejas, que son resultado de sus impulsos mal gestionados.
Boquitas pintadas es una novela rara y original. Se armoniza entre tangos,
boleros y milongas que, más allá de un tono nacionalista, se relacionan con la
trama en sí, pues son la expresión máxima de la tristeza y la decepción amorosa. Estas piezas hablan de amores no concretados, tal como sucede en la novela, que se estructura al compás de las notas musicales, tejiendo la historia de dos personas que, de tanto debatirse entre el amor y el deseo, terminaron tomando caminos distintos.
Puig muestra, a través sus personajes, cómo los seres humanos nos esclavizamos a una vida social por miedo a la soledad y el qué dirán. Como ellos, emprendemos una búsqueda desesperada por conseguir la aceptación de nuestro entorno, vendiendo nuestra felicidad y personalidad. En particular, las mujeres del libro, así como muchas, se entregan a esto gracias a las respuestas machistas que han recibido, despreciando sus ambiciones.
Mediante este gran número de elementos, Puig consigue, además, mostrar la realidad de Argentina para aquel entonces, donde los matrimonios por conveniencia abundaban, casando a amigos que “aprendían a quererse a lo largo del tiempo”, sin amor. Partiendo de extractos de libros y monólogos, Puig crea un folletín que mantiene la trama en todo momento, al son del tango.
Dentro de esto, el escritor retrata a la pequeña burguesía Argentina en la que se ambienta el libro, llena de juicios morales, racismo y sexismo. Por ende, los personajes de Boquitas Pintadas son arquetipos que enmarcan distintos focos del país. En primer lugar, aparece Rabadilla, discriminada por su tono de piel; luego tenemos a Celina, hipócrita como ninguna, así como Mabel, quien juzga a todos por su estatus social, a la par que Juan Carlos se regocija en su machismo y Nené, que muere por él a pesar de que él no la quiere.
Juntando este mosaico de personajes, Puig consigue relatar cada rincón de esa sociedad argentina, en una historia que es un círculo de tragedias, como la vida misma, y que parte del vivir bajo el qué dirán y el vacío emocional.
Juntando este mosaico de personajes, Puig consigue relatar cada rincón de esa sociedad argentina, en una historia que es un círculo de tragedias, como la vida misma, y que parte del vivir bajo el qué dirán y el vacío emocional.
Me gusta muchísimo la capacidad que tiene el escritor para retratar personajes femeninos, pues los traza con una precisión y complejidad abrumadora. Él proyecta su prosa sobre mujeres y estas son la base de su novela, adaptando su estilo a ellas y desarrollándolas perfectamente. Dentro de ellas, coloca un anhelo imposible, inalcanzable, que persiguen eternamente, bajo la certeza de un ideal inexistente, que buscan con el fin de sentirse humanos.
En definitiva, Boquitas pintadas es un libro sublime, al nivel de El beso de la mujer araña.
Pese a su estilo particular y su estructura complicada, es una historia que vale la pena leer, pues tiene conclusiones poderosas, cargadas de dolor y nostalgia, propias de nosotros, los lectores. A leerla, ya.
En definitiva, Boquitas pintadas es un libro sublime, al nivel de El beso de la mujer araña.
Pese a su estilo particular y su estructura complicada, es una historia que vale la pena leer, pues tiene conclusiones poderosas, cargadas de dolor y nostalgia, propias de nosotros, los lectores. A leerla, ya.
Hola ☀
ResponderEliminarPues me llama mucho la atención, me lo voy a apuntar! :D
Nos leemos!
(ɔ◔‿◔)ɔ ♥ / \ (•◡•) /
http://ellaberintodelasirena.blogspot.com.es