La
casa de los espíritus es la primera obra de la chilena Isabel Allende, escrita
en 1982, narra la historia de la familia
Trueba – del Valle durante tres generaciones. En ese período de tiempo, Chile
sufre una serie de circunstancias que, evidentemente, inciden en la familia. De
este modo Isabel Allende puede revisar la historia personal y la historia
social al mismo tiempo, reflejando a la perfección las luchas sociales del
Chile del momento, partiendo de lo cotidiano, a través de la realidad
latinoamericana, utilizando una estructura circular con analepsis (interrupción
para hechos pasados) y prolepsis (interrupción para hechos futuros), con una
prosa fluida, natural y descriptiva.
La novela provocó en la
escena internacional un impacto muy fuerte en la medida que sus páginas
hicieron emerger una imagen de Chile contraria a la difundida por la dictadura
militar durante sus primeros años de gobierno. Y además por abrir el espacio
editorial a la narrativa escrita por mujeres, dentro del
período del estallido literario latinoamericano.
La
autora abarca más de medio siglo de la historia chilena, conjugándolo con el
eje narrativo, la historia de la familia Trueba – del Valle, que encarna a una
típica familia latinoamericana de clase media acomodada, con la que pretendía
retratar todas las clases sociales, la ciudad, el campo, la geografía, el clima,
la historia y sobre todo, la parte mágica y social de la vida del
latinoamericano, mediante una historia llena de amor, odio, sangre, violencia,
que llega a un final que se desenvuelve como “un huracán en el que hasta los
que lo provocaron caen envueltos”.
Isabel
Allende parte de dos ramas fundamentales para escribir su novela, la primera es
el contexto histórico en el que se desarrolla y la segunda, sus ganas de
sacarse todo lo que llevaba dentro luego de ese período, a través de una mirada
femenina, construyendo una especie de crónica familiar, ambientada en el
torbellino de cambios políticos y económicos acontecidos para aquel entonces y
que tanto trastornaron su vida.
Dicho
esto, podemos comenzar diciendo que para Isabel Allende la dictadura fue un
hecho determinante en su vida. Recordemos que el gobierno de Salvador Allende
(su tío) nacionalizó los recursos naturales del país y creó reformas sociales
que dieron pie a mucho odio entre los propietarios y la gente corriente,
llevando a un caos económico, pues las reformas estaban mal pensadas y
ejecutadas. Los Estados Unidos bloquearon el país económicamente, tratando de
evitar que la visión socialista del mandatario se regara por todo el
continente.
Debido
a esto, explotó una tremenda crisis, tal y como la que se vive hoy en
Venezuela, donde la inflación crecía desorbitadamente, no había productos que
comprar y el país se encontraba dividido entre los que apoyaban al gobierno y
los que no, es por ello que ya para el año 1973, el país estaba sumido en una
crisis, lleno de huelgas y actos de violencia mutuos, lo que llevó a un golpe
militar, comandado por Augusto Pinochet, que estalló el 11 de septiembre de
1973, donde Allende cayó muerto por un disparo en la cabeza, y que duró 17 años, donde se incrementó la
represión y la corrupción, dando como resultado una dictadura totalitarista,
llena de exilios, muerte y encarcelamientos , terminando en 1988 cuando
Pinochet decidió convocar elecciones para legalizar su presidencia, perdiendo
las mismas, remontando un gobierno democrático en 1989, que llevó al país a una
transición hacia la democracia.
Isabel ha afirmado que el golpe de estado y la
dictadura son un trauma que ha llevado consigo toda la vida, pues su infancia,
juventud y primeros años de adultez se desarrollaron dentro de este período de
represión, que nos lleva al siguiente punto, pues en sus primeros libros,
dentro de los que está La casa de los espíritus, no hace más nada que hablar de
ello, pues necesitaba gritar al mundo lo que pasó y sacarse de dentro los
demonios que la acarreaban, llevando a cabo lo que han denominado como un auto
exorcismo, pues para ella no hay otra manera de contarlo.
En
La casa de los espíritus, nos permite ingresar en el terreno del imaginario
nacional y abordar las relaciones sociales, con respecto a la clase y el
género, que dotan de sentido y reconocimiento a la narración, en la medida que
remite de manera metafórica al mundo real, mediante una trama aparentemente
sencilla, con dos narradores en primera y en tercera persona que remiten a la
conciencia de dicho pueblo y, por ende, a la suya.
