Zavalita y el zambo Ambrosio conversan en La
Catedral, un bar, en el Perú del Ochenio dictatorial del general Odría. Entre
un par de cervezas y un kilo de palabras amordazadas por la dictadura, los personajes
construyen fragmentos, llenos de descripciones minuciosas de un envilecimiento
colectivo, que recrean la frustración de un pueblo entero.
Para los ambos personajes, que son periodistas, decir la verdad y
actuar con libertad son dos conductas reducidas que se adaptan a lo que se
quiere decir, más no a lo que se debe. Ellos son testigos enmudecidos por las
circunstancias que, así como a Zavalita, les impiden realizarse como personas,
gracias a la censura, los bajos sueldos y la cobardía cotidiana. En consecuencia, culpan a su país de
su fracaso, siendo la novela una investigación que Llosa hace sobre las fuerzas que acabaron con el Perú en aquel momento.
Así, en Conversación en La
Catedral, el ganador del Nobel incluye cuatro historias independientes, unidas por un narrador
omnisciente, que nos enreda en un mundo fragmentado que trae una y otra vez episodios del
pasado hasta llegar a la línea final. Sus múltiples personajes nacen en cuatro
horas de conversación y ebriedad en un bar, que él intercala con los planos
temporales y reales, que van de una boca a otra y que hacen un retrato social de su país, lleno de
degradación moral, represión política y corrupción, narrado a través de
diversas perspectivas sociales.
Con el conocido tono del peruano,
Conversación en la Catedral busca manifestar la desazón y la apatía de un
pueblo sometido a un poder arbitrario y autoritario, distanciado de los
problemas reales de la sociedad, enmarcados dentro de una élite corrupta que busca intereses
propios más que comunes y que anula al individuo, convirtiéndolo en un cuerpo incapaz de vivir plenamente.
En consecuencia, Conversación en la Catedral es la crónica de un fracaso personal y
colectivo, víctima de un aislamiento obligado en una sociedad en crisis que se ve
envuelta en una desilusión que recae sobre las ideologías de distintos ejes, convertidos
en demagogias y posiciones, en conjunto a un drama psicológico dominado por los
perdedores.
La novela es un rompecabezas, pues el lector
debe colaborar para poder armar el relato en plenitud. Vargas Llosa porta mundos completos, con una
maestría, creatividad y técnica que demuestran sus capacidades para crear
historias que reafirman nuestro ser y que ayudan a entender nuestro entorno, a
través de personajes como Zavalita, símbolo de la mediocridad, o Ambrosio,
reflejo de la esclavitud de un pueblo que se somete a un pobre zoquete con
aspiraciones a ser alguien.
Conversación en La Catedral aborda la
dificultad del ser humano para asumir su vida con dignidad en un mundo injusto.
En definitiva, un libro indispensable.
“-Lo que pasa es que
nadie está contento con su suerte -dice Ambrosio-. Ni usted, que lo tiene todo.
Qué diré yo, imagínese.”
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