Hartos de la Venezuela chavista , víctimas del fracaso de
una empresa en Miami, golpeados por el despecho amoroso y el vacío genealógico,
dos amigos venezolanos se largan a Rumania. Uno para impartir cursos de cocina
patrocinados por la Unión Europea; otro insiste en ser escritor y partirá de
sus escasos recuerdos familiares para sacar, por fin, una buena historia.
Uno se abraza a la idea de volver y otro se niega. Rugeles
presenta a la Rumania de la novela como un país oscuramente hermanado a Venezuela,
que se confunde desde un primer momento con Caracas. “Rumania,
es verdad, es el apéndice de Europa [...] Pero sí, el comunismo fue una mierda.
Rumania está hecha una mierda [...]. Somos, más o menos, veintidós millones de
rumanos, once millones viven afuera. Nadie quiere estar acá [..] Los rumanos no
tenemos nada propio; en realidad, sí: tenemos miedo….Ningún país podría ser peor que
Rumania", dijo. A José Antonio la sentencia le causó gracia. Esa frase se
la había escuchado muchas veces a Emilio. Venezuela era, a juicio de su amigo,
el país que no tenía contendores en el ejercicio de la derrota, era la mierda”,
dice.
Los rumanos huyen
como los venezolanos, perdieron, son (mos) los jodidos del mundo. Rumania –
Venezuela termina por derrumbar a casi todos los personajes, que nunca logran
salir a flote. No pueden escapar de las circunstancias, dentro de lo absurdo y
lo grotesco, en un callejón sin salida.
El desencanto,
tanto en rumanos como en venezolanos, se ve tan distinto, tan lejano, tan
terrible y tan dura como sus gentes y sus desalmados jóvenes que no sienten ni
un ápice de cariño hacia su patria. Transilvania unplugged es una novela muy
bien construida, que como sus personajes, es una exiliada voluntaria que
remontan a su país en un acto de abandono.
En definitiva, una
novela con ciertos altibajos, pero cuyo trasfondo y mensaje me ha gustado
mucho, porque une varios hilos argumentales para hablar del desarraigo
desalmado de tantos que recuerdan con asco a la tierra que los vio nacer. Con un
tono ya conocido y particular, Sánchez Rugeles hace de Transilvania Unplugged
una novela tristemente divertida.
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