En su obra, la mujer juega un
rol principal, que muestra a la figura femenina latinoamericana, que Isabel
encarna, poniendo en perspectiva a mujeres hermosas o anónimas, con distintos
estatus sociales y que, sin embargo, luchan por no dejarse vencer. En La casa
de los espíritus, relata en una especie de crónica o diario, a través de la
última mujer de una dinastía que vive en la contemporaneidad de Isabel, los
hechos que quiere denunciar de la dictadura chilena, dándole un toque de
autenticidad, pues al partir de su propia experiencia, da la sensación de que
hablamos directamente con ella.
Afirma
que en la novela hay rasgos de su propia familia exagerados, dice que ninguno
de los personajes es exactamente como los miembros de su familia, pues todos
tienen un rasgo mayor, marcado y elevado de sus defectos o virtudes,
centrándose siempre en la mujer (la abuela, la hija, la nieta), invirtiendo el
orden tradicional del hijo primogénito.
Es curioso ver como ahonda en la infancia de
los personajes, pues dentro de ella hay un contraste bastante grande y notorio
entre la infancia feliz y el choque con la realidad en la vida adulta, dando a
entender que el responsable del sufrimiento de dichas mujeres es su padre, pues le facilitan o dificultan el camino, lo
que lleva a que busquen una salida de otra manera, presentando distintos
extremos, o el padre demasiado bueno (Severo y Clara), o el opresor (Esteban y
Blanca) o el ausente (Pedro Tercero y Alba), que además, son tres realidades
continentales.
Otro hecho interesante lo constituye el hecho
de que los significados de los nombres femeninos tienen por propósito indicar
algo acerca de ellas, mientras que con los masculinos, solo sirve para
enumerarlos en el linaje (Pedro Primero, Segundo y Tercero), siendo estos
ruines y llenos de violencia, que depositan en las mujeres, que además, tienen
todas dones sobrenaturales, con nombres que se relacionan con el blanco, color
de la pureza (Nívea, Clara, Blanca, Alba).
Estas cuatro mujeres principales tienen una
relación que va más allá del simple nexo sanguíneo y que viene dada por la
relación con los hombres. Vemos que Clara se casó con Trueba porque era él
quien podía mantenerla y a lo largo del matrimonio, se da cuenta de que el
dinero no es todo si no hay amor, cuando conoce a Pedro Segundo. Seguido, su
hija Blanca se enamora de alguien inferior a ella, cuyo amor constituye una
lucha y, cuando no hay nada que les impida casarse, ella aparentemente no lo
quiere ¿ está contenta de estar sola? Parece ser que es la única manera de
decidir sobre su vida. Y finalmente, Alba, que ya no cuestiona su posición en
la sociedad, sino que se junta con quien quiera. Constituyen una metáfora del
progreso en la sociedad y la liberación, pues a lo largo de la obra,
desarrollan más posibilidades de decidir sobre su propia vida (luego de la
opresión), repitiendo la figura del amor hacia un “hombre inferior”.
Las cuatro mujeres pueden ser aspectos de un
mismo personaje, todas movidas, complejas y motivadas por el amor. Tienen
rasgos comunes, pues no calzan en su medio, se rebelan, tienen inquietud social
y son románticas con sentido de la familia y el honor. Todas son de algún modo víctimas de su
ambiente en sociedad, del ambiente e
inclusive de ellas mismas, de su destino. Además, cada una tiene una una
habilidad o característica extraordinaria, Clara teje, Blanca modela cerámica y
Alba pinta y escribe, siendo todas formas de expresión, que les dan un grado
mayor de autonomía, que nos llevan a cuestionarnos diversas cosas de carácter
social a través de la figura femenina.
Ahora
bien, entrando en simbolismo, comencemos por la Casa, una propiedad de la
familia en la ciudad, donde todo comienza y termina, ofreciendo, además, una
visión de la identidad latinoamericana (hacienda) que revela el mito de la
violencia originaria y no ejercida, sino reproducida por el señor de la
hacienda sobre su familia y sus inquilinos, partiendo de elementos presentes en
ciertas visiones de la identidad latinoamericana que revelan el mestizaje, la
religión y la hacienda como matriz cultura que define relaciones sociales de
clase y géneros, que se fundamenta en un orden social conservador. Pero en ese
mundo cerrado se genera una fuerte desconfianza hacia lo exterior, que surge
como una amenaza, dando como consecuencia la confianza en el patrón, que se
vuelve fundamental ante la peligrosidad de los de afuera (Chile).
