Me
encanta.
Vladimir
Nabokov se ganó mi corazón con Lolita. He leído pocos libros que
jueguen con mi mente de la manera en la que ese libro lo hizo, por lo
que supe que debía buscar más sobre este autor. Lo cierto es que,
tras varias horas de investigación, Pálido fuego parecía ser la
mejor opción, y es un libro que me ha gustado muchísimo, donde el
ruso mantiene su estilo complejo, construyendo un poema de 999
versos, demostrando porqué es uno de los mejores escritores del
siglo XX.
Con
Lolita, demostró su capacidad para retratar desviaciones en nuestro
“normal” mundo. Ya con Pálido Fuego, construye una novela
sumamente singular, que surge como el poemario póstumo del autor
norteamericano John Shade, sumado a los comentarios de Charles
Kinbote, una suerte de editor improvisado, quien fue rey de un país
desconocido, que escapó de su patria y que se esconde tras una vida
doméstica, siendo vecino del autor de Pálido Fuego, quien trata de
imbuirle su visión de Zembla, el reino que abandonó por razones que
expone a lo largo del libro, pues es él mismo quien ha sido causa de
la muerte del poeta y cree que lo que Shade compone es lo que él le
comenta a diario sobre su país amado y el escape de su tierra.
El
libro se compone de tres partes. Primero, por el poemario del mismo
nombre, segundo con los comentarios de Kinbote, el rey de Zembla, en
cada uno de los párrafos del poema y tercero, por un glosario
redactado por el mismo Kinbote, que habla sobre ciertos términos y
personas del libro, haciendo así un libro dentro de otro libro, que
desde el prólogo incluye unas instrucciones que especifican que debe
leerse el poemario solo primero, luego ambos juntos y luego el
poemario. Yo debo reconocer que lo hice todo seguido, aunque estoy
cociente de que hacerlo de la manera estipulado debe ser la mejor,
pues si se lee la vida cotidiana de Shade primero, podremos apreciar
el juego de estilos del poema, mostrando la vida del hombre maduro
justo antes de morir, para luego mezclarla con los comentarios del
Rey mitómano y misógino, dueño del país imaginario, y espero
realizar esta relectura siguiendo las normas pronto.
Una
historia plagada de personajes locos, que no deja de ser amena y
donde Kinbote se rebela como un personaje particular, cuyas actitudes
parecen incluso hilarantes, siendo la tercera parte donde todo queda
aclarado, como una bofetada en la cara, donde se entremezcla Zembla,
el reino del personaje con los escritos de Shade, que se transmiten
desde cualquier referencia directa, con la que Nabokov construye un
juego, de nuevo haciéndolo con la mente de lector, poniéndolo como
un objeto, que cambia a través del ojo desde el cual lo observamos,
limitados a la escala que Nabokov nos ha puesto, donde recae su arte,
el artilugio compositivo y la obra maestra que es Pálido Fuego.
La
obra se enriquece añadiendo capa tras capa, hasta formar un gran
juego de espejos. Pálido fuego es la vida del poeta, mientras que el
poema reverbera las notas y las notas de un personaje obsesivo y
ridículo, con un rey sin reino que pasa de ser perseguido a ser
perseguidor; donde nosotros, los lectores, acabamos siendo detectives
que indagan en las pistas sobre el pasado de Kinbote, que el siembra
en sus páginas, que vislumbra la pistola entre los versos, donde se
ven las desventuras y agitaciones de su remoto país, que aluden a
una Rusia sumida en el totalitarismo, mientras retrata las intrigas y
traiciones de la sociedad, donde el autor parece hacer un repaso
autobiográfico de su cabeza, donde refiere ideas e incidentes de su
vida.
Y
es que la particularidad de Pálido Fuego de Nabokov no es solo el
hecho de crear una ficción biográfica y particular, sino que esta
sirve para edificar una novela que se vale de un componente
biográfico para dar pie a una obra que se construye a través de la
perturbación del escritor, que se disfraza mediante la poesía,
siendo un pálido fuego que sólo parece una novela porque sabemos
que lo es y que narra la historia del poema, de su interpretación,
de un rey exiliado y de un poeta y su vida, mientras se revierte el
ámbito narrativo, dando pie a su estilo indomable, lleno de ideas y
reflexiones, con aventuras y sentimientos, que se conjuga con una
necesidad de mostrar al mundo la realidad que lo contextualiza, co un
pálido fuego que no necesita ser una gran llamarada luminosa para
mostrarse como fuego, que se enciende como una tenue luz que nos
permite “otear las figuras de las sempiterna noche”.
Es
una obra escrita con un espíritu burlón e inteligente, que mezcla
varios géneros y da como resultado este objeto literario no
identificado, lleno de un sentido sensible, irónico, lírico e
intrigante, que es único por su originalidad y con el que Nabokov
reafirma porqué es uno de los grandes, creando una obra maestra de
principio a fin.
En
definitiva, un libro complejo, con el que he continuado la narrativa
de Nabokov que me cautivó en Lolita. Espero seguir con las obras del
ruso, para constatar como se supera libro tras libro. Una novela que
habla sobre los poemas sumamente compleja, que me ha fascinado y que
espero que, si lo hacen, la disfruten tanto como yo.
Aquí
un artículo interesante
http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/ojs_rum/files/journals/1/articles/10734/public/10734-16132-1-PB.pdf
Hola.
ResponderEliminarQue genial que te gusten las obras de Vladimir, yo solo he leído Lolita y me pareció bueno. Este lo anoto para lesturas pendientes.
Buena reseña.
Te espero por mi blog.
Nos leemos.
¡Hola!
ResponderEliminarNo me quedó ninguna duda con Lolita de que este hombre era un genio, y sin duda este libro parece demostrar lo mismo. Me da un poco de miedo porque lo veo muy raro, pero bueno, ya va siendo hora de que lea algo más del autor.
¡besos!