Andrés Bazarte atraviesa la ciudad y su viaje se convierte
en una especie de pesadilla, en la que afloran las circunstancias de su pasado
y las sensaciones de su regreso memorioso a la vieja cada familiar, que le
permite abarcar grandes períodos históricos, logrando retratar la violencia
caraqueña que ha existido desde el origen de la tragedia.
País portátil es una novela imprescindible, pues captura los
sentimientos del país en el momento histórico que retrata, bajo la idea de la
venezolanidad. Es un espejo en el cual vernos.
Gonzáles León nos transmite a los lugares que narra, haciéndonos sentir
angustia o tranquilidad, mientras pasea por las calles de Caracas que, aunque
fue descrita hace más de cuarenta años, sigue siendo la misma, inclusive la
proyección de lo que es hoy: caos, miseria y corrupción.
País portátil se vincula a nuestro presente, aludiendo a la
necesidad de un compromiso político y social que vive en la memoria colectiva.
El escritor presenta a un personaje insatisfecho con el mundo que lo rodea,
para criticar a una sociedad que se afianza en el asenso social y la
mediocridad común, dentro de una ciudad heteróclita, cargada de monóxido de
carbono, fas de bombas lacrimógenas, dentro de una violencia socio-existencial
entre lo rural y lo urbano, apoyados en un eje político que se alza en País
portátil.
La violencia, dentro de la ciudad, es la respuesta. En ella
el personaje aprende y se transforma, buscando dar respuesta a su pasado
histórico, que encarna la memoria colectiva, permitiéndose identificar su
presente en los aspectos sociales y políticos que han marcado a su país, en la
búsqueda de su identidad, de arraigo.
En su novela, Adriano Gonzáles León resume la crisis
venezolana que nos ha perseguido casi desde nuestra Independencia, ofreciendo
una mirada de nuestro país que surge como un bisturí, que no pretende ser una
hipérbole de lo que deberíamos ser, sino un aguijón contra nuestros errores. Se
vende un país portátil, con su autoestima en el suelo, con un enorme complejo
que lo hace anti nacional. Es un lugar sin memoria, donde ya nada sorprende,
vive el crimen indultado, o un charlatán presidente, decía Rubén Blades en su
canción que nombra este libro, añadiendo que estamos llenos de falsos héroes,
de ideales con precio y mediocridades totales, domesticados por engaños, dentro
de un pueblo auto condenado por no aceptar la verdad…
Bajo esa idea de lo transitorio, portátil o pasajero que vive
en nuestras raíces, la novela es un análisis político de la Venezuela atrasada
que hemos sido durante tantos años, en una constante dictatorial y una efímera
democracia. En definitiva, País portátil es un libro que hay que leer sí o sí,
pues se mantiene más vigente que nunca y
es, de nuevo, un reflejo de los errores que hemos arrastrado por tantos años y
que nos hacen ser la sociedad basura que somos hoy en día. Sin embargo, ¿cabrá
la posibilidad de cambiar?
Hola, respeto tu escrito pero esta novela es plenamente aburrida. No hay muchos blogs que hablen sobre País Portátil, (pero encontré este) y respetando al autor, se nota que la "alargó" adrede. Su estilo es lento, pero muy lento y hay excesivos detalles que no van al caso. Hay una parte donde se relata la toma de un avión ... ¿pero con armas... hasta se abre la escotilla? No es creíble. Contrario a lo que dices al final, pienso que no hay que leerlo "sí o sí". Debe haber novelas mejores.
ResponderEliminarEn cuanto a técnica, me gustó que fue combinando historias, no por capítulos sino por secciones. Me quedo con eso.
Tampoco me gusta, muy aburrida, la leo por obligación
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