No
obstante, Bengoa advierte que el período hacendal no debe ser leído como una
suerte de ‘paraíso perdido’, en el que predominaba la exuberancia de la naturaleza
y una irracionalidad sensual. Al contrario, una lectura como esa encubriría las
relaciones de explotación y la cultura de subordinación que les daba su
legitimidad. Y agrega un elemento que resulta sugerente para nuestra lectura de
la novela de Allende, al referirse a los ‘huachos’, los hijos que nacen fuera
del matrimonio como resultado del ‘intercambio sexual’ entre patrones y
sirvientes.
Asimismo, en La casa de los espíritus lo que
es realmente importante no es tanto lo representado, sino cómo es representado
, sobretodo porque a lo largo de la novela recorre una tensión producto del
conflicto de un orden social aparentemente inmutable y que se desmorona
progresivamente, a medida que se van haciendo consciente de sus derechos. Dicho
conflicto parece no tener resolución alguna si no en el plano mítico, donde es
transmutado en una suerte de destino fatal que recae sobre el cuerpo femenino,
constituyendo la violación por hombres
de otra clase social, con los que mantienen vínculos determinados por una
voluntad masculina, que se evidencian claramente en el inicio y fin del relato con sus respectivos narradores.
En la novela, la autora construye una obra
donde las mujeres y hombres cobran sentido a través del orden familiar y desde
ahí se proyectan hacia el mundo exterior. Se relacionan en una especie de
mestizaje invertido. Clara está presente en toda la narración, pues a partir de
sus diarios de vida se articula la narración mediante Alba y Esteban y a través
de ellos consigue sobrevivir al “espanto” de su identidad. Ambas voces son la
expresión de una misma conciencia, que parece desdoblarse en una voz femenina y
otra masculina, que hablan desde la misma clases. Realiza la metáfora de la familia como
nación. La historia chilena es la historia de los Trueba, de ese pedacito de
latinoamericana, creando vínculos que hacen del castigo a los iguales, algo
intolerable. La identidad cultural emerge de la homogeneización: somos todos
iguales porque tenemos un origen y un destino común, produciendo un quiebre
entre los legítimos y los negados, dando origen a la coyuntura histórica que
desata la violencia como búsqueda de reafirmación y reconocimiento, dando paso
a una nueva metáfora inquietante sobre el destino de nuestra sociedad.
En definitiva una novela que me encanta y en la que Allende conjuga una serie de elementos interesantes para relatar la dura situación de Chile en aquel momento, "La casa de los Espíritus" es una novela que abarca muchos aspectos que no habían sido descritos hasta el momento y que la autora critica, analiza y denuncia en forma de protesta y como manera de limpiar su casa de Espíritus (a través de un grito desesperanzado).
Hola Mariana, que irresistible el leer una reseña de un libro que me gusto bastante ya hace un par de años. Cuando comencé en el mundo de los libros y tal lo intente leer y menudo chasco no avance de los primeros 5 capítulos, la larga introducción y el estilo narrativo me aburrieron a morir -mas virgen literalmente hablando y pos- Años después tras una cantidad razonable de libros leídos después me reencontré con esta maravillosa historia que devore en cuestión de horas y me atrapo de una forma como ningun otro libro pudo. Me encanto, la historia familiar y el que abarcara 3 generaciones -un periodo extenso- el ver como los personajes crecían y maduraban, pasaban y atravesaban dificultades y morian, el decirles adiós tras lo que se sintió mucho tiempo fue doloroso y una experiencia única. Lo ame a morir y pese a no haber leído mas de Allende -espero seguir pronto- disfrute cada uno los párrafos capítulos personajes momentos aquí presentes. Gracias por la reseña. Besos y nos leemos pronto
ResponderEliminarComo me diverti con este libro! Diverso desde cualquier punto de vista en que se estructura una buena historia. Personajes, narrativa, simbolismo, realismo magico en este caso. Gracias por tu reseña.
ResponderEliminarcualidadez de loz perzonajez
ResponderEliminarde la caza de loz ezpirituz